¿El rosa es para las niñas?
A pesar de que somos conscientes de que se trata de una distinción convencional, nos puede parecer que el azul es un color de niños y el rosa es para las niñas. Es decir, sabemos que no esto no es ni necesario ni obligatorio, pero nos parece casi natural.
Pero en realidad se trata de una distinción completamente arbitraria. De hecho y a pesar del bombardeo publicitario y de las convenciones sociales al respecto, el rosa es el color favorito de sólo el 3% de las mujeres, como explica Gemma Cernuda en Ellas deciden, citando un estudio de la psicóloga alemana Eva Heller.
La distinción es tan arbitraria que hace un siglo era completamente diferente. En un artículo de 1918 citado en Smithsonian.com , se explica que "la norma generalmente aceptada es el rosa para los niños y el azul para las niñas. El motivo es que el rosa, que es un color más dedicido y fuerte, es más adecuado para el niño, mientras que el azul, más delicado y suave, es más bonito para la niña".
Además, Time publicó en un 1927 un cuadro con los colores más apropiados para los niños y las niñas según los principales grandes almacenes de Estados Unidos: muchos insistían en que el rosa era el más apropiado para los niños.
De hecho y hasta la década de los 40, las preferencias del mercado estadounidense no acabaron de identificar el rosa con las niñas y el azul con los niños, en una decisión que podría haber ido en el sentido inverso, tal y como explica también el artículo de Smithsonian.com, que de hecho añade que actualmente las diferencias que imponemos a niños y niñas son en muchas ocasiones mayores que hace años, a pesar de que nos pueda parecer lo contrario.
Y es que desde mediados de los 80, los padres pueden conocer el sexo de su hijo antes del nacimiento, por lo que compran la ropa, el mobiliario y todos los complementos textiles para sus hijos con los colores que ellos consideran adecuados, basándose muy a menudo en su sexo. Y además, el creciente consumismo, el cada vez mayor número de contenidos audiovisuales y la influencia de la publicidad llevan a que los niños y niñas por un lado sean conscientes de su género antes, tan pronto como a los 3 y 4 años, y por otro quieran identificarse siguiendo los modelos de estos mensajes y recurriendo al rosa y a las princesas por un lado, y al azul y a los superhéroes por otro.
Es decir, aunque sin duda y en algunos ámbitos hemos entrado en un círculo vicioso en el que estos mensajes se refuerzan a sí mismos, no deberíamos olvidar que se trata de convenciones cambiantes. El rosa no es necesariamente un color de niñas y nuestra oferta puede ser mucho más amplia y para muchos más públicos.