Crisis de natalidad y políticas de conciliación
Según Lidia Farré, investigadora asociada del IAE-CSIC, las políticas de conciliación juegan un papel clave para equilibrar el cuidado de los hijos entre padres y madres, y así mejorar las tasas de natalidad.
En España, enmarcada en una crisis de natalidad a largo plazo, “la recesión económica, con consecuencias muy graves en el mercado de trabajo (tasas de paro por encima del 25%, y del 50% entre los jóvenes)”, según nos detalla la profesora de la UB e investigadora asociada del IAE-CSIC, Lidia Farré, ha podido provocar que las familias decidan no tener hijos, o tenerlos más tarde. Datos que, como publicábamos anteriormente, han hecho favorecer una caída en la fecundidad del país. En este sentido, dicho factor, tal y como añade la investigadora, también se ha unido a “la reducción del número de ciudadanos inmigrantes, ya que éstos tenían unas tasas de fecundidad más altas que la media del país”. Sin embargo, para entender los cambios socio-económicos que se están viviendo a nivel nacional, Lidia pone sobre la mesa el rol de la mujer en la actualidad, así como la evolución que ha experimentado durante los últimos años, sobre todo en relación con el mundo laboral.
Y es que “el progreso de la mujer en el mercado de trabajo es, sin duda, un factor clave para entender el descenso de la natalidad. La incorporación de la mujer en el mercado laboral es un factor económico estructural, que impacta en los valores sociales y económicos, y ello podría explicar la caída de la natalidad durante las últimas décadas”. Así, sin olvidar que el descenso en la natalidad desde 2008 parece tener un componente “de carácter cíclico más asociado con el contexto y la recesión económica”, Farré nos recuerda que las encuestas de uso del tiempo continúan poniendo de manifiesto que las mujeres dedican más tiempo que los hombres a las tareas domésticas; mientras que las referentes a los salarios y las estadísticas sobre la composición de las empresas también muestran que “las mujeres continúan teniendo sueldos más bajos y ocupando posiciones menos relevantes que los hombres”.
¿Cómo han sido las políticas de conciliación en España?
Esta evidencia, dice la experta, “puede responder a una fuerte preferencia por las mujeres a dedicarse al cuidado de los hijos y al trabajo doméstico o a la presencia de discriminación en el mercado laboral”. Y en este sentido, las políticas de conciliación pueden jugar un papel clave.
No obstante, “las políticas de conciliación de los últimos años han sido poco efectivas”, nos relata Lidia. Hablando de la introducción de las dos semanas de permisos de paternidad, la experta remarca que, aunque han aumentado la participación masculina en los permisos por nacimiento de un hijo, no han influenciado en su implicación en las tareas domésticas y en el cuidado de los hijos, aunque éstos parece ser que también desean mayor grado de involucración.
Premisos obligatorios, también para los padres
¿Cómo deberían ser unas políticas de conciliación eficaces? Lidia propone dos focos de atención: “en primer lugar un aumento de la oferta de guarderías públicas de calidad. Esto facilitaría que la mujer pudiera decidir su oferta de trabajo sin necesidad de negociarla con el resto de miembros de la familia. Y otra alternativa, sería la introducción de permisos de paternidad obligatorios y de igual duración que los permisos por maternidad”. Y es que, tal como Farré ejemplifica, en otros países se ha demostrado que cuando los permisos por nacimiento de un hijo son compartidos, son en su gran mayoría las mujeres las que hacen uso de ellos: “si estos permisos son muy generosos (de larga duración) éstos pueden tener efectos negativos sobre el mercado laboral femenino. Por ejemplo, en Suecia los permisos por nacimiento de un hijo muy generosos parecen favorecer la persistencia del techo de cristal (barreras invisibles que encuentran las mujeres a la hora de abrirse paso en su carrera profesional)”.
Por esta razón, los permisos por nacimiento de igual duración y obligatorios para ambos progenitores podrían incrementar la participación de los hombres en las tareas domésticas, así como en el cuidado de los hijos. Y no solo al nacer, sino también en el largo plazo. Además, este tipo de políticas podría hacer disminuir la discriminación de género en el mercado de trabajo: “si ambos progenitores tienen la obligación de ausentarse del lugar de trabajo durante unos meses (y no de manera simultánea) tras el nacimiento de un hijo, los empleadores deberían ser indiferentes al tiempo de contratar a un hombre o a una mujer”.