Sobre los acuerdos europeos para “acabar” con el coche de combustión
Respuesta: Muchos han sido los titulares en las últimas semanas con anuncios sobre el “fin del coche de combustión” o sobre la intención de Europa de “acabar con los coches y furgonetas de gasolina y diésel para el año 2035”. Este proyecto, que es sin duda de gran envergadura para la industria automovilística en Europa (y por tanto, para la economía en general), tendrá también un impacto en el sector de las Estaciones de servicio, que deberá prepararse para este futuro no tan lejano.
No pretendemos en este medio entrar en debates políticos o científicos sobre la conveniencia o no de las medidas propuestas; nos limitaremos a explicar qué es lo que se ha aprobado y en qué fase se encuentra la tramitación del proyecto legislativo.
El pasado 14 de febrero, el Parlamento Europeo aprobó, con 340 votos a favor, 279 en contra y 21 abstenciones, nuevos objetivos de reducción a cero de las emisiones de CO2 para los turismos y las furgonetas nuevos en la Unión, como parte de un paquete de medidas europeo llamado “Objetivo 2055”, que pretende reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en la UE en al menos un 55% de aquí a 2030, y alcanzar que la Unión sea climáticamente neutra en 2050.
La nueva legislación no prohíbe la circulación de coches de combustión ni la venta de vehículos de segunda mano, por lo que el nuevo Reglamento no pone fin al coche de combustible fósil. Lo único que ha aprobado la Eurocámara es que a partir de 2035 sólo podrán venderse en la UE vehículos nuevos no contaminantes. En la práctica, y con el estándar tecnológico actual, serían principalmente los coches y furgonetas eléctricos o de hidrógeno, si bien las empresas automovilísticas están avanzando a marcha forzada en el desarrollo de otras tecnologías neutras en emisiones (por ejemplo, los combustibles sintéticos).
Para alcanzar estas metas, el Reglamento proyectado contempla, entre otras medidas:
• Objetivos intermedios de reducción de emisiones para el 2030, del 55% para los turismos y del 50% para las furgonetas, en comparación con el nivel del 2021.
• Se presentará, a más tardar en 2025, una metodología para evaluar y comunicar datos sobre las emisiones durante el ciclo de vida completo de los automóviles y furgonetas. Si bien la norma no lo específica con más detalle, se tendrán que incluir en el análisis de los efectos contaminantes de un vehículo también las emisiones emitidas durante su fase de producción, y quizás también las emisiones generadas por la producción de la energía que los impulsa (por ejemplo, la electricidad y el hidrógeno se producen, actualmente, sobre la base de energías renovables, pero también fósiles). La concreción de todos estos criterios jugará un papel esencial en el futuro de la movilidad sostenible y evidencia que todavía existen muchas incógnitas;
• La Comisión Europea informará cada dos años los avances hacia la movilidad por carretera sin emisiones, evaluando criterios energéticos, y velando por una transición socialmente justa y económicamente viable, que tenga en cuenta los elevados costes para los usuarios de la transición hacia vehículos de bajas emisiones y las repercusiones que estos cambios pueden tener sobre el empleo en los sectores afectados. Se prevé incluso la posibilidad de revisar, sobre la base de estas evaluaciones, los objetivos recogidos en la norma (actualmente, como hemos explicado, de cero emisiones).
• Exenciones para fabricantes que producen un número muy reducido de automóviles;
• La paulatina desaparición de los incentivos para los vehículos de bajas emisiones.
En definitiva, el proyecto de Reglamento aprobado por el Parlamento Europeo, si bien prevé que a partir de 2035 sólo puedan comercializarse turismos y furgonetas nuevos no contaminantes, deja todavía margen de maniobra para adaptaciones y concreciones.
Por otra parte, la aprobación del Reglamento por el Parlamento Europeo se ha producido en el llamado “procedimiento legislativo ordinario” de la Unión, en el que el Parlamento y el Consejo de la Unión Europeo (órgano que representa a los gobiernos de los Estados miembros) actúan como colegisladores. Ambos órganos han de aprobar la norma, por lo que habitualmente se busca con carácter previo a las votaciones el consenso político entre la Eurocámara y los representantes de los Estados miembros.
Lo mismo ocurrió también en el caso de la movilidad sostenible: ya en octubre de 2022, el Parlamento y el Consejo habían alcanzado un acuerdo provisional político sobre la prohibición de venta de coches nuevos contaminantes; este consenso, en principio, parecía convertir la votación de febrero en la Eurocámara y la prevista para el 7 marzo por el Consejo de la UE en una mera formalidad.
Sin embargo, tras la aprobación por el Parlamento Europeo por un margen relativamente estrecho, varios Estados miembros, como Alemania e Italia, se muestran reticentes y piden, junto a otros países como Bulgaria, Polonia, llevar a cabo modificaciones, sobre todo para permitir vehículos impulsados por combustibles sintéticos.
Peligra, por tanto, la aprobación por parte del Consejo, que en el procedimiento legislativo ordinario ha de aprobar el proyecto legislativo por mayoría cualificada: se necesita un voto a favor de un 55% de los Estados miembros y que a la vez represente un 65% de la población. Para evitar un rechazo de la iniciativa (que se producirá si al menos cuatro Estados miembros con una población conjunta de al menos el 35% de la población votan en contra o se abstienen), se decidió posponer la votación, para buscar una solución política consensuada y así superar el eventual bloqueo, que ya parece cada vez más cerca
En cualquier caso, todavía nos encontramos en una fase inicial de la tramitación de la norma. El acuerdo provisional alcanzado en octubre de 2022 que hemos comentado antes no tiene efectos vinculantes, por lo que el Consejo de la Unión Europea (que representa los intereses de los Estados miembros) es libre de aceptar el Reglamento propuesto, proponer enmiendas o rechazarlo. En estos últimos supuestos, el proyecto puede volver al Parlamento para una segunda e incluso una tercera lectura.
Todavía es pronto para saber con certeza el contenido final de las regulaciones, pero innegablemente en Europa estamos en camino de una movilidad sin combustibles de origen fósil. Las estaciones de servicio deben aceptar el desafío y adaptarse sus negocios a las nuevas exigencias que se presenten.