Entrevista a Patricia Herrero, Directora Técnica y de Operaciones de la Fundación Ecolum
Patricia Herrero, directora técnica y de Operaciones de la Fundación Ecolum, explica por teléfono las principales implicaciones tras la entrada en vigor del citado real decreto. En sus respuestas, muy didácticas y claras, queda claro que su trabajo le apasiona, lo que sin duda es una suerte para la Fundación y sus empresas asociadas.
Patricia Herrero, directora técnica y de Operaciones de la Fundación Ecolum
¿Cuál es la valoración que haces de la entrada en vigor de la RAP en materia de envases comerciales e industriales? ¿Se dan las condiciones adecuadas para que se cumplan las obligaciones que conlleva su entrada en vigor?
Estamos viendo que cada vez hay más productos vinculados a la responsabilidad ampliada del productor (RAP), pero creo que las empresas todavía no están preparadas porque no es un concepto sencillo de entender. En nuestro día a día notamos que hay un gran desconocimiento de lo que supone la RAP, lo que por otra parte es lógico, porque la mayoría de las empresas no han tenido ninguna experiencia previa y ahora, la normativa sobre envases afecta a numerosos sectores.
Ante esta situación de desconocimiento, ¿qué labor habéis tenido que desplegar desde Ecolum?
La labor inicial que nosotros hemos tenido que hacer ha sido fundamentalmente didáctica —incluso con empresas que conocen la responsabilidad ampliada del productor— porque cuando hablamos de envases es un mundo totalmente diferente, un mundo del que sabían muy poco. Además, en la definición que hace el Real Decreto 1055/2022, si te das cuenta, se considera productor al envasador (entre otros agentes) y no al fabricante de envases como en otros flujos de productos (aparatos eléctricos y electrónicos o pilas y baterías).
Esto nos ha llevado a dedicar una parte muy importante del proyecto a la información y formación de las empresas con las que venimos trabajando porque, además, hemos podido comprobar que hay una confusión tremenda con el impuesto al plástico. Es cierto que la responsabilidad ampliada del productor y el impuesto al plástico surgen de la misma normativa, pero sus objetivos y su aplicación son totalmente diferentes.
¿Qué habéis detectado en esas acciones divulgativas?
Lo que sí que hemos detectado con las acciones formativas es que, en general, todo el mundo conoce cómo gestiona sus residuos de envases, es algo que está muy instaurado en la cultura empresarial. Por tanto, en cuanto a la gestión de los residuos que generan en su actividad tienen clarísimo que lo están haciendo, pero —por el contrario— en lo que respecta a la obligación de informar sobre los envases que cada empresa pone en el mercado (por lo que debe financiar esa gestión) el desconocimiento es muy grande, pero no debemos olvidar que es un tema complicado.
Al final, la RAP lo que hace es ordenar un poco esa situación, permitir el control y la trazabilidad de los datos. Por otra parte, se trata de una tendencia europea general, que está afectando cada vez a más productos. En este sentido, todos sabemos que el sector textil será el siguiente en asumir esta responsabilidad ampliada del productor, con todas las implicaciones que ello conlleva. Pero hay más, algunos que en principio resultan sorprendentes como las colillas de los cigarrillos.
"La responsabilidad ampliada del productor y el impuesto al plástico surgen de la misma normativa, pero sus objetivos y su aplicación son totalmente diferentes", explica la directora técnica y de Operaciones de Ecolum.
Las implicaciones que tiene esta norma son casi infinitas. Y pienso en las grandes plataformas de comercio online, que envasan, habitualmente en cajas de cartón, todos los productos que entregan a los clientes finales.
En este caso quienes deberían hacerse cargo de la RAP serían los fabricantes de los productos responsables de su envasado y, también, la empresa que lo ha entregado con una caja añadida (u otro tipo de envase) por su servicio de logística y transporte.
Aquí el tema es quién está ‘embolsando’. Pero hay diferentes circunstancias. Por ejemplo, hay empresas que se dedican a envasar un producto siguiendo las peticiones de otra empresa. Así, si una empresa contrata a otra para que envase un determinado producto, la responsable de asumir la RAP es la primera, la que encarga el servicio, aunque la acción de envasar la haga la segunda.
Por tanto, aunque la respuesta parezca que está clara, siempre conviene “leer la letra pequeña” y conocer bien el sector y cómo funciona para poder asesorar a las empresas porque los casos que estamos viendo son muy variados.
