La industria cárnica española generó 31.727 millones de euros en 2021
Con un complejo contexto nacional e internacional, el año 2021 ha sido un ejercicio difícil para la industria cárnica, fuertemente marcado por la persistente incertidumbre que ha pesado en los dos últimos años, desde el inicio de la pandemia.
Le evolución económica de los mercados ha generado sobresaltos, con frenazos en las expectativas de crecimiento y el descontrol de la inflación, lastrada por los enormes costes de la energía, gas y carburantes, transportes, logística, consumibles, etc., que se han visto agravados en los últimos meses por el conflicto Rusia-Ucrania. Todo ello, disparó durante el 2021 los precios de producción, apretando aún más los ajustados márgenes de la industria cárnica.
Pese a la difícil situación de partida, la industria cárnica ha conseguido alcanzar excelentes resultados el pasado año.
Cifra de negocio
El sector ha vuelto a posicionarse en el primer lugar de toda la IAB con una cifra de negocio de 31.427 millones de euros. Poniendo en contexto esta dimensión con el conjunto de la industria española, esta cifra de negocio supone el 2,55% del PIB total español, el 17,22% del PIB de la rama industrial y el 4,66% de la facturación total de toda la industria española.
Referentes en exportación y producción
El sector ha vuelto a revalidar su posición como gran exportadora de carne y elaborados. Ha continuado con la expansión internacional de los últimos años alcanzando un nuevo récord anual, con 3,24 millones de toneladas de carnes y despojos (+5,6%) y 212.443 toneladas de productos elaborados (+6,2%), vendidos en mercados de todo el mundo por un valor de 9.107 millones de euros, prácticamente un 5% más que el año anterior. Esto representó para el sector una balanza comercial muy positiva del 712%.
El pasado año la carne de porcino, con 5,17 millones de toneladas, registró un nuevo hito histórico en su producción, algo nunca antes alcanzado por el sector, que le sitúa como el tercer mayor productor mundial y primero de carne de porcino europeo, solo por detrás de China y EE UU y por delante de Brasil, Rusia, Vietnam, Francia, Canadá y Polonia.
Por su parte, el sector del vacuno también protagonizó un ejercicio de incremento de su producción, 714.000 toneladas y un crecimiento del 5,4% sobre 2020, volviendo prácticamente al nivel máximo de producción desde el año 2005, y ocupando el cuarto puesto a nivel europeo.
El ovino/caprino, con una producción de 126.000 toneladas, creció un 1% respecto al 2020, cerrando un año de leve recuperación. Pese a este ligero ascenso y tras la salida del Reino Unido de la UE, España es ahora el primer productor europeo, con un 27,1% del total, y por delante de Francia, Grecia e Irlanda.
En cuanto a la producción de elaborados cárnicos, hay que indicar que España, con más de 1,4 millones de toneladas anuales, se sitúa en cuarto lugar en la Unión Europea, por detrás de Alemania, Italia y Francia, destacando en volumen los fiambres cocidos y en valor los jamones y paletas curados (blancos e ibéricos).
La Asociación Nacional de Industrias de la Carne de España (Anice), que agrupa a más de 650 empresas del sector cárnico de todas las comunidades autónomas, es la mayor asociación de empresas cárnicas de España, tanto por el número de empresas, como por su producción conjunta, que supera el 75% del total nacional, destacando en algunos productos, como los derivados del cerdo ibérico, donde se alcanza más del 90% del total.
Sus empresas consiguieron un volumen de producción y de facturación conjunta de más de 14.000 millones de euros, generando el 75% del total del empleo directo de las industrias del sector vinculadas al mundo asociativo (porcino, vacuno, ovino y elaborados cárnicos).
Todos estos números no hacen más que reafirmar el valor estratégico de la industria cárnica para la economía y el progreso global de nuestro país.
Una realidad que espera mantenerse, dentro de un complejo contexto internacional, donde se hace más necesario que nunca avanzar en la apertura de nuevos mercados y en la diversificación de destinos para los productos de mayor valor añadido, con el apoyo político e institucional de las administraciones públicas en las negociaciones con terceros países.
La industria cárnica necesita mantener un nivel de competitividad que le permita hacer frente a los retos de la sostenibilidad a corto y medio plazo, en un escenario cambiante de percepción e imagen del producto, donde se suceden los ataques continuos al consumo de carnes y elaborados, y donde la fiscalidad amenaza la estabilidad de las empresas.