El cliente no es un enemigo
El showrooming es uno de los hábitos de consumo que más estaría perjudicando el comercio tradicional: muchos clientes entran en las tiendas y ven el producto, para después comprarlo online a un precio con el que una tienda física no siempre puede competir.
Esto lleva a muchos comerciantes a seguir viendo internet como un adversario y, lo que es peor, al cliente como a un enemigo. Incluso hay tiendas que están cobrando por probar los productos, en una estrategia que es probablemente la peor imaginable. Si le decimos a alguien que tiene que pagar por ver lo que queremos vender, le estamos diciendo que no nos fiamos de su comportamiento. Le estamos insinuando prácticamente que es un aprovechado y que sólo entra en nuestra tienda para hacernos perder el tiempo. Y si nosotros no nos fiamos de nuestro propio cliente, tampoco podemos exigirle que confíe en nosotros y nos haga caso cuando le recomendemos un producto o un servicio, esperando que además vuelva a nuestra tienda, satisfecho tanto con la compra como con la experiencia y el asesoramiento recibido.
El showrooming es un problema. Sin duda. Pero la solución no está en enemistarnos con un cliente que, al fin y al cabo, tenemos ya en nuestra tienda y está además interesado en nuestros productos. Teniendo en cuenta que eso ya supone tener media venta hecha, hay otras estrategias más útiles, como explicábamos recientemente:
- Competir por precio.
- Ofrecer una experiencia de compra diferente.
- Asesorar al cliente no sólo en el momento de compra, sino durante toda la posventa.
- Seguir una estrategia multicanal, ya que todos podemos estar online.
Si optamos por enemistarnos con nuestro cliente sólo vamos a conseguir que no vuelva a nuestra tienda. Tenemos dos opciones: echarle la culpa a internet y seguir protestando hasta que tengamos que cerrar, o asumir de una vez por todas que estamos en 2013 y que internet está presente en todos los aspectos de nuestra vida, incluidas las compras, y que eso no va a cambiar en mucho tiempo.