Un libro analiza las claves sobre la economía del olivar y el bienestar de quienes lo cultivan
¿Hasta dónde se ha llegado en el despegue económico de los aceites de oliva? ¿Qué queda por hacer? Son dos de las preguntas base que se plantea el monográfico ‘Economía y Comercialización de los Aceites de Oliva’, editado por Cajamar y coordinado por Manuel Parras Rosa y José Antonio Gómez-Limón, de las universidades de Jaén y Córdoba, respectivamente.
El libro se presentó el pasado 18 de enero en el Aula Magna de la Universidad de Jaén ante un abundante púbico y representantes del sector agrario y olivarero. Se compone de una vasta serie de artículos realizados por expertos con los que se pretende, en palabras de Pérez-Limón, “estudiar y dar a conocer el sector desde su perspectiva económica y comercial”. Para el coordinador, durante las últimas dos décadas, el sector ha sido un cultivo de gran éxito porque ha duplicado su producción y ha vendido su aceite medianamente bien. “Somos líderes mundiales en producción, pero hay otras cosas que no se están haciendo tan bien, como por ejemplo el hecho de que una cuarta parte del olivar no sea rentable cuando el aceite se vende a 2,5 euros o menos, o el hecho de que continúe la despoblación rural en los municipios en los que se cultiva el olivar. El consumidor, incluso el español, no sabe bien diferenciar los aceites de oliva y sus distintas calidades”, apuntó. De todo ello, tal y como explicó, el libro pretende hacer una profunda reflexión e incitar al debate. “Tenemos que ejercer el liderazgo y este liderazgo debe repercutir en el bienestar de las zonas de producción”, añadió.
Para la elaboración del documento se ha contado con una comunidad académica y muy vinculada a la producción. “Cuando la gente lea el libro, seguramente habrá cuestiones con las que no esté de acuerdo, pero no pretendemos que todo el mundo lo esté, sino genera un debate y que el sector reflexione, bajo el único objetivo de que se vaya logrando que el crecimiento del olivar se refleje en el bienestar de la población”, indicó Gómez-Limón.
Manuel Parras destacó de ‘Economía y Comercialización de los aceites de oliva’ que es un libro de divulgación científica adaptado a un lenguaje que pueda entender toda la ciudadanía. “El sector del aceite de oliva es objeto de numerosas investigaciones, una realidad lógica teniendo en cuenta su relevancia, sin embargo, pocos son los estudios que se hacen desde el punto de vista económico, algo muy importante en los últimos tiempos”, apostilló, para añadir: “Hubo una época en la que los aceites de oliva tenían comprador seguro y buenos precios, pero ahora el escenario ha cambiado. Hay más competencia y la rentabilidad está más ligada a esta competencia que a las políticas públicas”.
Del libro, Parras destacó la perspectiva económica, la calidad de los autores, así como la visión prospectiva. Según su criterio, España ha sabido utilizar las ventajas de las nuevas tecnologías para avanzar en la producción, pero por ello no debemos caer en la autocomplacencia. Ahora el desafío es ejercer otro tipo de liderazgo centrado en que la riqueza que genera este olivar repercuta directamente en la sociedad que lo produce.
Parras hizo hincapié en la importancia del crecimiento del mercado del aceite de oliva y recordó que el consumo mundial ha aumentado un 50% en los últimos veinte años, “pero nos queda un largo trabajo en otros muchos aspectos, como el hecho de que el sector puede parar la sangría demográfica de los territorios oleícolas, por ejemplo”. Para esto y para mucho más, subrayó, nos queda un largo camino.
El ex rector de la Universidad de Jaén y presidente del CES detalló que el monográfico trata el sector del olivar desde cinco ejes fundamentales: la competitividad y modernización; las relaciones entre el sector del aceite y el territorio; la orientación al mercado; la transformación digital y cómo esta ha afectado y afecta al mercado y, por último, la repercusión del papel de las administraciones. “Nuestra idea es que los que tienen algo que ver con el sector, puedan reflexionar y, a través de estas reflexiones, optar por las estrategias más adecuadas para el desarrollo del sector”, matizó.
Las grandes empresas productoras analizan el futuro
Tras la presentación del libro en el Aula Magna de la Universidad de Jaén, los numerosos asistentes, representantes del sector en todos sus ámbitos, pudieron escuchar a los cabeza de las cuatro mayores empresas productoras de aceite de oliva español en la mesa redonda sobre el futuro del olivar y sus aceites, coordinada por Roberto García Torrente, director de Innovación Agroalimentaria de Cajamar Caja Rural. Participaron Antonio Luque Luque, presidente de Dcoop; Juan Gadeo Parra, presidente de Interóleo; José Luis García Melgarejo, director gerente de Olivar de Segura y Cristóbal Gallego Martínez, presidente de Jaencoop. Entre las cuatro empresas producen unas 400.000 toneladas de aceite de oliva al año, lo que supone un tercio de la producción española.
