Investigadores de la UAL diseñan un traje de protección para la aplicación de pesticidas
9 de junio de 2009
A esta conclusión se llegó tras observar que la mayoría de las guías de prevención de riesgos labores son efectuadas por especialistas del norte de Europa, donde las condiciones climáticas difieren demasiado con las presentes en estas latitudes o en el interior de un invernadero. Dicho estudio has sido posible gracias a la financiación de la Consejería de Empleo de la Junta de Andalucía.
Se incluyeron como variables la absorción acontecida en los diferentes segmentos del cuerpo −diferenciando ente brazos, tronco, piernas, muñecas y tobillos−, las características propias de cada cultivo −altura de las matas y densidad foliar− y el análisis de los fluidos biológicos −orina y sangre− para definir la concentración de contaminante asimilado por el organismo con mayor exactitud.
Las conclusiones obtenidas ponen de manifiesto que existe mayor nivel de penetración en los brazos y en las piernas, especialmente en aquellas zonas de presión, como ocurre en los hombros, muñecas y rodillas. Y es que, el movimiento de las articulaciones ejerce una presión sobre el tejido que facilita la penetración del fluido. Sin embargo, en el tronco, aunque la cantidad de plaguicida que recibe es mayor, la penetración es menor, incluyendo los trajes de algodón.
“Basándonos en estos resultados, propusimos que los brazos y las piernas estén protegidos mediante un material impermeable. Mientras que el resto de zonas corporales, como el tronco, se pueden liberar mediante un material más transpirable. La finalidad principal reside en evitar otros riesgos de mayores consecuencias, por ejemplo, el estrés térmico”, asegura Francisco Javier Egea González, responsable del grupo de investigación.