Es un bioproducto, es renovable, es reciclable: es papel

El sector de la celulosa y el papel formula su visión de la sostenibilidad como la contribución decidida del papel y las empresas que lo fabrican a la mejora de la calidad de vida y al desarrollo sostenible, mediante la gestión forestal sostenible, procesos productivos limpios y el reciclado continuo de sus productos. En este artículo, Carlos Reinoso, director general de Aspapel, pone claramente de manifiesto la contribución del sector a la consecución de una economía circular.

En la industria papelera asumimos como un reto de mejora continua el enorme potencial de sostenibilidad del papel. Sabemos que nuestra industria es uno de los sectores mejor posicionados en el camino del desarrollo sostenible y trabajamos para responder a ese reto. Somos una bioindustria, que a partir de un recurso renovable, fabrica productos naturales, que tras su uso se reciclan masivamente. Nuestros procesos de producción se distinguen por su alta eficiencia en el uso de agua y energía y en la gestión de los residuos. Hacer más con menos, la eficiencia a través de todo el ciclo de fabricación, es la clave de la estrategia industrial del sector.

Reciclaje de papel.

En el papel siempre hemos tenido una visión de nuestra industria como un ciclo, anticipando de alguna manera el actual paradigma de economía circular. Desde esta visión circular, que está en el propio ADN del papel, el compromiso del sector con la sostenibilidad se basa en cuatro ejes: gestión forestal sostenible, proceso productivo eficiente y responsable, liderazgo en recuperación y reciclaje, y generación de riqueza y contribución a la calidad de vida.

El ciclo del papel empieza en el bosque, porque el papel es un producto natural, un producto del bosque. Nuestra estrategia sectorial en materia forestal se asienta sobre dos pilares básicos: la gestión sostenible y su certificación y el abastecimiento con madera de plantaciones locales.

Se trata de dos líneas de actuación fundamentales para contribuir al desarrollo del sector forestal y las industrias derivadas y, de este modo, convertir a nuestro país en la potencia forestal que puede y debe ser.

Según FAO, España es el tercer país de Unión Europea en superficie forestal, solo por detrás de Suecia y Finlandia. Nuestro país, que es altamente deficitario en materias primas, tiene en la fibra de madera cultivada en plantaciones una oportunidad para el desarrollo de una bioindustria de vanguardia. No tenemos petróleo ni gas, pero contamos con buenas condiciones climáticas para el cultivo de madera y con superficie baldía disponible por el abandono de labores agrícolas y ganaderas.

Las plantaciones para papel ocupan en España 420.580 hectáreas, el 2,3% de la superficie forestal total. Una superficie forestal que según datos oficiales está incrementándose. En nuestro país los bosques crecen y han pasado de ocupar 13,8 millones de hectáreas en 1990 a 18,4 millones de hectáreas en 2015.

La industria papelera, comprometida con la gestión forestal sostenible y su certificación, trabaja desde hace años en la promoción de la oferta de madera nacional certificada, lo que permitirá que haya cada vez más papel certificado en el mercado, con etiqueta de garantía de procedencia de una plantación gestionada sosteniblemente.

El trabajo realizado está ya dando buenos frutos. La mitad de la celulosa y el papel que la industria papelera española puso en el mercado en 2014 era producto certificado y casi el 80% de la madera utilizada como materia prima para fabricarlo procedía de plantaciones locales de pino y eucalipto (el resto es madera importada procedente igualmente de plantaciones de estas especies).

La filosofía de trabajo de la industria del papel en España se basa en dos conceptos básicos - innovación y eficiencia- para fabricar papel con menos agua y menos energía y convertir los residuos del proceso en recursos. De este modo se consigue el uso en cascada de la materia prima en simbiosis con otras industrias.

Actualmente el 81% de los residuos de fabricación se valorizan por distintas vías: valorización energética, fundamentalmente en la propia fábrica, uso directo agrícola, compostaje y uso como materia prima en otras industrias (cementera, cerámica...).

La política de gestión de los residuos de proceso papelero consiste en primer lugar en su minimización, a través del control de calidad de la materia prima y de mejoras en el proceso de fabricación. Y, en segundo lugar, en su valorización en distintas aplicaciones o su valorización energética. Sólo en el caso de que ninguna otra vía sea posible, se recurre a su eliminación en vertedero controlado.

Los residuos con destino a vertedero se han reducido de manera muy importante en los últimos años. Han pasado a representar del 35% en 2010 al actual 19%.

