Delia P. García, más de 15 años rompiendo barreras en el sector del mecanizado
Como continuación a una larga tradición familiar en el sector metalúrgico, en 1997 nacía la empresa Industrias Rasede, que actualmente está gestionada por los hermanos Delia y Rafael García. En aquellos tiempos, Delia estudiaba la carrera de Ingeniería Técnica en Topografía, donde conoció a su marido (quien también trabaja hoy en la compañía) y tomó la decisión de incorporarse a esta nueva aventura empresarial, en principio, para llevar las tareas administrativas.
Los comienzos de Industrias Rasede fueron duros, por lo que esta mujer no dudó en ‘ponerse el mono de trabajo’ y presentarse como una operadora más en el taller. Todo con el objetivo de sacar adelante el nuevo proyecto familiar.
Comenzó trabajando con las máquinas convencionales que había por aquella época en el taller (taladros de columna, torno paralelo, fresadora, mandrinadora…), emulando, en muchos casos, operaciones prácticamente ‘artesanales’ que ya realizaban su padre, Tomás García, y su abuelo, Rafael García. Era, sin duda, un trabajo duro, pero lo que lo hacía aún más complicado eran las humillaciones y afrentas a las que se tenía que enfrentar habitualmente por parte de personas que consideraban esta profesión exclusiva de los hombres.
“Fueron unos comienzos muy difíciles, lo pasé realmente mal. Recuerdo que en aquellos años había personas a las que les abría las puertas de la empresa y que se negaban a hablar conmigo, exigiendo la presencia del ‘encargado’. Hubo incluso quien me apartó físicamente. Luego venía mi hermano, un tío bastante grande como habrá podido comprobar durante la visita, el cual les echaba por la misma puerta por la que habían entrado. No sin antes asegurarles que yo conocía el negocio exactamente igual que él”, señala Delia.
Por fortuna la situación ha cambiado para esta mujer enamorada de su profesión, tanto por la propia evolución de la sociedad y del sector como por la experiencia que ha ido adquiriendo ella misma a lo largo de estos más de 15 años, lo que la hace ser una persona reconocida por muchos profesionales del sector. De hecho, es una fiel visitante de la Bienal de Bilbao. A pesar de ello aún sigue habiendo algún que otro cliente que se sorprende al ver a una mujer llevando los aspectos técnicos de la compañía: “Hay clientes que en un primer momento piensan que soy la secretaria de la empresa, pero cuando empiezo a preguntarles cuestiones técnicas sobre los planos que nos presentan se dan cuenta que estaban equivocados”, añade Delia.
Hoy, esta mujer maneja prácticamente todas las máquinas que hay en el taller de Industrias Rasede: centros de mecanizado, tornos, máquinas de corte, robot de soldar, plasma de corte, fresadora, etc. Las que menos emplea, la plegadora y la punzonadora. Sabe que éste sigue siendo un mundo mayoritariamente de hombres pero confía en que cada vez se vayan incorporando más mujeres a los talleres para hacer labores de mecanizado. Es más, aunque ella sigue siendo hoy la única mujer en Industrias Rasede, a lo largo de estos últimos 15 años también han pasado por esta empresa otras dos jóvenes que han realizado sin problemas labores de soldadura y corte, entre otras actividades.
Mecanizado y deformación
A diferencia de la habitual especialización de las empresas del sector en trabajos de mecanizado o de deformación de chapa, Industrias Rasede se caracteriza por reunir en sus instalaciones ambas actividades. Para poder dar este servicio integral y no externalizar ninguno de los procesos, el taller cuenta con una amplia variedad de maquinaria, en la que sólo se echan en falta curvadoras (para estos trabajos suelen emplear prensas o plegadoras).
Tras unos comienzos en los que buena parte del trabajo estaba centrado en dar servicios de mantenimiento a empresas como Iberlift (especialista en carretillas) o Faurecia (especialista en automoción), hoy las piezas que fabrica van destinadas sobre todo al sector de la construcción y de las energías renovables (aerogeneradores).
Su gran especialidad, desde hace años, es una pieza destinada a pilotes prefabricados, para cuyo desarrollo es necesario realizar labores de mecanizado, de deformación y de soldadura.
Como afirma Delia, siempre se intentan coger series largas, por las características de las máquinas que componen el taller de Industrias Rasede, pero eso no quita para que en ocasiones también hayan aceptado proyectos que requerían series más cortas.
Una larga relación con Haas
En el año 2000 tuvo lugar un hecho de una gran trascendencia en la trayectoria de la compañía. Ese año Industrias Rasede incorporaba su primer centro de mecanizado, un Mikron VCE 750, que era el nombre con el que se comenzó a distribuir en Europa el modelo que posteriormente pasaría a llamarse Haas VF2. “No pueden hacerse una idea de cómo cambió mi vida desde aquel momento porque lo que yo había sufrido mecanizando taladro a taladro en las máquinas convencionales de pronto se hacía automáticamente, sólo con apretar un botón”, explica Delia.
El manejo y programación de esta máquina no le resultó complicado a pesar de no tener ningún tipo de formación en lenguaje ISO o Conversacional. “Con el curso que me ofrecieron de instalación y puesta en marcha fue suficiente —añade—, aunque también me ayudaba mucho consultar los manuales. En los casos en que he necesitado ayuda externa, siempre he obtenido respuesta, a pesar de los cambios que ha sufrido la distribución de estas máquinas”. Además, haber aprendido a programar el robot de soldar unos años antes de incorporar la Mikron le sirvió a Delia de ‘entrenamiento’ para manejar posteriormente otro tipo de máquinas automáticas.
Visto el buen rendimiento de esta primera máquina Mikron-Haas, Industrias Rasede incorporó en 2002 una segunda unidad del modelo Haas VF2, que únicamente se diferenciaba del inicial en que éste tiene el alimentador vertical y un cambiador Random más rápido, mientras que en el primero el alimentador es horizontal. Al mismo tiempo se añadía al taller un torno Haas SL20 con alimentador de barra Servo Bar 300. “Hemos sacado muchísimo provecho de estas tres máquinas, ya que nos dedicamos a hacer trabajos de series largas y de arranque de viruta agresivos, y las máquinas han respondido perfectamente”, dice Delia.
Efectivamente, el elemento clave que decantó su elección por estos centros de mecanizado Haas es que incorporan caja de engranajes, lo que les permite trabajar a pocas revoluciones pero con mucha potencia. Esto es fundamental, como explica Delia, cuando se quieren hacer taladros directos de 40 mm, por ejemplo.
“Tengo la suerte de estar enamorada de mi familia y de mi profesión. Me enorgullece pertenecer al sector metalúrgico, mi trabajo me ha revertido muchas satisfacciones. Es increíble ver cómo se transforma un pedazo de hierro en una pieza de utilidad para cualquier sector”, concluye.