Entrevista a la Dra. Victòria Cardona, especialista en Alergología en el Hospital Vall d’Hebron de Barcelona
Mónica Daluz. Periodista especializada
19/02/2025
¿Nadie nace alérgico? ¿Es siempre un factor externo el que inicia esta respuesta desproporcionada del sistema inmunológico? Incluso una predisposición genética, ¿no se activa sin un factor desencadenante?
No, no se nace alérgico, sino que las personas se vuelven alérgicas a una sustancia (alérgeno) con la cual han tenido contacto. Por ejemplo, un bebé puede desarrollar una alergia a las proteínas de la leche de vaca después de haberla consumido. Lo que sí existe es una “predisposición” en algunas personas y no en otras para desarrollar alergia. Esta predisposición está condicionada genéticamente. Por eso hay familias con varios miembros alérgicos.
Aunque las causas son multifactoriales, desde una infección hasta una disbiosis de la microbiota intestinal, pasando por un evento emocional… ¿podría enumerar los factores desencadenantes más frecuentes y explicar sus mecanismos?
Se desconoce cuál es el factor o circunstancia exacta que pone en marcha este proceso. Pero se sabe que factores del ambiente, la higiene, el uso de antibióticos, la contaminación o ciertas infecciones, favorecen la posibilidad de desarrollar una alergia. Por esa razón, las características de las sociedades del primer mundo favorecen la aparición de enfermedades alérgicas, mientras que en las “tradicionales”, las condiciones de menor higiene y más contacto con microorganismos constituyen factores protectores. Esto se ha relacionado con ciertos estímulos del sistema inmunitario, o la falta de los mismos, que desviarían la respuesta inmunitaria hacia el tipo alérgico. Los factores estresantes, como un evento emocional, suelen estar relacionados con el inicio de una reacción alérgica más que con el desarrollo de la alergia en sí.
¿Qué está pasando en Occidente? Se está produciendo un incremento de las alergias en número de afectados y tipos de alérgenos. ¿Cuáles son las alergias con mayor prevalencia? ¿Y los nuevos alérgenos? ¿Qué conclusiones se pueden extraer de esta evolución de cara a predecir escenarios futuros? ¿Estamos, con nuestros hábitos y entorno, modificando nuestro epigenoma?
Como decíamos, en las sociedades occidentales, con alto grado de higiene y poco contacto con una diversidad biológica de organismos o microorganismos, se está produciendo una “epidemia de alergia”. Se ha evidenciado en las últimas décadas un aumento de alergia respiratoria (rinitis y asma), alergias alimentarias (que hace 50 años prácticamente no existían) y de alergia cutánea (como dermatitis atópica). También existe un incremento en las reacciones alérgicas a medicamentos, probablemente relacionada con el aumento de su uso y con la mayor longevidad de la población que recibe estos medicamentos.
Aparentemente, aún estamos en una pendiente ascendente de ciertas enfermedades alérgicas, como la alergia a alimentos, mientras otras pueden estar alcanzando una fase de estabilización, como el asma alérgico.
Evidentemente, nuestros hábitos, como el tabaquismo, y las condiciones en que vivimos, con unos niveles de contaminación elevados, ejercen un fuerte impacto en el epigenoma, favoreciendo las enfermedades alérgicas. Por ejemplo, si tu abuela era fumadora es más probable que presentes una enfermedad alérgica, y esto se explica por la epigenómica.
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Hace unas semanas se celebraba en Bilbao el XXXV Simposio internacional de la Sociedad Española de Alergología, donde los expertos alertaban de que “las alergias alimentarias se han duplicado en los últimos 25 años”. ¿Qué lo está provocando y qué se puede hacer para prevenir esta afección al alza?
Existen múltiples factores que se asocian al aumento de la alergia a alimentos. Específicamente, sabemos que algunas recomendaciones que se aplicaban hasta hace pocos años, cómo el retraso en la introducción de ciertos alimentos considerados potencialmente alergénicos en la dieta de los lactantes, con la intención de disminuir la posible alergia, en realidad resultaba en un incremento en la incidencia de la misma. Por ello, actualmente se aboga por introducirlos todos entre los 4 y 6 meses. También se tienen datos de que los alimentos procesados pueden tener un efecto “pro-alergénico”.
La alergología ha sido una disciplina pionera en medicina personalizada, basada en inmunoterapia. Hemos saltado a un nivel en que nuevas tecnologías y herramientas, como los biomarcadores, están permitiendo conocer específicamente la proteína causante de cada alergia. Háblenos de la evolución en el tratamiento de las alergias y, en este sentido, ¿qué nuevos fármacos vamos a ver a corto y medio plazo?