Hay que destacar el gran avance producido en el uso de estos residuos como combustible fundamentalmente en la propia fábrica, que ha pasado de apenas un 3% en 2010 a casi el 28% actualmente.

Cabe reseñar también que casi el cien por cien de la producción papelera en España (97%) se realiza bajo sistemas de gestión medioambiental (ISO o EMAS) y la buena evolución en cuanto al uso de agua y vertidos o en las emisiones.

Las medidas de eficiencia energética, el uso de biomasa como combustible y la cogeneración integran la estrategia del sector en cuanto a la reducción de emisiones. La biomasa que se genera en el propio proceso papelero (cortezas, lignina, restos de fibras no aptos ya para el reciclaje…) se utiliza como combustible en las propias plantas. De hecho, el sector papelero es el mayor productor y consumidor industrial de biomasa en nuestro país.

La mayor parte de la energía que consumen las plantas papeleras la genera el propio sector papelero en plantas de cogeneración, situadas al lado de las fábricas de papel y celulosa, con lo que se evitan pérdidas de electricidad durante su transporte. La cogeneración produce a la vez electricidad y calor útil en forma de vapor (que se emplea para secar la celulosa y el papel), optimizando el uso de combustible y reduciendo las emisiones.

El sector tiene asimismo una larga tradición de optimización del uso del agua. En las fábricas papeleras, se consume únicamente un 5-10% del total de agua que se usa en la producción de pasta y papel, bien porque se evapora o porque se incorpora al producto final. El 90-95% restante se devuelve al medio receptor convenientemente depurado, tras ser reutilizado internamente el máximo número de veces posible.

El volumen de uso total de agua en el proceso industrial papelero en España se ha reducido en un 25% desde 2000 y en un 46% desde 1990, mientras la producción de papel casi se ha duplicado y la de celulosa se ha incrementado más de un 20% en los últimos 25 años.

El ‘bosque urbano’, el papel para reciclar, ha resistido a pie firme la segunda recesión. Ni la caída del consumo ni la obligada austeridad en la gestión pública han sido obstáculo para mantener los altos estándares conseguidos en recogida y reciclaje de papel. La colaboración administración-ciudadano-industria, la fortaleza y eficiencia de los sistemas de recogida y la capacidad recicladora de nuestro sector papelero han hecho posible tasas de recogida por encima del 70% y tasas de reciclaje en torno al 80%.

Al rozar los cinco millones de toneladas, la recogida de papel para reciclar alcanzó en 2008 su récord histórico en España. En los años sucesivos experimentó, como consecuencia de la crisis, un descenso roto solo por el leve repunte de 2011. Y por fin en 2014 empezó a crecer de nuevo y lo hizo por encima del 4%.

De los 135 kilos de papel que un español consume al año como media, el 71% (96 kilos) se recoge para ser reciclado en las fábricas papeleras. Eso hace un total de 4,4 millones de toneladas recogidas en 2014 para su reciclaje.

España es una potencia en reciclaje de papel y cartón. En 2014, las fábricas papeleras españolas reciclaron 5,1 millones de toneladas de papel y cartón. En la Unión Europea, solo Alemania supera ese volumen de reciclaje.

La capacidad recicladora de nuestra industria papelera permite garantizar el reciclaje de todo el papel y cartón que se recoge en España, cerrando el ciclo en nuestro país. De hecho, en 2014 se recogieron 4,4 millones de toneladas y nuestra industria recicló 5,1 millones de toneladas. El 70% del papel que recicló en 2014 la industria papelera española era de procedencia local y el 30% restante se importó de países limítrofes.

Los productos papeleros, los productos del futuro

Dos milenios de innovación y adaptación al mercado, con nuevos productos y nuevos usos y aplicaciones avalan la resiliencia del papel. Los bioproductos renovables y reciclables como el papel, capaces de producir el mayor valor añadido a partir de las materias primas iniciales, son los productos del futuro, los más aptos para satisfacer las demandas de los nuevos consumidores. La cadena del papel, desde el bosque, pasando por la fabricación de celulosa y papel y su transformación en todo tipo de productos papeleros (cajas, bolsas, libros, periódicos, productos de tisú…), hasta su recogida y tratamiento para su reciclaje final en una fábrica papelera, cerrando el ciclo, es una potente cadena de valor, de creación de empleo y riqueza.

La Memoria de Sostenibilidad del sector papel en España está disponible en: http://www.aspapel.es/sostenibilidad/memoria