Andrés Reisinger y la luz

Panorámica de la instalación inmersiva de Andrés Reisinger ‘Una rueda de ondas que se forma con el humo’ en un taller de Vallecas.
Un cortinaje sirve de pantalla para acceder a un nuevo espacio sensorial, repleto de guiños de la infancia del artista. Suenan tangos y milongas en un radiocasete vintage en esta instalación inmersiva dentro de un taller. Precisamente, la fábrica forma parte de ese pasado entrañable de Andrés Reisinger, cuando pasaba largas horas con su abuelo y el humo es una metáfora de los cigarrillos que consumía durante sus jornadas laborales. Todo, incluso la luz y el mobiliario, son puestas en escena de esos recuerdos, traspasando el umbral de los pensamientos a un escenario físico.
Para ello, ha concebido la muestra en distintas áreas, como momentos que han quedado impregnados en su memoria.

No obstante, la pieza central es una rama plateada que emerge de un pedestal de luz. La particularidad de esta pieza es que se ha concebido digitalmente, pero ha traspasado al plano físico, a partir de procesos artesanales, mediante el tratamiento galvánico con níquel y plata. La disposición de la pieza no es aleatoria, sino que captura la luz evocando transmisión y transformación, como un pequeño homenaje a su abuela que, con las flores que colocaba conscientemente en un rincón del taller, aportaba vida a ese espacio industrial.
Instantáneas de algunos espacios donde la luz y su ausencia sirven para recrear pasajes de los recuerdos de la infancia del artista.

La muestra cuenta con infinidad de detalles, como las imágenes que se proyectan desde una Super 8. Para ello, el artista hizo el camino inverso: de lo digital a lo analógico para aportar nostalgia con proyecciones de piezas que forman parte de sus recuerdos. O la tela con bordes de crochet con fragmentos de escritores argentinos iluminada por un proyector. El mjuego de luces, escondida bajo el humo y creando escenas imposibles, y sus sombras son la base de una exposición que ha formado parte de ARCO 2025.