Apuesta por el comercio de próximidad en puericultura
Por mucha oferta que llegue, y por mucha diversidad que nos ofrezcan, nada y digo nada sustituirá nunca a la experiencia de la compra personal, el poder ir a un comercio a ver los diferentes artículos que nos ofrecen y decidir que llevarnos.
No te voy a negar que en esa plataforma online existirán posiblemente más opciones de marcas o colores, ¿pero de verdad necesitamos tanta oferta? Quizá nos están acostumbrando, y yo opino que mal, a un exceso de opciones en nuestro día a día, que sinceramente creo que lo único que hacen es generarnos más necesidades y cierta ansiedad a la hora de decidir entre tantas posibilidades. Esta nueva industria pretende convertirnos en ávidos consumidores llenando nuestro móvil de continuas ofertas y novedades que nos acechan, y la pregunta es ¿es ese el tipo de comercio que queremos para el futuro? Una venta automatizada donde los algoritmos decidan lo que nos conviene y sin ningún trato personal, una compra deshumanizada, que llega de lugares insospechados, llegando un artículo a cruzar medio mundo, por ahorrarse un par de euros, generando además así una considerable huella de carbono que no tenemos en cuenta y que posiblemente algún comercio de tu localidad tendría un artículo similar que podría haberte dado el mismo servicio.
Apostar por el comercio de proximidad
¿Somos conscientes de que este modelo de mercado consumista globalizado es insostenible? Un comercio de proximidad no es solo un negocio que da de comer a una familia, es mucho más que eso y los estamos dejando morir… La tienda de tu barrio es un local que está abierto, da luz a tu calle, la mantiene limpia, paga impuestos y tasas en tu localidad, contribuye a generar vida e incluso genera puestos de trabajo.
¿Te has parado a pensar alguna vez la importancia que tienen los pequeños comercios? ¿Y el impacto que tiene una calle con todos ellos cerrados? Pues es verdaderamente una imagen lamentable, que se está convirtiendo por desgracia en una estampa muy habitual que, ahora tras la pandemia, muchos de aquellos comercios no volverán a abrir su persiana.
Todo depende de los valores que tengas en tu día a día, yo soy una de esas personas que disfruta trabajando y viviendo en su mismo pueblo, que voy cuando puedo al mercado y compro producto de temporada, que consumo prácticamente todo local, y que valoro el trato y la amabilidad con la que me tratan cuando acudo a esos pequeños comercios. Hago circular la economía y trato de gastar entre mis vecinos y no en grandes empresas que ni siquiera contribuyen con sus impuestos aquí, aquellas que solo valoran el beneficio, tienen a sus trabajadores en dudosas condiciones y valoran el volumen de ventas sobre todas las demás opciones.
Pero para poder explicar a esta nueva generación digital, que no tiene esta experiencia de proximidad, han de dar el paso y probar al menos la compra local para valorarla. Parece que a veces hay como una idea preformada en la que aquello que es de fuera es mejor, y nada más lejos de la realidad. En tu comercio local puedes encontrar artículos de primera y lo mejor con un servicio de primera.
Comercio de proximidad: mucho más que una venta
Y llegados a este punto: ¿Cuál es el camino a seguir después de este año en blanco que hemos pasado? Pues sinceramente sobrevivir y poco a poco tenemos que cambiar la mentalidad de la gente y darles a probar la maravillosa experiencia de la proximidad. Es como cuando tú vas a tu peluquería habitual y literalmente te dejas hacer porque confías en la mano de ese profesional. Es esa conexión que se va generando entre el comerciante y el cliente, en la durante la visita llega un momento donde se producen conversaciones personales preguntando por la familia o alguna otra cuestión, empatizamos….
Llega un momento en el que, de verdad, algunos de tus clientes llegan a ser amigos. Recuerdo que tenía una clienta que cuando venía a la tienda solía traerme de vez en cuando un café y charlábamos uno rato. Era un momento muy especial. Hay que humanizar la venta y establecer unas preferencias con las que tener un criterio como comerciante (está claro), pero lo primero siempre es ser persona y eso solo pasa en las tiendas físicas.
En mi caso, podría decir que jamás he vendido aquello en lo que no he creído o confiado, no quiero para mis clientes aquello que yo misma no usaría con mis hijos, esta ha sido y será siempre mi máxima. No quiero clientes puntuales, me gustaría que acudan a Amatxu como un sitio donde se asesora. Que algunos clientes te digan que tienen que hacer un regalo y que les des tus ideas porque confían en tu criterio, no tiene precio.
Es cierto que en ocasiones he llegado a decirle a algún cliente que no era necesario en su caso comprar tal artículo, y aunque en un principio se han quedado algo extrañados, más tarde han venido a darme las gracias por el consejo, ya que no solo estamos para vender, somo compañeros de una epata vital en la vida: que es la crianza, y eso requiere cuidar de nuestros mini clientes como de nuestros propios hijos, al menos yo lo veo así.
Comprar en el pequeño comercio nos hace grandes
Tenemos que adquirir el compromiso de dar todo lo mejor que podamos de nosotros y trasmitírselo al cliente. Esta relación no se establece en un gran centro comercial ni con ninguna tienda online por mucha marca o precio que tengan. Esta relación surge entre personas que se tratan, que viven de cerca, y que nutren a su ciudad. Bajemos el ritmo, paremos este veloz tren en el que nos hemos subido y recordemos que lo bueno que se da, vuelve algún día a ti. Y como en otros lugares de Europa, el comercio de proximidad ha renacido, valorado, querido, llenado las calles de luz, así que en algún momento también pasara aquí, lo único que tenemos que hacer es esperar a que llegue y tratar de adaptar nuestras tiendas a las nuevas formas. Tenemos que ir evolucionando como podamos, pero sin perder la esencia de lo que somos, ya que al final eso es lo que nos diferencia, recuerda siempre que “Comprar en el pequeño comercio nos hace grandes”.