PVC: El estado de la cuestión
Los fabricantes rechazan con estudios científicos los planteamientos ecologistas
Al PVC le ha tocado ser el pim-pam-pum de todos los materiales plásticos. Esto nadie lo duda. El debate sobre la idoneidad del PVC frente a otros plásticos u otros materiales, con sus ventajas e inconvenientes a nivel global, ni tan siquiera se plantea. Diversas asociaciones ecologistas, en especial Greenpeace, hace años que han elegido al PVC como emblema de material tóxico y están consiguiendo que la opinión pública se crea que realmente es tóxico. De poco sirve que los fabricantes rechacen una y otra vez las acusaciones e intenten contrarrestarlas con estudios científicos. El componente emocional del debate es tan importante que los planteamientos rigurosos están abocados al fracaso. Ésta es, al menos, la opinión de los sociólogos, que siguen el caso con sumo interés.
Plásticos Universales publica en este número una entrevista con Jaume Mora, uno de los portavoces del grupo PVC de ANAIP, y dos artículos sobre el PVC. Uno de los artículos está firmado por un destacado representante de la industria transformadora del PVC, el Sr. Collard, que expone las características del material y su versatilidad y refuta las críticas de que es objeto el material. El otro artículo está firmado por Greenpeace, en tono deliberadamente ofensivo. Esta revista publica los dos artículos de signo totalmente contrario para que el lector conozca la forma en que se plantea el debate y extraiga sus consecuencias.
Exigir lo mismo a las alternativas
Los críticos del PVC suelen referirse únicamente a los aspectos negativos del material, que en muchos casos tienen fundamento, pero silencian los aspectos positivos. Más grave aún es que cuando ofrecen alternativas al PVC el nivel de exigencia no suele ser el mismo. Por ejemplo, en la fabricación de puertas, ventanas y persianas, se acusa al PVC de no ser tan estable como el aluminio o la madera y se ponen estos dos materiales como alternativa válida. Sin embargo, no se menciona que son más caros, que la obtención del aluminio requiere cantidades ingentes de energía para su extracción y transformación y que la madera exige constantes cuidados de pinturas y barnices que, a la postre, son lesivos para el medio ambiente. Lo mismo pasa, por citar otro caso, con los envases. Se dice que los envases de PVC son tóxicos, sin que esta afirmación esté suficientemente respaldada, y se pone al vidrio o al PET como material alternativo sin tratar el tema en su globalidad.Pocos cuestionan que el PVC es un material sumamente versátil, económico y con un ecobalance muy positivo. Su dependencia del petróleo es del 43% frente a los otros plásticos que es del 100%. Un estudio realizado por la escuela Politécnica de Zurich para el Ministerio Suizo de Medio Ambiente confirma que es el polímero de menor consumo energético en su ciclo de vida. Incluso en cuanto al proceso de producción, su ecobalance es positivo.
Figura 1: El PVC es uno de los plásticos más versátiles y tiene numerosas aplicaciones, entre ellas las médicas: los catéters y las bolsas de plasma y sangre están fabricadas en PVC.
Poner el cascabel al gato
Greenpeace asegura que "al quemar, el PVC libera un gas ácido, así como las tóxicas dioxinas y otros organoclorados, debido a su contenido en cloro". Los fabricantes, por su parte, se remiten a numerosos estudios que demuestran la inexistencia de relación entre incineración de PVC y generación de dioxinas y niegan vehementemente, a la luz de los últimos resultados científicos, que la incorporación de PVC a residuos sólidos urbanos dispuestos para su incineración no afecta en absoluto a la generación adicional de dioxinas.Más allá de las dioxinas
El debate ya no se plantea ahora en términos de dioxinas. La acusación en muchos países es que el PVC daña el sistema inmunológico, reproductor, endocrino y nervioso de las personas. En España ya se ha empezado a airear este mensaje y pronto será general. Los políticos deberían estar muy alarmados porque los ataques se están radicalizando sin que la ciencia pueda aportar datos concluyentes dados los inumerables factores que intervienen.
Mientras tanto, la sociedad española y la humanidad en general está tomando conciencia del problema medioambiental, aunque muy lentamente. Los políticos quieren actuar, pero no saben cómo hacerlo. Prueba de ello, sostienen diversas personas consultadas, es que se esté planteando en la Comisión Europea la oportunidad de traspasar la responsabilidad de la gestión de los residuos a los fabricantes.
Por lo menos, los ataques al PVC están alertando a la población de los peligros que conlleva la utilización y despilfarro de recursos. Si el problema fuera sólo del PVC, no su eliminación bastaría. Pero está claro que es un problema más general. En todo caso, si el PVC contribuye decisivamente al problema del medio ambiente o es uno más de los múltiples factores que intervienen, es una pregunta abierta que esperemos que los dos artículos que vienen a continuación y la entrevista que está en las primeras páginas de la revista contribuyan a formarse una opinión.
Los críticos del PVC suelen referirse únicamente a los aspectos problemáticos del material pero silencian los aspectos positivos. | Pocos cuestionan que el PVC es un material sumamente versátil, económico y con un ecobalance muy positivo. |