La otra crisis. El editorial de Jaume Ferrer
Running, Bike y Pádel han sido, claramente, los tres deportes que han sustentado el sector en los últimos años. Años de profunda crisis donde el excelente comportamiento de estas tres modalidades ha sido clave para que el sector se mantuviera a flote. Años en los que el crecimiento espectacular experimentado por la práctica deportiva de estos deportes, que en la última década han crecido alrededor de 15 puntos –pasando, por ejemplo, de 1 a 5 millones de corredores- ha disparado las ventas en la vertiente más técnica del sector. Y todo ello, a pesar de ser modalidades muy distintas y con connotaciones muy específicas cada una de ellas. Mientras tanto, el universo de la moda deportiva, se hundía al igual que el consumo en general.
Pero ahora, superada –o eso parece- una parte de la crisis, el margen de crecimiento de estos deportes, y de otros más minoritarios, muy ligados al turismo -como por ejemplo el submarinismo- que también han ganado peso en estos años, es mucho más limitado. Son actividades deportivas con un peso importante en el global del sector, pero sus crecimientos ya están siendo más acordes con los que tienen deportes más maduros, muy vinculados a lo que crezca o descienda la práctica deportiva y, también (o, sobre todo), muy acordes con la frecuencia en la renovación de su material que tenga el practicante habitual.
La duda, a estas alturas, es saber si hay algún deporte que pueda coger el testigo, en crecimiento de practicantes. Y yo, esa duda, no la tengo, pues si algo nos ha enseñado esta crisis -y la de principios de los 90-, es que la práctica deportiva en nuestro país va mucho más ligada al bienestar y a la situación económica que a la cultura deportiva. Los datos de mercado nos han demostrado que hemos tenido que padecer la mayor crisis de la historia para obtener el mayor crecimiento en practicantes de la historia.
Es decir, la práctica deportiva es inversamente proporcional al poder adquisitivo de los consumidores y al estado del bienestar, convirtiéndose éste, en nuestra principal competidor. Si eso es así, ahora que repunta la economía, nuestro sector debe de ser consciente de que viene una nueva crisis; épocas de dura competencia, tanto con nuestros competidores del entorno (crudo lo tenemos), como con los competidores directos de nuestro sector. Y eso afecta a todos los niveles de la distribución, desde las marcas hasta cualquiera de las mil fórmulas de venta que hay. La omnicanalidad, al fin y al cabo, es una consecuencia más de la sobreoferta que padece nuestro sector, tanto en fórmulas de venta, como en comercios. Por no hablar de la infinidad de marcas que se disputan cada unidad de venta: más de 250 marcas de palas de pádel, 300 marcas de bicicletas y ya casi 100 especialistas en calzado de running.