Antonio Luque recordó cómo en enero de 1986, siendo muy joven, participó por primera vez en un grupo de trabajo del Comité Consultivo de lo que entonces era la Comunidad Económica Europea. “Lo que se temía entonces es que los 500 millones de kilos de producción que había en esa época, fueran 700 millones”, indicó. “España actualmente produce el doble de aquello y, además, se vende bien. Se debería vender mejor, pero se vende”, completó.
Luque está convencido de que el dinero que se está generando en estas últimas campañas, con la subida de los precios, puede perderse si se incrementa la producción notablemente. “Algo que pasará en cuanto lluevan 600 litros de agua en un año”, dijo. Y continuó: “Podemos morir de éxito porque el aceite bajará de los dos euros, seguro”. ¿Qué debemos hacer para estar preparados ante esto? Para Luque, las claves son competitividad, calidad, e internacionalización. “Tenemos sobre todo que trabajar sabiendo que, con agua y con los nuevos cultivos, habrá años en los que tengamos que gestionar el stock, por lo que necesitamos las estructuras suficientes para poder hacerlo”, consideró.
Además de las estructuras, el presidente de Dcoop piensa que hay que crecer en los mercados internacionales, para contrarrestar la bajada del consumo dentro de España, que ya es un hecho. Y dentro de los mercados internacionales, destaca algunos de especial importancia como el de Estados Unidos. “Todo ello se hace con empresas grandes que gestionen el sector y que puedan generar influencia”, destacó.
Juan Gadeo se considera optimista, aunque no conformista, con respecto al futuro del sector. “En estos últimos años, todo lo que se produce se vende a muy buenos precios”, dijo al comienzo de su intervención. “Se ha roto el mito de que cuando el aceite de oliva estuviera por encima de los tres euros, los consumidores se iban a ir al de girasol”, añadió. El consumidor, según Gadeo, acepta la subida de precios. “En España hay descenso de consumo, pero eso se compensa con las exportaciones y ya tenemos que tener muy claro que el aceite es un producto internacional. Vamos por muy buen camino si se producen dos millones de toneladas y se vende todo”, aclaró. En cuanto a años en los que se generen producciones muy elevadas, apunta a que es fundamental que se haga un esfuerzo en la regulación de los precios, algo en lo que, según su criterio, las cooperativas han hecho muy buen trabajo. “Nos tenemos que poner de acuerdo en cuanto a las reglas del juego, porque los aceites no son pepinos ni tomates, sino un producto no perecedero que se puede almacenar”, apostilló.
En referencia al mercado mundial, Gadeo se centró en el italiano “Da envidia ser testigo de cómo el aceite italiano está mucho más caro que el español si, además, los italianos vienen a España y compran aquí parte del aceite que venden allí”. ¿Qué es lo que hacen ellos para lograr esto? Según Gadeo, la clave es que llevan décadas fidelizando a los consumidores y afianzando la marca. Manejan muy bien el márketing, la comunicación, cuidan la presentación… y, así, logran comercializar el aceite a mucho mayor precio.
Gadeo mostró su preocupación por el hecho de que el mercado español esté desplazando a los competidores solamente por el precio y no por otros valores como la calidad. “Estamos vendiendo más barato a un competidor que es el mismo que nos está comprando”. Para Juan Gadeo, hay que darle valor a los precios de ahora, “y no sólo porque los astros hayan coincidido dos años y no haya aceite en otros países y haya llovido poco, sino por el propio valor del producto”. En este sentido de valorar y afianzar los precios actuales es fundamental la concentración de los grupos oleícolas, que también “algo han tenido que ver en que los precios estén como están ahora”.
José Luis García Melgarejo habló de la particularidad de la Sierra de Segura y de su olivar, “un paraíso de los más hermosos del sector”. Comenzó desde este punto de partida para recordar cómo hace treinta años un grupo de agricultores de uno de los municipios del parque Natural de la Sierra de Segura, Génave, decidió empezar a hacer agricultura ecológica. “En la actualidad no sólo no se han arrepentido, sino que son parte de que se haya logrado que el aceite ecológico sea uno de los subsectores del aceite de oliva con mayor expansión y crecimiento”, matzó. El ejemplo de estos agricultores es, para García Melgarejo, seña de que la diferenciación debe de ser fundamental para el futuro del aceite y lamentó cómo dicha diferenciación ahora no se refleja en los precios. “La pasada campaña la diferencia de precios en origen entre el virgen y el virgen extra no marcó ni el 2% y eso no sirve para desarrollar las necesarias herramientas de diferenciación”, explicó.
El acto de presentación del libro tuvo lugar en el Aula Magna de la Universidad de Jaén.
En el caso concreto de Olivar de Segura, indicó, “desarrollamos la calidad, contamos con la Denominación de Origen, la producción ecológica y, últimamente, queremos dar una visión más holística del sector cuidando, además, la sostenibilidad y el medioambiente, algo que conforma un valor añadido más a nuestro aceite”.