Empresas de comercio online que todos conocemos, ¿tienen en la figura de un SIRAP una herramienta más útil que un SCRAP o el hecho de que comercialicen productos de multitud de fabricantes hace más complicado crear un sistema individual?
Si una empresa pone en el mercado productos sobre cuya recogida no tiene control directo, lo más interesante es que se incorpore a un SCRAP, a un sistema colectivo. En cambio, pones en marcha un SIRAP, un sistema individual, cuando realmente puedes trazar la recogida de los residuos que se han generado a partir de los productos que has introducido en el mercado. Por tanto, los sectores en los que se están poniendo en marcha más SIRAP son aquellos en los que los envases son reutilizables, como, por ejemplo, palets o bobinas de cable, productos de ese tipo que, además, suelen ir identificados por la empresa que los ha puesto en el mercado. Pero esto no es nuevo, por ejemplo, muchas empresas ya estaban controlando sus movimientos y stocks de palets, otra cosa es que no hayan creado todavía un SIRAP y lo que necesitan es el empujoncito para terminar de organizar bien esta tarea y además de trazar, poder informar sus datos al Registro de Productores de envases.
Pero si no puedes controlar esa parte final, me refiero a la gestión de los residuos, lo más adecuado —desde mi punto de vista— es adherirse a un SCRAP, porque al final, volviendo al ejemplo de las plataformas de comercio online, esas cajas terminarán allí donde las deposite el consumidor final, no volverán a tu empresa.
Parece evidente que estas normativas —que son difíciles de entender, que generan cambios y obligan a llevar a cabo tareas que deben incluirse en el día a día de las empresas— propician cierta desafección hacia el corpus legislativo que emana de la Unión Europea.
Al final lo que sucede es que las empresas tienen que empezar a controlar muchos más aspectos que hasta ahora eran totalmente desconocidos para ellas. No podemos olvidar que las empresas tienen puesto su foco en la venta de sus productos —en general, muy variados en cuanto a características, dimensiones, fragilidad, etcétera— por lo que no es sencillo para ellas realizar un inventario de los envases que utilizan, controlar los stocks y su movimiento, etc. Pero hay que pensar a medio y largo plazo, porque la implementación de medidas como la RAP o el impuesto al plástico —que supone una medida disuasoria para el uso de plásticos de un solo uso— se puede abordar, por parte de las empresas, como una forma de optimizar el uso de envases al prestarles una mayor atención y, por ejemplo, fomentando la búsqueda de alternativas, reduciendo el uso de envases superfluos, analizando su necesidad real, etc.
Y, por supuesto, no podemos pasar por alto todos los cambios que estas nuevas normas generan en las empresas desde el punto de vista administrativo y de adaptación de sus sistemas informáticos, porque, por ejemplo, en las facturas deben incluir su número de productor de envases que asegura su inscripción en el Registro de Productores —a veces junto con el número de inscripción en el registro de aparatos eléctricos y electrónicos y con el número del registro de pilas y acumuladores— o la aportación al sistema colectivo por los envases que incluyen los productos vendidos en dicha factura, este último aspecto de lo más controvertido por la dificultad que existe en su aplicación práctica.
¿Qué consecuencias tiene la aplicación efectiva del RD 1055/2022 en el día a día de las empresas?
La consecuencia directa más evidente es que todo tiene que estar más controlado, porque, al final, cuando hay controles —cuando tienes a tu disposición una serie de datos— puedes poner en práctica medidas que permitan minimizar el uso de ciertos productos, que es lo que está sucediendo con el impuesto al plástico, gracias al cual algunas empresas se están planteando que a lo mejor no necesitan tantos envases de este tipo de material. De esa manera se optimiza su producción y se reducen costes.
En mi opinión, una empresa puede buscar el lado positivo de esta situación y lograr ventajas desde el punto de vista operativo y económico en aspectos como el control de los envases (clasificación, control de stocks y consumos, …), pero también a nivel informático y de facturación pero está claro que esta visión quizá, en esta etapa, sea un poco optimista.
Ante esta situación tan diversa, ¿sabes qué planes tiene la Administración si comprueba incumplimientos de la RAP?
Creo que la Administración, inicialmente, tiene que ser más laxa porque no se puede pretender que el día 1 de enero todo el mundo esté cumpliendo todos los requisitos cuando, desde la publicación de la normativa a finales del año 2022, se han primado los procesos de autorización de los diferentes SRAP y esto nos ha llevado a conocer las condiciones finales de financiación y organización de la RAP de envases comerciales e industriales en el mes de noviembre de 2024.
