Opinión: El pádel, en la línea de salida, por Jaume Ferrer
Los deportes de raqueta, con pádel y tenis, en cabeza, viven una época muy dulce. El pádel refuerza su potencial con un importante repunte en España y una fuerte expansión internacional; el tenis se recupera del golpe que supuso la irrupción del pádel, recupera el aliento y refuerza su base de fieles para consolidar una estabilidad que, cuanto menos, le garantiza un futuro bastante regular. Nunca ha sido un deporte de masas y nunca lo será, pero se ha reinstalado en una cómoda madurez que ya satisface a los pocos actores del segmento.
Pero centrémonos en el pádel. Este deporte lleva muchos años esperando este momento. Este deporte, que desde su llegada a España hace más de 40 años, pero, sobre todo, en las dos últimas décadas ha experimentado un fuerte crecimiento, llegó hace apenas 5 años a una encrucijada vital para su destino. Con un mercado nacional totalmente revuelto por la sobreoferta y todo lo que ello conllevaba , y con una presencia internacional más bien escasa (pese a algunos intentos para dar a conocer este deporte más allá de los tres o cuatro países donde tenía peso), el pádel tenía que dar un paso al frente si no quería acabar muriendo de éxito y entrar en una madurez plana en la que se recrudecerían todos los males de los que pecaba este segmento, sobre todo, los que tienen que ver con los precios, los márgenes y ciertas prácticas muy poco éticas.
En este presente tan lleno de oportunidades tiene más sentido, y es más necesario que nunca, que el pádel se organice. Por eso la irrupción del CIP es tan necesaria. Porque refleja que el pádel está unido y, sobre todo, porque es fundamental que haya una organización que defienda los intereses de las compañías en un momento tan trascendental.
Poco a poco la darwinización de marcas comenzó a reordenar el mercado interno, que ya no podía absorber la presión de la sobreoferta. Ello llevó a las principales marcas especialistas y a las marcas líderes del mundo del tenis a apostar decididamente por su internacionalización. En poco tiempo, y con la fuerza de éstas, se empezó a ganar presencia en muchos nuevos mercados. Y a un ritmo, como el caso de Suecia, incluso más espectacular que el que en su día se dio en España. Además, a este cocktail se ha sumado un aliado muy inesperado: la pandemia. Su irrupción ha supuesto la visualización de que el pádel ha calado fuertemente en la sociedad española, dejando claro que ni su éxito es fl or de un día, ni tampoco es un deporte elitista de moda.
Cuando las tiendas y los clubes tuvieron que cerrar, saltó la alarma. El pádel iba a sufrir su más importante prueba de fortaleza. Y la ha superado. Solo hay ver que, a medida que se levantaron las restricciones, las marcas iban agotando sus existencias y se hacía más difícil conseguir hora para reservar pista. Aquí en España y en todos esos mercados donde el pádel ya había asomado la cabeza. El por qué no hay que explicarlo demasiado. Son las mismas razones por las que, en su día, comenzó a ganar tantos adeptos en España. Sus señas de identidad son ser un deporte accesible, asequible y, sobre todo, con un fuerte componente familiar y social. Hacer deporte, divertirse y, encima, poder compartir todo esto con amigos, es un valor añadido que hoy por hoy tiene un precio incalculable. Y la postpandemia lo acabará evidenciando.
El pádel, que en las dos últimas décadas ha experimentado un fuerte crecimiento, llegó hace apenas 5 años a una encrucijada vital para su destino. Y afortunadamente de esa encrucijada salió hacia la dirección correcta, reordenando el mercado interno y ganando presencia en muchos nuevos mercados.
Y es precisamente en este presente tan retador, tan lleno de oportunidades, donde tiene más sentido -y es más necesario- que nunca, que el pádel se organice y este unido con fuerza. Por eso la irrupción del CIP, el Clúster Internacional del Pádel, es tan necesaria. Porque es fundamental que haya una organización que auné y ejerza de lobby en un momento tan trascendental como el que vivimos. El pádel, ahora sí, debe hacerse fuerte, muy fuerte, y así dejar de ser un deporte minoritario. Y eso va a requerir, también, que nos sentemos en la mesa con las administraciones, con federaciones, con el WPT, organizadores feriales, con todos los actores ... y si en nuestro lado de la mesa no hay una organización fuerte y unida, todo quedará en manos del azar. Y vamos a perder muchas oportunidades.
En el pádel un porcentaje muy alto, altísimo, de fabricantes de pistas y de marcas son españolas, y son precisamente éstas las que quieren -y debenaprovechar todo el potencial que el pádel tiene a nivel mundial. Hay que recordar que, precisamente, uno de los objetivos que se ha marcado el CIP es impulsar -junto a AFYDAD- iniciativas internacionales para posicionar a estas empresas asociadas en mercados de referencia, así como atraer a empresas de otros países para generar sinergias. Y tampoco hay que olvidar que otra de las funciones del Clúster será el intentar poner las bases para que el mercado nacional e internacional se siga reordenando, gestionándose desde la buena práctica en todos sus procesos y apostando por la calidad, la sostenibilidad y el desarrollo mundial de este magnífico deporte.