La biomasa, clave para frenar el vertiginoso proceso de despoblación en el medio rural
La despoblación avanza en España a pasos agigantados, hasta el punto de que el medio rural pierde cinco habitantes cada sesenta minutos. En algo más de la mitad del territorio español reside solamente el 5% de la población. La Asociación Española de Valorización Energética de la Biomasa (Avebiom) ha insistido con una cierta reiteración en el extraordinario papel que desempeña el aprovechamiento de la biomasa forestal para usos energéticos, precisamente como elemento dinamizador del medio rural.
Desde hace tres décadas, al menos, los datos han hecho saltar todas las alarmas. Y actualmente, la problemática no es solamente muy preocupante, sino que se ha convertido en un ‘problema de Estado’. La despoblación avanza en España a pasos agigantados, hasta el punto de que el medio rural pierde cinco habitantes cada sesenta minutos. En algo más de la mitad del territorio español reside solamente el 5% de la población.
El vertiginoso proceso de despoblación que padece España parece imparable. Y las múltiples alertas que se lanzan desde los despachos oficiales no pasan de ser eso, lamentos ante una realidad que ha desbordado a los responsables públicos.
Algo de ello escuchamos, por ejemplo, en la reciente ‘cumbre’ que protagonizaron en Santiago de Copostela seis presidentes autonómicos, con el futuro del Corredor Atlántico como principal asunto a tratar. Los presidentes regionales de Aragón, Asturias, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Galicia y La Rioja, volvieron a insistir en la imperiosa necesidad de combatir urgentemente el progresivo vaciamiento que sufren la mayoría de los municipios, consecuencia de la inactividad y, por lo tanto, del alarmante envejecimiento de la población.
Y no es para menos. En provincias como Burgos, Cuenca, Guadalajara, Soria, Teruel y Zamora, cuya extensión representa en conjunto casi el 17% del territorio nacional peninsular, reside solamente el 2,5% de la población. Y la tendencia de esta cifra se mantiene a la baja.
La biomasa, fuente de empleo
Son muchas y muy distintas las medidas que exigiría la puesta en marcha de un programa nacional de carácter estratégico capaz de frenar la grave situación en la que se encuentra el medio rural español. Desde la mejora de las infraestructuras de comunicación hasta la modernización de los servicios básicos, pasando por el impulso a los proyectos público-privados de dinamización, las políticas de apoyo a la familia, incentivos fiscales y un largo etcétera.
En este marco, la Asociación Española de Valorización Energética de la Biomasa, Avebiom, ha insistido con una cierta reiteración en el extraordinario papel que desempeña el aprovechamiento de la biomasa forestal para usos energéticos, precisamente como elemento dinamizador del medio rural.
La biomasa, que ya mueve en España un negocio de 3.700 millones de euros (el 0,34% del PIB), representa el 12% de la energía para calefacción y emplea a unas 18.000 personas. De ellas, aproximadamente el 50% (8.650) corresponde a los puestos de trabajo que ha generado la actividad en calefacción tecnológicamente más avanzada y la venta de equipos de mayor eficiencia. El resto, 8.710 empleos, se sitúan en la actividad más tradicional, vinculada al aprovechamiento de la leña, así como a la generación eléctrica con biomasa de origen forestal o agroalimentario.
Solamente la actividad en calefacción tecnológicamente más avanzada del sector, que comercializa y mantiene equipos de alta eficiencia, registra incrementos anuales de empleo en torno al 15%, que en 2017 (último dato disponible) supuso un aumento de más de mil puestos de trabajo.
Considerando toda la cadena de valor, desde la industria a la distribución, pasando por las tareas de instalación de equipos, en 2017 se generaron 2.981 empleos en el sector, debido al fuerte incremento registrado en las ventas de estufas y de calderas. Y solamente el trabajo de mantenimiento de las 244.197 instalaciones de biomasa tecnificada operativas en España necesitó 1.460 empleos.
Una oportunidad para los instaladores
La mayor parte del empleo que demanda el consumo de la biomasa para estufas y calderas (4.210 puestos de trabajo) se concentra en torno a la producción, transformación y distribución de biocombustibles como son el pellet, la astilla de madera para uso térmico y el hueso de aceituna, entre otros. Y es ya una línea de negocio de interés para el sector de la instalación. Según las estimaciones del Observatorio Nacional de Calderas de Biomasa, que gestiona Avebiom desde hace una década, el 27% de las compañías capacitadas para realizar instalaciones térmicas en edificios han realizado una, al menos, de biomasa.
Este empleo se genera básicamente en zonas rurales, facilitando además la gestión de los bosques y reduciendo el riesgo de incendios forestales. Por lo tanto, poner en valor nuestros montes, que son la principal fuente de la biomasa para uso energético, no solo implica el impulso a una actividad industrial de extracción y transformación sostenible de la materia prima, sino que contribuye en gran medida al éxito de la lucha contra la despoblación, ya que consolida una actividad económica no ‘deslocalizable’ que puede garantizar el futuro de muchos pueblos y ciudades.
Buenas perspectivas
Además, creo que es importante reflejar el buen ritmo de crecimiento del sector, dada su trascendencia en cuanto la evolución que las cifras mencionadas anteriormente, a corto, medio y largo plazo.
Solamente en el segmento de las modernas estufas y calderas de alta eficiencia, con un alto componente tecnológico, el número de las instaladas se ha multiplicado por 25 en la última década, situándose actualmente en torno a las 300.000 unidades, lo que representa el 12% de la energía total empleada en calefacción. Y nuestro objetivo es que llegue a suponer el 50%, aunque para ello es imprescindible que las administraciones públicas atiendan algunas de las reclamaciones del sector, que ha formulado públicamente Avebiom.
Entre ellas, medidas fiscales, como la rebaja del 50% del IBI para las viviendas que utilicen biomasa, la reducción del IVA al 7% para los combustibles sólidos (pellets, astilla y otros) o la implantación de un impuesto a las emisiones de CO2 (el que contamina, paga), al igual que en otros países de nuestro entorno.
Y además, creemos que es necesario abrir una línea informativa y educativa que permita desmitificar la biomasa como elemento contaminante. Una idea que se pretende que arraigue en la población mediante las campañas que ha desplegado el lobby de los combustibles fósiles durante los últimos 30 años.
En todo caso, las previsiones del sector son optimistas. Se espera un crecimiento sostenido de las ventas de estufas por encima del 20% anual, así como el progresivo aumento de las redes de calor. Actualmente hay 375 en funcionamiento y 78 en fase de construcción. Nueve de cada diez nuevas redes de calor usan biomasa. Y estimamos que habrá más de 600 redes de calor con biomasa a medio plazo.
Es decir, más actividad y más empleo, sobre todo en el medio rural, que es clave para afrontar la sangría de la despoblación.
El sector reclama medidas fiscales, como la rebaja del 50% del IBI para las viviendas que utilicen biomasa, la reducción del IVA al 7% para los combustibles sólidos y la implantación de un impuesto a las emisiones de CO2.