Los laboratorios tienen en desarrollo cerca de 600 nuevos medicamentos contra las patologías cardiovasculares
Las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la principal causa de muerte en España (un 28,3% del total), por delante del cáncer (26,4%) y de las enfermedades del sistema respiratorio (12,6%). Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), un total de 120.859 personas murieron en España en 2018 como consecuencia de alguna enfermedad cardiovascular, aunque la buena noticia es que se produjeron 1.607 muertes menos por causa cardiovascular que en 2017, siguiendo la senda descendente de los últimos años.
Estos datos confirman que existen motivos para el optimismo de cara a los próximos años, sobre todo gracias a los avances farmacológicos y al mayor control de los factores de riesgo, que han logrado en las últimas dos décadas avances muy significativos que se han traducido en una reducción paulatina de las tasas de mortalidad por infarto de miocardio y accidente cardiovascular. La Sociedad Española de Cardiología (SEC) recuerda que los principales factores de riesgo implicados en la mayoría de estas enfermedades son el tabaquismo, el aumento del colesterol, la hipertensión, la diabetes sin control, la obesidad y el sedentarismo.
En el terreno de la investigación, para la industria farmacéutica las enfermedades cardiovasculares suponen una de las áreas terapéuticas a las que más recursos de I+D destinan las compañías. Así, los laboratorios farmacéuticos de todo el mundo tienen actualmente en fase de desarrollo cerca de 600 nuevos tratamientos contra las enfermedades cardiovasculares. Sólo los distintos tipos de cáncer, las enfermedades neurológicas, las infecciosas y las inmunológicas tienen más productos en I+D.
Estos avances en la investigación han conseguido, tal como refleja el informe El valor del medicamento desde una perspectiva social, elaborado por el Instituto Weber, que en el caso de España la tasa de mortalidad por infarto ha caído desde el 6,2 por 10.000 habitantes del año 2000 hasta el 3,4 en 2015. Algo similar ha ocurrido con la mortalidad por accidentes cerebrovasculares, que ha pasado de una tasa de 9 por 10.000 habitantes hace 20 años a una del 6,1 en 2015. En ambos casos la creciente eficacia del tratamiento farmacológico de la hipertensión arterial y la hipercolesterolemia ha jugado un papel fundamental.
Una historia de avances en 50 años
El tratamiento farmacológico contra las enfermedades cardiovasculares es una historia de éxito que comenzó en la década de 1970, cuando un equipo de científicos dirigido por el bioquímico japonés Akira Endo descubrió el primer agente reductor del colesterol. Con este primer avance, la industria farmacéutica logró comercializar en 1987 la lovastatina, el primer tratamiento de la familia de las estatinas, que consiguen disminuir el nivel de colesterol en la sangre y con ello la reducción de un posible evento cardiovascular. Posteriormente se desarrollaron las estatinas sintéticas, incluida la atorvastatina, que se ha convertido en uno de los medicamentos más usados por los pacientes en todo el mundo. Gracias a estos tratamientos, millones de personas en todo el mundo están controlando el riesgo de un posible accidente cardiovascular solamente con la toma de una pastilla al día.
Hoy en día, además, ya hay investigaciones prometedoras en esta área con tratamientos de terapia génica, anticuerpos monoclonales e inhibidores enzimáticos que están demostrando una alta efectividad en el tratamiento de la insuficiencia cardiaca.
Además, el futuro del tratamiento llegará según los especialistas gracias a la medicina de precisión, que va a permitir a los médicos e investigadores predecir con mayor exactitud qué estrategias de tratamiento y prevención funcionarán en qué pacientes, teniendo en cuenta sus genes, entorno y estilo de vida. El primer gen de la hipertensión se descubrió en 1998 y, aunque no se comprende bien aún el papel de los genes en las enfermedades cardiovasculares, es un área de investigación muy prometedora.