Frente a la sequía, "una nueva era" de gestión hídrica emerge en España
El doctor ingeniero agrónomo, vicerrector de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), además de miembro asesor del Foro Rosenberg sobre Política de Aguas, ha instado a mejorar la eficiencia en el abastecimiento de agua, reducir las pérdidas en las redes de suministro y reutilizar las aguas residuales urbanas para darles una segunda vida.
Con unos niveles de agua embalsada de casi un 62%, el experto en gestión hídrica, con experiencia como consultor para la OCDE, el Banco Interamericano de Desarrollo o el Banco Mundial, ha destacado el papel de los planes de cuenca en España en política hídrica.
Planes que han permitido avanzar en la gestión del agua e inversiones en las últimas dos décadas, incluso sin plan hidrológico nacional.
¿Confía en que los españoles pasaremos el verano sin graves problemas de abastecimiento?
¿Cuál es el grado de estrés hídrico en España?
¿Qué opina de la idea de un pacto de Estado por el agua en España?
El último plan Hidrológico Nacional se remonta a los tiempos en los que llegó al Gobierno el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, cuya política deshizo lo realizado por José María Aznar; desde hace veinte años no existe plan hidrológico nacional como tal.
Los planes de cuenca aprobados determinan cómo se va a planificar cada una de ellas en el período 2023-2030. Este planteamiento tiene algo de nacional porque hay cuencas que pasan por varias comunidades autónomas, y también está el tema del trasvase.
Como me ha transmitido personalmente una ministra de un Gobierno de anteriores legislaturas, la polarización regional en España hará muy difícil aprobar un plan hidrológico nacional con gran consenso. Posiblemente el país no está maduro.
Las actuaciones se están centrando en resolver situaciones concretas de una u otra cuenca; un plan hidrológico nacional posiblemente enfrentaría a territorios, partidos políticos; el tema de la gestión hídrica es muy político.
¿Cómo afectan los planes de cuenca en la gestión del agua?
Son la base fundamental de la gestión hídrica, lo que determina la política del agua para el futuro. Los planes de cuenca se aprobaron en enero de 2023, pero falta un paso más, el plan hidrológico nacional, un paso recomendable pero no indispensable; el país ha vivido veinte años sin plan Hidrológico Nacional, no ha pasado nada.
Un pacto de Estado por el agua implicaría una ley de planes nacionales, determinar cómo se van a gestionar los recursos en el ámbito nacional. Iría más allá de acuerdos parciales con uno global.
¿Cuáles serían las claves para mejorar la gestión del agua?
Eficiencia, reutilización, regeneración, desalación, flexibilidad entre usuarios en el uso de los recursos, y una gestión dinámica y proactiva de los mismos. Es necesario profundizar en la reutilización de aguas residuales urbanas, darles un segundo uso; cuando el agua es devuelta mejor depurada a las cuencas, mejora el estado ecológico de los ríos.
Otro aspecto clave es la gestión dinámica, proactiva, de las reservas, para afrontar situaciones de sequía desde la prevención.
Creo además que la idea de introducir un elemento de mercado regulado del agua podría ayudar a una gestión más preventiva.
También está la eficiencia técnica, un mejor estado de las redes con menos pérdidas y mayor eficiencia, por ejemplo en la agricultura. Se ha mejorado mucho, pero todavía hay recorrido para avanzar. Entramos en una nueva era de gestión del agua, hasta el 2030: la idea de la restauración de los ríos será muy importante.
¿Es posible compatibilizar agricultura y medio ambiente?
En temas de abastecimiento en hogares, el ciudadano tiene una protección que nadie discute. La controversia está entre la agricultura de regadío y el medio ambiente. Los ecologistas piden menos superficie regable, menos regadío.
Hay bastante polémica, siempre la habrá, no solo en España. Hacen falta leyes, el tema es político. Quizás los agricultores deberían aceptar recibir menos agua para riego con mayor frecuencia debido a las menores aportaciones a las cuencas debido al cambio climático.
Se necesita además una gestión hídrica proactiva o dinámica para integrar en el sector los usos ambientales. Cuanta más agua se deje en los ríos en lugar de embalsarse, los agricultores verán más restringidos sus recursos para riego.