Una agricultura limpia y natural
15 de noviembre de 2007
El desarrollo de la agricultura se inició en aquellas áreas donde existían las condiciones óptimas de clima, disponibilidad de agua y suelo; sin embargo, la innovación e investigación tecnológica, en la que la aportación de los materiales plásticos ha tenido bastante incidencia, ha contribuido a un tipo de cultivos donde los factores antes mencionados no limitan la producción, convirtiendo tierras y zonas de la geografía nacional, aparentemente improductivas, en modernísimas explotaciones agrícolas.
En tan sólo doce años, la producción del poniente almeriense se ha incrementado un 300 por ciento, permitiendo que la dieta sea más rica y variada durante todo el año, con el consiguiente beneficio para la salud. Si se toma como ejemplo la producción de tomates se puede observar lo siguiente:
Producción al aire libre: 9,1 kg / m2.
Producción en invernaderos tradicionales: 19 kg / m2.
Producción en invernaderos modernos: 33 kg / m2
Filmes especiales para combatir las plagas
Junto a la necesidad de ampliar zonas de cultivo manteniendo la máxima calidad para el consumo, uno de los grandes retos consiste en desarrollar técnicas cada vez más respetuosas con el medio ambiente. La utilización de plásticos en la agricultura aporta avances en este sentido. Un claro ejemplo son los filmes especiales para la desinfección de suelos, que han demostrado ser una buena herramienta para combatir cierto tipo de plagas.
La denominada solarización es un método de control de plagas que utiliza una fuente de energía natural, la radiación solar, para eliminar organismos nocivos del suelo, tales como hongos, larvas de insectos y semillas de malezas. La mayoría de estos patógenos tienen un tiempo muy limitado de resistencia a altas temperaturas, es por esto que se deben mantener temperaturas elevadas en la superficie de la zona para conseguir resultados óptimos.
La técnica es muy sencilla: consiste en la utilización de láminas de plástico transparente que se disponen sobre el terreno ya preparado y húmedo. En sólo 30 ó 45 días se absorbe la radiación solar necesaria para crear un ambiente de altas temperaturas en el mismo; momento óptimo para desarrollar la actividad de control de plagas. Pasado este período, el filme se descubre y se procede a la siembra o plantación. Además, gracias a este proceso, se enriquece la tierra con nitrógeno, calcio y magnesio que las plantas agradecerán en su crecimiento.
Alternativa ecológica y económica
Esta técnica, basada en un recurso natural, es la alternativa a otras de control de plagas convencionales, que pueden llegar a tener un efecto más perjudicial, tanto para las propias cosechas como para la salud de los consumidores y, por supuesto, el medio ambiente. Está demostrado que la solarización es una técnica ecológica y económica.
Asimismo, la utilización de materiales plásticos en la agricultura permite un ahorro sustancial de recursos hídricos, con una mejora de la productividad, a lo que se debe añadir el respeto del medio ambiente. Estos materiales permiten almacenar agua en aljibes y embalses impermeabilizados con geomembranas, a la vez que optimizan su consumo mediante riego por goteo y sistemas de recirculado, con una irrigación precisa, eficiente y económica. Además garantizan un consumo eficaz de fertilizantes con un bajo coste de instalación, y evitan la erosión del suelo por arrastre. Todo ello con los adecuados balances salinos para ayudar a mantener la máxima fertilidad.
El potencial económico que los materiales plásticos aportan a esta actividad es evidente. Sin embargo, una vez cumplida su misión en la agricultura es necesario establecer medidas que faciliten la recogida y reciclado: los plásticos tienen así una segunda vida útil.
Gran parte de los materiales plásticos procedentes de la agricultura se recicla. Sin embargo, existen casos en los que por el contenido de impurezas y tierra, es aconsejable utilizar la recuperación energética, aprovechando así su alto poder calorífico.
Los análisis realizados por organismos españoles (CSIC, Departamento de Ingeniería Rural de la Universidad de Almería, Universidad Politécnica de Valencia, etc) e internacionales (el Instituto para la Gestión de Residuos Plásticos) muestran la utilidad de los plásticos en la agricultura, además de su considerable valor como combustible cuando dejan de ser útiles: los contenidos de humedad y de cenizas del polietileno son inferiores a los del carbón lo que, unido a su mayor contenido de carbono e hidrógeno, hace que su poder calorífico sea superior en más del 50 por ciento.
Gracias a la recuperación energética se consiguen varios efectos positivos como la producción de energía, la reducción del consumo de combustibles fósiles y la consiguiente disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero.
En España, la utilización de materiales plásticos ha favorecido el desarrollo de actividades hortofrutícolas en las zonas semidesérticas del sureste del país, incrementan la producción y el número de cosechas, y éstas son más saludables al no necesitar la utilización de plaguicidas como en otras formas de cultivos. Siempre con absoluto respeto al medio ambiente. Si a esto le unimos el ahorro de recursos, tanto energéticos como acuíferos, y la creación de puestos de trabajo, esta práctica se convierte en imprescindible dentro de la agricultura moderna.
(*) CEPLA: Comité Español de Plásticos en Agricultura. Lo forma: la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Valladolid, Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Andalucía, Federación Nacional de Comunidades de Regantes de España, además de diversas empresas.
(*) CIPA: Comité Internacional de Plásticos en Agricultura (lo integran 15 países de los cinco continentes).