Esta es la primera de las cuatro entrevistas que desde nuestra publicación dedicamos en este 2016 a reconocidos y prestigiosos investigadores del ámbito de la salud que llevan muchos años trabajando en dar a conocer empíricamente los elementos que hacen del AOVE un alimento beneficioso para la salud humana. Entre otros proyectos, Pablo Pérez, nos presenta el estudio Cordioprev, en el que participa, y con el que se pretende demostrar si las dietas saludables son capaces de tener un efecto ‘curativo’ sobre enfermos del corazón.
¿Hasta qué punto podemos considerar el AOVE un aliado a la hora de evitar las enfermedades cardiovasculares?
En la actualidad existe una sólida base científica de los efectos beneficiosos del AOVE sobre los factores de riesgo cardiovascular y sobre la disminución de la mortalidad. La dieta basada en AOVE modula los valores lipídicos, favoreciendo el descenso de colesterol malo (LDL), y manteniendo o elevando el bueno (HDL). Adicionalmente, facilita el control de la glucosa y de la tensión arterial, presentando un potente efecto antioxidante y antiinflamatorio. Además, en la última década se han generado nuevas evidencias que sugieren un efecto beneficioso sobre el deterioro cognitivo, la demencia y otras enfermedades neurodegenerativas. En la misma línea el consumo de AOVE se asocia con una mayor longevidad y una disminución del cáncer.
¿Cuáles son los componentes que convierten el AOVE en un elemento indispensable en la Dieta Mediterránea?
El AOVE es un alimento clave en la Dieta Mediterránea, ya que es su fuente principal de grasas y le proporciona otra serie de microcomponentes, entre los que se incluyen la vitamina E, los carotenos, el escualeno, la clorofila y, en especial, los compuestos fenólicos, de gran valor biológico. Por tanto, este alimento tendría un doble beneficio, por una parte, vinculado a su tipo de grasa y por otra dependiendo de su concentración en micronutrientes. Las características gastronómicas del aceite de oliva favorecen que se consuman con más facilidad distintos productos vegetales, como las frutas, las verduras, las legumbres, las hortalizas y los cereales, alimentos con alto contenido en hidratos de carbono de baja carga glucémica y con un alto contenido en fibra.
Usted es co-investigador responsable del Grupo de Nutrigenómica y Síndrome Metabólico del IMIBIC. ¿Qué investigan concretamente desde su Grupo?
Nuestro equipo de investigación de la Unidad de Gestión Clínica de Medicina Interna del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba -miembro del IMIBIC y del CIBERObn- trabaja para demostrar si el tipo de dieta influye en el riesgo de sufrir manifestaciones clínicas en personas que ya presentan enfermedad cardiovascular. Para ello, en el año 2009 se puso en marcha ‘Cordioprev’, un estudio de intervención con dos modelos de dieta saludable, en el que participan 1.002 pacientes con enfermedad cardiovascular. Por un lado, la mitad de los participantes sigue una dieta saludable, recomendada por la Sociedad Americana de Cardiología y con un contenido limitado de grasa, mientras que la otra mitad sigue un modelo de Dieta Mediterránea, en la que la mayoría de la grasa procede de aceite de oliva virgen.
Con este planteamiento, el estudio ‘Cordioprev’ quiere demostrar si las dietas saludables son capaces de tener un efecto ‘curativo’ sobre enfermos del corazón, lo que supone un avance sobre el estudio Predimed, en el que se demostró dicho beneficio en personas sin enfermedad cardiaca previa. Es importante destacar que el estudio ‘Cordioprev’ es el primer estudio de este tipo en el mundo, suponiendo un importante avance en el conocimiento de la importancia del estilo de vida en la prevención cardiovascular. El proyecto –en el que participan más de 30 investigadores, liderados por los doctores Francisco Pérez Jiménez y José López Miranda– cuenta con el apoyo de múltiples instituciones privadas y públicas. Entre ellas se encuentra la Fundación Patrimonio Comunal Olivarero como patrocinador principal, así como Citoliva y CEAS. Asimismo, también dan su apoyo al proyecto la Junta de Andalucía a través de las Consejerías de Igualdad, Salud y Políticas Sociales; Economía, Innovación, Ciencia y Empleo; y Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural las Diputaciones Provinciales de Córdoba y Jaén y el Instituto de Salud Carlos III.
