La aplicación foliar aumenta hasta el 50% el contenido de zinc en el grano de trigo
Las deficiencias de micronutrientes suponen problemas en la salud humana para un tercio de la población mundial. A nivel mundial el déficit de zinc es más problemático en áreas rurales de países en vías de desarrollo, donde la dieta se reduce a la ingesta de productos vegetales cultivados sobre suelos con baja disponibilidad en nutrientes. La biofortificación, que es el proceso incrementar el valor nutricional de los cultivos a través de un aumento de la concentración de minerales o vitaminas, se revela como un remedio a esta problemática.
El investigador de la Universidad de Córdoba Antonio R. Sánchez (izq), junto a los catedráticos de la Unidad de Edafología, Vidal Barrón y María del Carmen del Campillo, todos ellos responsables del trabajo sobre el beneficio de la aplicación foliar del zinc en el trigo.
En la búsqueda de soluciones, la Unidad de Edafología de la Unidad de Excelencia María de Maeztu – Departamento de Agronomía de la Universidad de Córdoba (DAUCO), encabezado por el investigador Antonio R. Sánchez Rodríguez ha buscado durante casi una década la mejor estrategia de biofortificación con zinc para trigo cultivado en suelos calcáreos en el sur de España.
Entre 2012 y 2019 este equipo probó distintos métodos para biofortificar el trigo en 11 ensayos en campo establecidos en suelos con déficit de zinc. Se evaluó, por un lado, el efecto de aplicar distintas dosis de fertilizante al suelo (hasta 10 kg por hectárea) y, por otro, los resultados de aplicar diversas dosis de zinc mediante pulverizaciones a la planta en varios estados fenológicos del trigo.
Mientras que la aplicación en suelo resultó ser poco efectiva, la aplicación foliar se reveló como una estrategia muy eficiente para aumentar el contenido de zinc en la planta, “incrementando la concentración en grano hasta un 50%” señala el investigador. Fue, de esta manera, mucho más efectiva la aplicación foliar, porque con una décima parte del producto (1,28 kg por hectárea) se obtuvieron mejores resultados, que con la aplicación al suelo.
Teniendo en cuenta la variedad del trigo, esta aplicación directa a la planta fue más efectiva cuando se aplicó tras el inicio del encañado o en floración.
Alimentar la planta, y no el suelo, se presenta así como una estrategia para afrontar la problemática del déficit de zinc en suelos calcáreos a corto plazo. Además, si en algún momento se pagase al trigo por su contenido nutricional, el agricultor podría ver aumentado su beneficio económico.
Esta solución “es muy interesante para lugares donde no hay otra fuente de entrada de zinc en la dieta, aunque implicaría añadir una labor de campo más en el cultivo de trigo o combinarla con la aplicación de otros tratamientos fitosanitarios” recuerda Sánchez.
Predecir el rendimiento del trigo a la fertilización con Zinc
Mientras que a nivel de laboratorio se podían definir algunos indicadores, en campo esta tarea se dificulta ya que es muy dependiente de factores como la precipitación y harían falta muchos más años de estudio.