Innovar para vender
Ayer estuve ejerciendo de jurado para los premios de innovación que concede cada año la feria de puericultura Kind+Jugend, que se celebra en Colonia del 13 al 16 de septiembre. Por tercer año he participado en esta deliberación, en calidad de director de Puericultura Market y junto con otros cinco colegas de otros países.
El proceso es muy sencillo: los fabricantes envían formularios de participación a la feria y la organización nos envía a nosotros la información y las fotografías de los productos, a partir de las cuales hacemos una primera selección. Ayer viajamos a Colonia para ver el producto expuesto, y poder además probarlo. Tras deliberar con el resto del jurado, optamos por los ganadores de cada categoría.
Desde luego, disfrutamos de libertad total para optar por un producto u otro y no recibimos ninguna presión por parte de fabricantes o de la organización.
Pero no, todavía no podemos publicar la lista de los ganadores.
Tuvimos que decidirnos por los productos según un criterio, el de la innovación, que es muy amplio y que incluye tanto productos sencillos que solucionan problemas y necesidades cotidianas, como sofisticados artículos que incorporan tecnología muy reciente.
Eso sí, siempre hay que recordar que el círculo de la innovación se cierra en el momento en que el producto se traslada al mercado. Es decir, la innovación real se da cuando el consumidor acepta el producto. No basta con una idea brillante: el artículo ha de ofrecer soluciones prácticas, la comunicación del concepto ha de ser la adecuada, la fabricación ha de ser viable y el consumidor ha de adoptarlo. Por ejemplo, unos costes muy elevados pueden dejar fuera del precio de mercado alguno de estos productos, por muy novedoso que sea.
Además, los últimos años está siendo difícil ver productos realmente diferentes. La innovación comporta riesgo e inversión, y no hay tantas empresas que tengan los recursos suficientes como para hacer una apuesta importante en este sentido. Hay que pensar que en categorías de puericultura como las sillas de paseo, el desarrollo de un producto de cero puede comportar hasta dos años de trabajo, desde la creación y el diseño del concepto hasta que el producto sale a la venta.
Pero por otro lado, tampoco hay que olvidar que la innovación puede suponer también una solución imaginativa a un problema cotidiano para el que no siempre será necesaria una inversión elevada. En coyunturas como la actual, también es el momento de diferenciarse de la competencia y posicionarse en el mercado.