¿El consumidor español es consciente a día de hoy de todas las ventajas que tiene el AOVE? ¿Y los consumidores de otros países de nuestro entorno?
Desgraciadamente el consumidor español desconoce la mayoría de las ventajas que tiene el AOVE. Personalmente creo que muchos consumidores han ‘oído’ hablar de lo ‘bueno’ que es el aceite de oliva, pero realmente no existe una cultura extendida de los beneficios reales que tiene el aceite de oliva para la salud. Además existe gran confusión entre las características de los diferentes aceites de oliva, virgen y virgen extra, así como las propiedades atribuibles a cada uno. En definitiva, no existe la visión de consumir aceite de oliva para invertir en salud, y por tanto en España hay que seguir trabajando para convencer al consumidor de que el aceite de oliva representa un tesoro dentro de nuestra cultura, primero como alimento saludable, y segundo otorgando a los platos un sabor y aroma únicos. Por otro lado, en los países de nuestro entorno, en los que el aceite de oliva no forma parte de sus tradiciones culinarias, se consume habitualmente en aquellas personas con un mayor poder adquisitivo y nivel cultural, buscando fundamentalmente sus propiedades saludables. Esto se está extendiendo a otros continentes como Norteamérica y Asia.
¿Cómo afectan decisiones como las tomadas por el Reino Unido en el etiquetado del aceite de oliva?
Partimos de la premisa que todos tenemos la responsabilidad de abordar el desafío de la obesidad. En este sentido el gobierno británico y quienes lo avalan defienden el modelo del semáforo para alertar de la calidad de los alimentos al consumidor. Por lo tanto toda aquella iniciativa con ese fin debería ser teóricamente positiva. Es cierto que no ha sido afortunado considerar el aceite de oliva con el etiquetado de ‘semáforo rojo’, dado que demoniza un producto en concreto sin tener en cuenta la dieta global del ciudadano, y más cuando el aceite de oliva tiene evidencias suficientes para ser considerado cardiosaludable. En este sentido las agencias reguladoras tendrían que establecer unas directrices serias, basadas en criterios y evidencias científicas, para ser difundidas a todos los consumidores. De hecho, muchas veces lo importante no es la calidad del producto sino la cantidad y la frecuencia de su consumo.
Sin duda el aceite de oliva, al igual que otras grasas, es un alimento rico en calorías, pero la experiencia demuestra que las poblaciones que toman diariamente entre 45-60 gramos tienen una vida sana. La clave es que su consumo se haga dentro de una dieta equilibrada, donde el aceite de oliva sustituya a otras fuentes de grasa menos convenientes. Por tanto, y siempre que nos mantengamos dentro del peso ideal, no existe una cantidad de aceite que pueda resultar perjudicial, ya que formando parte de una dieta adecuada y como eje fundamental de ella, el aceite de oliva será siempre beneficioso y la mejor garantía para nuestra salud.
El pasado año tuvieron lugar una serie de eventos organizados por Aceites de Oliva de España bajo el título ‘Diálogos saludables’. ¿Se deberían potenciar más este tipo de actos?
Todas aquellas iniciativas orientadas a dar a conocer las evidencias científicas que demuestran los efectos saludables del aceite de oliva a los profesionales de la salud, a los medios de comunicación y a los consumidores son importantes. Por tanto, seguir invirtiendo en esta y otras iniciativas similares es una buena herramienta para promover nuestra salud. En este sentido me gustaría destacar que en España tenemos actualmente grandes científicos que son capaces de difundir y trasmitir sus investigaciones al público en general, lo cual es fundamental para promover la salud. Además debemos sensibilizar a los sistemas sanitarios de la importancia que tiene el invertir en investigación de calidad, dado que gracias al conocimiento generado en los últimos años, se ha situado al aceite de oliva como alimento estrella para la prevención de las enfermedades crónicas y que al mismo tiempo son las más prevalentes de nuestra sociedad actual.
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“En la campaña anterior parecía que no llegaríamos a 250.000 toneladas, pero lo logramos gracias a que Puglia superó en un 60% sus expectativas de producción”