En la actualidad, indicó, Olivar de Segura lo componen 4.500 familias de pequeños agricultores y, cuando no hay aceite, no hay nada. “Tenemos que asegurar los ingresos en periodos en los que no haya cosecha y para ello hay que apostar por la internacionalización y la diversificación”.
Cristóbal Gallego comenzó su intervención destacando que el sector productor ha apostado por la calidad y que, actualmente, sí se puede enorgullecer claramente de la marca España. “Esta marca España ha estado también presente en las exportaciones, que han tenido muy en cuenta la calidad del aceite español”, dijo.
Gallego contó como Jaencoop se planteó un reto la pasada campaña: “Que los productores dejáramos de ser comparativistas para convertirse en cooperativistas”. Y aclaró su afirmación: “Continuamente los productores se comparan y se preocupan únicamente por a cómo ha liquidado uno u otro, pero sin embargo, es fundamental mirar más allá y cooperar”.
Para Gallego, el futuro del sector debe basarse en cuatro pilares base: integración, profesionalización, integración productiva y trazabilidad. Con respecto a esto último contó como el año pasado el grupo Jaencoop insertó en las etiquetas de sus aceites un código QR en el que el consumidor podía ver a través de su móvil dónde estaba localizada la finca del aceite que estaba consumiendo. “Somos origen España y nos sentimos orgullosos de serlo, nuestro producto ofrece garantías y el producto es lo que realmente se ve en la etiqueta, esa fue la experiencia con los códigos QR”, dijo. “El aceite puede diferenciarse, pero como un producto de garantía España”, enfatizó.
Con respecto al hecho de que un año haya una producción muy alta, recordó que en 2013 la normativa comunitaria ya recogió la posible autorregulación de la oferta. “Eso fue fruto de mucho trabajo, a pesar de que actualmente no se ponga en práctica”. Para Gallego, usar estas normativas es fundamental para controlar los precios en caso de una cosecha excedentaria. “La gente piensa que podemos incluso poner de acuerdo ‘al de arriba’ y pedir que no llueva o llueva más según nuestra conveniencia, pero lo cierto es que el sector del aceite de oliva está sometido al rigor climatológico: si llueve habrá más producción y precios más bajos y si no llueve habrá menos producción y precios más altos”, aclaró.
El presidente de Jaencoop expuso un estudio del Ministerio de 2016 en el que se compararon los precios del aceite en origen y en el mercado en los últimos cinco años. Mientras que, en origen, el máximo al que se llegó fue de 4,11 euros por kilo y el mínimo de 1,79, en el consumo fue de 4,75 el máximo y de 3,52 el mínimo. “Cuando el precio se hunde, el consumidor no lo percibe apenas, mientras que, cuando baja, el agricultor sí sale muy perjudicado”, concluyó.
Agua y riegos
Durante la mesa redonda se habló también de la importancia del agua y los riegos para el desarrollo del sector. Según Cristóbal Gallego, el riego es la mejor apuesta por el desarrollo rural que se pueda hacer. “El riego y las consecuencias que éste tiene para el crecimiento y bienestar de los entornos rurales es fundamental”, apostilló.
García Melgarejo destacó en este sentido que se cuenta con la tecnología, pero no con las infraestructuras. Y citó como ejemplo la Presa de Siles, una presa en la Sierra de Segura que lleva más de un año terminada, pero con cuya agua no se puede regar porque las administraciones no se ponen de acuerdo para acometer las obras de las conducciones.
Gadeo destacó que el agua es un bien rival, que, si usa uno, no la puede usar otro e insistió en la necesidad de la voluntad política para hacer un mejor reparto del agua. En este sentido, resaltó que el olivar “es uno de los cultivos más agradecidos y que más rentabilidad ofrecen con el riego”.
Para Antonio Luque, ha llegado la hora de que todo el sector se ponga a trabajar para gestionar el agua de forma empresarial. “Hay opciones múltiples para repartir millones de metros cúbicos y, si esto se hiciera bien, el paro desaparecería en comunidades como Andalucía”.
Unión del sector
Otra de las preguntas a las que tuvieron que responder los participantes de la mesa redonda fue la de si era necesaria la unión de todas la grandes empresas productoras para mejorar el futuro del olivar. En este sentido, el presidente de Jaencoop, indicó que queda mucho por hacer, pero que no hay que olvidar las diferencias entre unos y otros.
Para García Melgarejo, la unión es muy importante. De ahí que invitara a la reflexión del hecho de que en municipios muy pequeños haya dos cooperativas agrarias y no se hayan fusionado. Juan Gadeo consideró que las uniones se deben hacer más desde la convicción que desde la obligación. “Podemos empezar con colaboraciones y, después, ya veremos”, dijo.
En este sentido, Antonio Luque recordó que su cooperativa facturó el año pasado 1.075 millones de euros, “pero no somos nadie si nos comparamos, por ejemplo, con otras empresas como Mercadona, que crece cada año 1.000 millones. Con esto quiero destacar que el problema del sector son los personalismos y localismos, algo que debemos dejar atrás para lograr más integraciones y colaboraciones”.