Ser optimistas: una necesidad
Durante la jornada del tercer aniversario de Kid's Cluster, José Luis Sánchez, consultor senior de Infonomia, recordó la importancia del optimismo. Tal y como explicó, la NASA tiene en cuenta el optimismo de los astronautas a la hora de hacer su selección. No se trata de una cuestión anecdótica: cuando alguien está encerrado en un tubo de metal a miles de kilómetros de la Tierra, lo último que quiere oír es a su compañero llamando la atención sobre algún ruido sospechoso y suspirando "nunca volveremos a casa" ante cualquier problema.
De hecho, el optimismo tiene efectos en todos los ámbitos de la vida e incluso hay estudios que apuntan a que ser optimista ayuda a prevenir el cáncer y a fortalecer el sistema inmunológico.
Pensar en positivo también ayuda en los negocios. Para comenzar, es más agradable tanto para nosotros como para los que nos rodean. Es decir, el optimismo ayuda a generar un mejor ambiente de trabajo, que no es poca cosa.
Pero no se trata de estar a gusto mientras se hunde el barco, sino de una cuestión de efectividad: el optimista se centra en las soluciones, mientras que el pesimista sólo presta atención a los problemas. Como es lógico, resulta más fácil salir airoso de una situación difícil cuando se aprecian las estrategias y las oportunidades y no cuando sólo nos centramos en las dificultades.
Por supuesto, no se trata de perder de vista la realidad y vivir sólo de ilusiones, sino de encarar la coyuntura en la que nos encontramos de forma decidida, conscientes de que la solución está, al menos en gran medida, en nuestras manos. La cuestión no es ver el vaso medio lleno o medio vacío, sino llenarlo nosotros mismos.