El gran impacto de la economía de los jóvenes
La brecha económica entre generaciones tiene un gran impacto en la demografía, los hábitos de consumo y en la evolución de industrias como la puericultura.
España vive en la actualidad una significativa fractura social provocada, especialmente, por la desigualdad: inequidad en los salarios, en la riqueza, en el mercado laboral y en el hogar, las cuales separan claramente dos generaciones: los jóvenes y los mayores. Vivimos en un estado envejecido (la natalidad continúa bajo mínimos y en 2033 uno de cada cuatro españoles tendrá más de 65 años), lo que provoca que los jóvenes tengan que soportar impuestos más altos para pagar las pensiones y el cuidado de los mayores. A grandes rasgos, la consecuencia principal de todo ello es que el poder adquisitivo de generaciones como los Millennial será mucho menor al de los mayores.
El impacto de este fenómeno en el sector de la puericultura es una de las preocupaciones más extendidas entre las empresas del sector. En este sentido, la evolución del mercado de la vivienda nos sirve de indicativo para entender que los jóvenes disponen de mucho menos dinero, de menos capacidad para emanciparse y, como consecuencia, de menos planes de formar una familia.
Analicemos algunos datos
Según señala el periodista Miguel Ángel García Vega en un artículo para El País, la emancipación en solitario con una única fuente de ingresos es poco probable por debajo de los 30 años. De hecho, tan solo el 19,3% lo había conseguido a finales de 2017 (en 2008 eran el 26%), según los últimos datos del Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España (CJE). De otro lado, Eurostat lo ratifica mostrando que la edad media a la que se abandona el domicilio familiar en España (29,3 años) es la sexta más alta de Europa.
Esto ocurre porque el porcentaje de ingresos que esos menores de 30 años deben destinar para acceder a una vivienda supera el 30%. Y, en el caso de los asalariados que viven en solitario, el alquiler se lleva un 88% de sus ingresos, mientras que a la compra se destina un 61% de los mismos.
Así, los bajos salarios, la precariedad laboral y los elevados precios de la vivienda están dejando de lado a un colectivo que necesita la ayuda económica de sus familiares y que es cada vez más vulnerable.