El olivar, baluarte en la reducción de la huella de carbono
La producción ecológica es el modelo agroalimentario más adecuado para adaptarse a los cambios y, además, reduce los efectos del cambio climático, según revela el estudio ‘Producción Ecológica Mediterránea y Cambio Climático: Estado del Conocimiento’. El trabajo, realizado por la Cátedra de Producción Ecológica ‘Clemente Mata’ de la Universidad de Córdoba y editado por la Asociación Valor Ecológico Ecovalia, pone de relieve la reducción de la huella de carbono de diferentes cultivos ecológicos como el del olivar que, por kilo de producto, reduce la huella de carbono en más del 100%, pudiendo llegar a ser negativa.
Actualmente, el modelo de agricultura y ganadería industrializado es el más extendido y éste se caracteriza por favorecer las emisiones de gases efecto invernadero. Frente a este modelo convencional, existe otro para la producción ecológica. Se trata de un sistema profesional y el único reglado por una norma europea común a los estados miembros y que mayores bienes públicos produce. Además, tanto la agricultura ecológica, como la ganadería se caracterizan por asegurar las especies y razas autóctonas, respetar el medio ambiente y favorecer el empleo local.
El estudio ‘Producción Ecológica Mediterránea y Cambio Climático: Estado del Conocimiento’ ha trabajado en los distintos sectores productivos agroganaderos, tanto en ecológico como en convencional, y los resultados han sido esclarecedores. Según las conclusiones del estudio, los cultivos en los que existe mayor evidencia de una fuerte mitigación en ecológico son: cereales de invierno, olivar, subtropicales y cítricos, donde la huella de carbono por kilo de producto se reduce en producción ecológica, en comparación con el modelo tradicional, en más de un 42%, un 100%, un 40% y un 60%, respectivamente.
Entre las conclusiones de este estudio destacan: la evidencia de que el manejo ecológico de los cultivos contribuye a la mitigación del cambio climático a través de la reducción en las emisiones de óxido nitroso por el uso de fertilizantes; el incremento del secuestro de carbono a través de las cubiertas vegetales; y la disminución de la huella total de carbono por kilo de producto en la mayor parte de los cultivos estudiados.