Sin duda, la alergología siempre ha desarrollado tratamientos a medida de las alergias de sus pacientes. Diagnosticar específicamente a qué moléculas alergénicas está sensibilizado un paciente (mediante el diagnóstico molecular) ha permitido un enfoque aún más preciso y a mejorar el tratamiento, por ejemplo con la inmunoterapia con alérgenos. A pesar de que se han realizado estudios que demuestran de forma inequívoca la eficacia de la inmunoterapia con alérgenos, competir con otros tratamientos farmacológicos más generales es extremadamente complicado. Las grandes empresas farmacéuticas, como las que comercializan los fármacos biológicos, tienen unos mercados potenciales mucho más amplios que los de una alergia en concreto, y su inversión en el desarrollo de los mismos es infinitamente mayor. Estas empresas tienen la capacidad de realizar estudios mucho más extensos y obtener la indicación para un principio activo en múltiples enfermedades. La inmunoterapia específica para un alérgeno tiene los mismos requerimientos para comprobar su eficacia, sin embargo, estos ensayos pueden resultar más dificultosos. No obstante, se está trabajando para desarrollar inmunoterapia con alérgenos más eficaz mediante productos más específicos, nuevos adyuvantes que potencien su acción o novedosas formas basadas en otras vacunas, como por ejemplo, algunas de las aprobadas recientemente para enfermedades infecciosas.
En determinados casos, una alergia puede comprometer el diagnóstico o tratamiento de otras enfermedades, como los pacientes oncológicos alérgicos a la quimioterapia, que precisan de desensibilización durante el tratamiento. ¿En qué otros casos esta interferencia resulta determinante y cuáles han sido los avances en este campo?
En los últimos años se han hecho avances cruciales en la alergia a medicamentos, tanto en su uso diagnóstico como terapéutico. Cabe resaltar el papel decisivo que han adquirido los alergólogos en el diagnóstico y manejo de las reacciones de hipersensibilidad a quimioterápicos y fármacos biológicos. Estos se prescriben en enfermedades graves y hasta hace unos años, una reacción de hipersensibilidad a los mismos comportaba el cambio a estrategias terapéuticas de segunda línea. La instauración en los hospitales de programas de desensibilización ha modificado radicalmente estas situaciones. Los procedimientos de desensibilización a fármacos, mediante unos protocolos de administración a dosis progresivas, han conseguido muy altas tasas de éxito y han significado un cambio de paradigma en el abordaje terapéutico de estos pacientes. Se trata de procedimientos de alto riesgo, que deben ser realizados por equipos de alergología experimentados.
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La importancia de una adecuada adaptación al ambiente en los primeros años y meses de vida es una evidencia. ¿Qué consejos para la vida diaria daría a los futuros padres que se propongan proporcionar las mejores condiciones para un funcionamiento óptimo del sistema inmunológico del nuevo individuo o minimizar sus posibilidades de hipersensibilización?
Los datos aportados por los estudios epidemiológicos apuntan hacia la necesidad de mantener un delicado balance entre unas condiciones higiénicas adecuadas para no presentar enfermedades infecciosas y mantener un estímulo antigénico por microorganismos. Por lo tanto, parece que un contacto con la naturaleza, la tierra, las plantas o los animales podría ayudar a prevenir la aparición de alergias. También la dieta, natural, sin alimentos procesados, y con la introducción de los alimentos entre los 4 y 6 meses, se apuntaría como la opción óptima. Asimismo, parece que el adecuado cuidado de la piel de los bebés, mediante emolientes, podría ser un factor protector en algunos casos.
¿Cuál cree que debería ser el papel de las farmacias en la divulgación, seguimiento, preparaciones, etc., para contribuir a reducir la incidencia de las alergias? Un mensaje al sector farmacéutico.
Las farmacias suponen un actor clave en la atención a los pacientes con enfermedades alérgicas. Todos somos conscientes de que en muchos casos suponen la primera línea de atención sanitaria, sobre todo en cuadros iniciales y no graves. Deben ser capaces de ofrecer una primera orientación terapéutica. Por ejemplo, muchas rinoconjuntivitis alérgicas pueden ser tratadas al principio con fármacos sin receta. Pero también es importante que sean capaces de estratificar aquellos pacientes con afectaciones más graves, para indicarles la necesidad de que consulten a su médico de familia o incluso al especialista. Por ejemplo, los pacientes que han presentado una reacción anafiláctica (reacción alérgica aguda grave, rápida y generalizada, con afectación de varios sistemas) deberían ser remitidos de forma urgente al alergólogo.