¿Qué diferencias hay entre los distintos SCRAPs que se han creado? ¿Por qué en Ecolum habéis elegido a Implica?
Teníamos que encontrar un SCRAP que se ajustara a las necesidades de las empresas que forman parte de Ecolum. En ese sentido, Implica proviene de Confecoi, la Confederación Empresarial del Ecoenvase Industrial, por lo que entre ambos colectivos hay similitudes ya en cuanto a nuestro origen, a través de asociaciones sectoriales de ámbito nacional. Además, a nivel operativo hemos comprobado que existen facilidades, ya que tanto ambas entidades compartimos casuísticas y sinergias en nuestros servicios de trazabilidad, lo que facilita enormemente el inicio de la colaboración.
Además, nuestros principales sectores —iluminación y material eléctrico entre otros aparatos eléctricos y electrónicos—, están muy vinculados a obras y al sector de la construcción, que también ha buscado el paraguas de Implica para cumplir con esta normativa. Durante estos meses, también hemos negociado algunas ventajas para nuestras empresas colaboradoras gracias a que nos incorporamos a Implica como un grupo, como un colectivo representativo del sector, lo que nos permitirá trasladar nuestras necesidades, analizar las principales problemáticas, buscar posibles soluciones, etc. todo ello gracias a la participación de Ecolum en ciertos órganos de representación de las empresas, lo que nos da garantías de que estamos en el sistema colectivo que, ahora mismo, mejor se ajusta a nuestra entidad.
Otros aspectos que nos han animado a integrarnos en Implica son la cercanía que han demostrado, es levantar el teléfono y hablar con ellos, y su profesionalidad en relación con la calidad de la información que hemos ido recibiendo. Además, Implica ha valorado muy positivamente nuestra experiencia y conocimiento en el ámbito de la responsabilidad ampliada del productor. Tengamos en cuenta que los RAEE somos pioneros en algunas cuestiones relacionadas con la RAP, por ejemplo, ya existe una oficina de coordinación y, en el caso de los envases, si la memoria no me falla, se habla de unas 17-18 SCRAP autorizados —sin tener en cuenta a los SIRAP— por lo que seguramente también surjan mecanismos de coordinación y en esto, claramente, podemos colaborar estrechamente con Implica.
Ya cambiando de asunto, Patricia, ¿qué hay del índice de reciclabilidad que pusisteis en marcha? ¿Hay más empresas que se hayan unido a este proyecto? ¿Hay más instalaciones en las que se estén reciclando o evaluando la reciclabilidad de los componentes de las luminarias?
Ahora mismo son unas 17 empresas las que están evaluando sus productos en el ámbito del proyecto del índice de reciclabilidad que pusimos en marcha hace un par de años. Con el informe que les enviamos cubrimos ampliamente las necesidades que tienen las empresas en cuanto a mejoras del ecodiseño de los productos y si nos proponen algo nuevo ¡otro reto en el que participamos! En cuanto a tiempos, somos ágiles porque se les remite el índice de reciclabilidad en unas tres semanas desde que recibimos los productos —me refiero al informe inicial de resultados— que es un plazo de tiempo muy corto, muy bueno. Posteriormente pueden iniciarse reuniones de trabajo para trabajar en posibles cambios y mejoras de productos.
También me gustaría resaltar el empujón que nos ha dado el Premio de Ecodiseño que recibimos recientemente en el Congreso Nacional de Medio Ambiente (CONAMA). Actualmente ya encontramos empresas que están aplicando las pautas que hemos extraído de todo este proceso como, por ejemplo, mejorar la reparabilidad de los aparatos que están poniendo en el mercado, crear grupos de colaboración entre productores y plantas de reciclado para probar algunos de los plásticos recuperados del proceso de reciclaje de aparatos eléctricos y electrónicos o buscar alternativas a productos que no se pueden reutilizar ni reciclar. En mi opinión, estos fueron algunos de los aspectos más valorados por CONAMA, en su Concurso de Ecodiseño, para otorgar uno de los premios a Ecolum. Y, además, destacaría el hecho de que estamos trabajando para implementar cambios en un sector, ya vinculado a la eficiencia energética, y que ahora da nuevos pasos.
