Los límites de la prudencia
Si hay una palabra que calificaría la manera de actuar de los fabricantes y detallistas sería "prudencia". No hay duda de que hay una contracción en el consumo, y no sólo en España, y está claro que el consumidor compra menos cantidad y de menos marcas, intensificando así la tendencia a la concentración.
Esta prudencia tiene sentido, pero lo cierto es que acaba yendo más allá de la situación del mercado. El menor consumo provoca que los detallistas compren menos producto y que los fabricantes no desarrollen tantas referencias nuevas. Pero esto a su vez lleva a que los consumidores se encuentren con una oferta más reducida y no puedan escoger, potenciando de nuevo que se vendan sólo unas gamas de producto y unas licencias determinadas.
Es decir, cuando la prudencia es excesiva, se retroalimenta a sí misma. Esta situación lleva además a contradicciones en el propio mercado, cuando el consumidor busca unas determinadas marcas o productos y no los encuentra simplemente porque los fabricantes y los distribuidores tienen una visión sesgada de sus compradores, por culpa de esta aversión al riesgo quizás excesiva.
Esto no sólo afecta a productos y nombres nuevos. También hay propiedades dentro del licensing, por ejemplo, que siguen estando muy presentes en la mente del consumidor, pero que los profesionales están retirando antes de tiempo, creyendo que el mercado está saturado. Es decir, se teme incluso que las apuestas seguras hayan dejado de serlo.
Sin duda, tomar riesgos en la situación actual no es fácil y es evidente que hay que calcularlos bien y actuar siguiendo todos los datos y los análisis disponibles. Pero tampoco se puede olvidar que el mercado necesita dinamismo y que no hay que dejar escapar las oportunidades. Un exceso de prudencia puede paralizar el negocio.