El tractor, llamado 'Sergius' dispone dedos ejes independientes autonivelables
Un tractor autónomo recorre el olivar: así se ha optimizado su navegación entre hileras de árboles
Uno de los posibles significados del nombre ‘Sergius’ es 'aquel que sirve' y de ahí toma su nombre el tractor robótico que puede realizar tareas agrícolas en campos de cultivos leñosos de forma autónoma. Este vehículo, diseñado por la Universidad de Córdoba, se enmarca en un contexto de Agricultura 4.0 en el que se automatizan tareas agrícolas y es único en su especie. Los investigadores del grupo Mecanización y Tecnología Rural de la Universidad de Córdoba Sergio Bayano y Rubén Sola han sido artífices de su diseño desde cero, en colaboración con dos empresas encargadas de la fabricación mecánica y la programación.
“En el mercado nacional podemos encontrar algunos vehículos autónomos pequeños que se pueden aplicar a agricultura, pero no había ninguno con la funcionalidad de un tractor” explica el investigador Rubén Sola, “este vehículo tiene las mismas funcionalidades que un tractor, pero con la novedad de que, además de ser autónomo, dispone dedos ejes independientes autonivelables con ruedas direccionables, lo que permite un control más polivalente”.
Así, Sergius dispone de múltiples modos de dirección: la dirección frontal (o trasera) en la que gira un único eje, la dirección frontal-trasera inversa en la que ambos ejes giran para tener un menor radio de giro y una dirección nueva híbrida en la que el eje delantero gira y el eje trasero también lo hace, pero en menor medida, para avanzar en paralelo corrigiendo la trayectoria frontal y así obtener mejores resultados en línea recta cuando el tractor sigue los puntos preestablecidos (waypoints).

El vehículo funciona con un sistema de propulsión diésel e hidráulica porque, como cuentan los investigadores, “sabemos que el futuro será eléctrico, pero la maquinaria agrícola tiene mucha demanda de potencia y arrastre y para ello los motores eléctricos tendría que estar muy sobredimensionados y no habría baterías que aguantasen una jornada entera de trabajo”.
Con este trabajo se demuestra que el desarrollo científico está ya a punto, a la espera de su adopción y adaptación por parte de empresas del sector que puedan comercializarlo, con los investigadores dispuestos a colaborar con la industria para impulsar la tecnología y conocimientos generados.