Otro aspecto a tener en cuenta es que, en algunos concursos públicos y privados, ya se valora el hecho de aportar iniciativas como nuestro índice de reciclabilidad para aparatos eléctricos y electrónicos —además de productos de iluminación, ya hemos tenido oportunidad de analizar otros equipos como aparamenta eléctrica, vapeadores, paneles solares, etc. — porque demuestra el compromiso de las empresas con la sostenibilidad y la circularidad. Por ahora es un factor que no puntúa oficialmente pero esa es una línea en la que estamos trabajando al fomentar su normalización.
Para los gestores también es un proyecto de lo más interesante, ya que ellos pueden conocer los productos que ahora mismo se están lanzando al mercado y así saber hacia dónde llevar la innovación en sus procesos de reciclaje.
Además de las evidentes mejoras medioambientales, este índice, ¿genera beneficios económicos para las empresas productoras?
Así es. Hay empresas que están apostando claramente por la reparabilidad, porque es lo más fácil de aplicar, ya que en ocasiones son cambios muy sencillos de los que las empresas en algunos casos no se habían percatado. Y dan como resultado mejoras tanto operativas como económicas. Hablamos de beneficios que se obtienen al introducir cambios que no requieren fuertes inversiones.
En este sentido, Salva, el artículo que escribiste cuando presentamos este índice de reciclabilidad en el que destacabas las ventajas que aporta el unir a productores de aparatos (AEE) y gestores de residuos (RAEE) nos ayudó mucho. El hecho de que alguien ajeno al sector de la iluminación, y de los AEE en general, lo viera tan claro nos permitió ver que estábamos ante algo que tenía muchas posibilidades.
Me gustaría subrayar que varias empresas ya nos han indicado que estos cambios en los procesos —introducir modificación para que los productos puedan ser reparados con más facilidad— es, en general, lo más sencillo y económico que pueden hacer los productores para mejorar la circularidad de sus productos, porque cambiar sus materias primas o procesos más complejos lleva más tiempo.
Al final, fíjate: un índice que empezó siendo de reciclabilidad está ofreciendo también ventajas desde el punto de vista económico, de la reparación de productos y en el ámbito de la servitización.
Lo que está claro, Patricia, es que estás viviendo una época profesional dulce, porque todos estos cambios normativos, todos estos proyectos se están poniendo en marcha y que son bien aceptados por la industria, te resultarán muy gratificantes, ¿no?
La verdad es que sí. Además, soy una persona muy curiosa e inquieta y estoy todo el día intentando informarme de las cosas que llegan, que pasan, porque el entorno es súper cambiante. Y lógicamente te tienes que adaptar con agilidad a los cambios que se van produciendo. Porque hoy dices blanco, y mañana es negro porque ha cambiado la normativa.
¿Qué papel jugará la digitalización para asegurar la trazabilidad de los residuos?
Las empresas están trabajando en varias áreas. Muchas de ellas están automatizando sus procesos e incluyendo mejoras sustanciales porque todavía hay un amplio campo de actuación, por ejemplo, en España, en relación con el tratamiento de las celdas de los paneles fotovoltaicos.
En cuanto a la digitalización, es muy raro que te encuentres a fabricantes sin sus procesos digitalizados o a gestores de residuos que no tengan sistemas automatizados. La RAP mueve una gran cantidad de información porque los controles que establece la normativa son muy exhaustivos en este aspecto y mantener la trazabilidad no es tarea fácil sin unos controles informáticos adecuados.
También se están empezando a impulsar proyectos que incluyen la utilización de inteligencia artificial (IA). De hecho, en Ecolum acabamos de poner en marcha este mismo mes de enero de 2025 un sistema de IA, llamado “LuzIA”, para ayudar a nuestras empresas con sus declaraciones de producción trimestrales, ahora toca ir avanzando para que “LuzIA” aprenda.
Una de las consecuencias de esta creciente e imparable digitalización hace necesario invertir en ciberseguridad para proteger los datos de toda la cadena.
Es verdad que tenemos que ser muy cautos y serios con este tema porque trabajamos con datos e información sensible.
Entiendo que esos datos no se comparten entre ministerios, ¿no?
El Registro de productores de aparatos eléctricos y electrónicos (RII-AEE) o el de pilas y acumuladores (RII-PyA), por ejemplo, dependen del Ministerio de Industria y Turismo, pero el ministerio que controla la información y establece los objetivos de gestión de residuos es el de Transición Ecológica y Reto Demográfico (MITERD), con lo cual, sí que se produce un trasvase de información pero se han creado una serie de informes con datos agrupados para que el MITERD pueda hacer los cálculos oportunos sin que sea necesario tener todo el detalle de la información.