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NATALIDAD

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madres a nivel de que las cargas no vayan a costa de las

empresas, hay que entender la aportación de la mujer y

su condición.

Por ejemplo, extender el periodo de baja por materni-

dad, ya que el actual arranca al neonato de los brazos de

las madres de forma muy temprana, y es primordial que

el bebé sienta ese abrazo durante un periodo más pro-

longado. Ese periodo debe ir a cargo de los presupuestos

estatales, hay que facilitar la reincorporación gradual al

mundo laboral si ese es su deseo al menos durante los

tres primeros años, también ese coste debe ir a cargo de

presupuestos estatales, -no digo yo que la compensación

sea al 100%, pero si una cantidad suficiente para que no

sea una minusvaloración económica para la madre-.

Por otro lado, las guarderías -en el caso de usar la op-

ción- deberían tener un coste en parte sufragado por el

presupuesto acorde con los ingresos percibidos por la

madre de forma proporcional y gratuito para mujeres con

salarios por debajo de los 1.000 euros. Estas son algunas

de las medidas que se pueden proponer a fin de paliar el

desastre demográfico en el que estamos sumergidos.

No pretende este estudio sentar cátedra, pues la pre-

tensión es tan solo concienciar, para preparar el terreno

para el debate. Es necesario y urgente, ya que las conse-

cuencias a medio plazo pueden ser devastadoras. -Si he

dicho bien, devastadoras-.

n

Liberto Folch

administrador

de Bebé Due España

Razones sociales que pueden explicar este fenómeno

Es evidente que el nuevo milenio ha hecho aflorar toda una evolución del rol de la mujer en nuestra sociedad,

siendo un largo camino trabajado y merecido durante el siglo pasado. Al fin se ha presenciado más su merecida

equiparación con el hombre en cuanto a su protagonismo en la sociedad, los estudios, el sufragio, el trabajo y las

oportunidades. No obstante, aún hay camino que recorrer.

Este cambio, que dibuja a una mujer con proyectos propios y que no debe y en muchos casos no quiere renunciar,

ha conllevado un cambio en la convivencia muy significativo. Este quizá sea uno de los principales motivos de este

cambio demográfico. La mujer como alma de creación, en su lucha por mantener el estatus profesional retrasa su

maternidad llegado el momento de tomar la decisión de ser madre.

En el periodo estudiado hemos pasado de la edad media de maternidad de 25 años a casi 32 años de edad: en

2015 se produjeron más nacimientos de madres de 40 y 41 años que de 24 y 25 años, estamos hablando de un

salto de 15 años. Además, en la actualidad, el 65% de los nacimientos se producen entre los 30 y los 40 años y el

37% entre los 35 y 44 años, porcentajes inimaginables hace dos décadas.

En un ilustrativo documental emitido por TV3 sobre este fenómeno de la maternidad tardía, donde intervenían

ginecólogos, sociólogos, expertos en fecundación asistida y un buen elenco de profesionales, nos daban todo un

repertorio de argumentos contundentes que incitaban a pensar. Relato algunos de ellos, por su relevancia.

A preguntas sobre el porqué la decisión tardía:

“no estoy independizada”

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“no tengo estabilidad laboral” (quizá una de las más relevantes)

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“aún no tengo pareja estable”

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“los fracasos previos de la vida en convivencia retrasan la decisión de la maternidad”

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“es muy difícil la convivencia”

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“la necesidad de construir su propia biografía”

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“la mitad de los jóvenes entre 25 y 29 años no viven ni en pareja”

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“mercado laboral precario”

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