La red de estaciones de servicio aguanta a duras penas

A la espera de que el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio atienda las peticiones de CEEES y Aevecar, que claman por el establecimiento de unos servicios mínimos, las estaciones de servicio continúan operando en una situación muy compleja.

Transcurren las semanas y se acumulan los días de vigencia del estado de alarma, acentuado el 30 de marzo, cuando entró en vigor una mayor restricción de la actividad económica y por tanto se amplió la limitación de movimientos de la población. Con esta menor movilidad de la población las estaciones de servicio verán aún más mermadas las ventas de combustibles, poniendo en una situación límite las estaciones de servicio, particularmente a las pymes propietarias de estaciones de servicio.

En una nota de prensa remitida el 30 de marzo la CEEES apuntó que para las estaciones de servicio el establecimiento del estado de alarma tiene “consecuencias (…) nefastas”. Desde el colectivo presidido por Jorge de Benito se apunta que “no tiene ningún sentido seguir manteniendo el 100% de la oferta de suministro de carburante cuando la movilidad es apenas un 10% de la habitual y que más de 11.000 puntos de venta estén obligados a permanecer abiertos todos los días”.

CEEES lamenta que “hasta el momento nuestras demandas han caído en saco roto y la Administración ha desoído nuestras peticiones, con las terribles consecuencias que esta actitud está teniendo sobre nuestros negocios, la inmensa mayoría de ellos pymes que ya se están encontrando en dificultades a la hora de abonar las nóminas de sus empleados correspondientes al mes de marzo y a las que les resultará previsiblemente inviable pagar las mensualidades del mes de abril”.

El presidente de Aevecar, Alejandro Ripoll señala, en una nota de prensa fechada el 1 de abril, que, “aunque en estos momentos sea prioritario el asunto sanitario, las empresas del sector, microempresas familiares en muchos casos, están sufriendo unas importantísimas pérdidas por la falta de actividad que conlleva las estrictas y necesarias medidas de confinamiento”.

Sobre la solicitud del establecimiento de servicios mínimos en el sector, Ripoll apunta que “se realizó formalmente el pasado 20 de marzo por parte de las dos grandes patronales del sector”. El presidente de Aevecar declara que “propusimos que se instauraran unos servicios mínimos que cubrieran holgadamente las necesidades de demanda, permitiendo además que todas aquellas empresas no incluidas en los mismos pudieran seguir abiertas si así lo consideraban oportuno. Al día de hoy no hemos recibido ninguna respuesta”.

Mientras tanto, y a pesar de los cambios introducidos en el día a día de las estaciones de servicio, los expendedores continúan realizando sus tareas en condiciones difíciles.

Jorge de Benito, presidente de la CEEES, declara que “necesitamos imperiosamente EPI, aunque lo cierto es que existe una falta absoluta de este material. Aunque no es la panacea, que los surtidores estén en autoservicio sí limita las posibilidades de contagio. Además, desde CEEES hemos hecho una batería de carteles informativos para que los clientes observen las normas en materia de prevención: utilización de guantes, distancias de seguridad, guantes de un solo uso para repostar, etcétera”.

Víctor García Nebreda, secretario general de Aevecar, señala que “el principal problema, como casi en todos los casos, es la falta de material de protección. Nosotros no estábamos preparados para esto y no se nos facilita material, evidentemente porque no lo tienen ni los sanitarios. El autoservicio es bueno porque cuanto más se reduzca el contacto entre cliente y trabajador mejor”.

La presidenta de la Asociación Provincial de Empresarios de Estaciones de Servicio de Sevilla, Apes, Beatriz Lacañina Pedrosa, considera que “la primera necesidad que tienen los expendedores es el respeto de los clientes hacia el cumplimiento de las normas básicas de higiene y prevención. Aquellas estaciones que siguen con su tienda abierta sin régimen de autoservicio necesitan que los clientes mantengan la distancia de seguridad, que se laven las manos muy a menudo y que les faciliten el trabajo. En segundo lugar, necesitamos EPI para poder desarrollar nuestro trabajo con las medias de seguridad adecuadas”.

“Aquellas estaciones que disponen de ventanilla nocturna con ‘pasapaquetes’ han podido cerrar el acceso a la tienda de los clientes y al tener un cristal entre el cliente y ellos, se sienten mucho más seguros. Sigue existiendo un mínimo riesgo porque manejan dinero efectivo, pero este riesgo se reduce muchísimo. Aun así, estamos siendo muy escrupulosos en la limpieza de todos los medios materiales necesarios para la venta como el TPV de pago, la pantalla táctil, etc”.

Las fuentes consultadas destacan las dificultades para contar con suficientes EPI.

Julio César López, gerente de la estación de servicio Bazarra, quien también es el actual vicepresidente de la Asociación de Estaciones de Servicio de A Coruña y secretario de la Federación Gallega de Estaciones de Servicio, Fegaes, apunta que su empresa ha dotado a su plantilla de equipos de protección individuales suficientes, ha añadido mamparas para proteger a empleados y clientes. El hecho de que las estaciones de servicio funcionen en la actualidad en régimen de autoservicio, agrega López, limita las posibilidades de contagio de los trabajadores, “pero el cliente pasa a tener más posibilidades de contagio, pues tiene que operar con elementos que pueden estar contagiados”. Para evitar esta posibilidad, afirma, en su instalación se llevan a cabo “labores de desinfección constantes”.

Lucía Catuxo, gerente de una estación de servicio en la localidad asturiana de Tapia de Casariego, relata que “nosotros siempre hemos trabajo con servicio atendido en pista. Nuestros clientes siempre esperan a ser atendidos, por lo que nos está costando mucho enseñarles de repente a que sean ellos quienes se suministren el combustible (…) Los clientes están nerviosos, incluso algunos no entienden el cambio de régimen de trabajo y se marchan enfadados (…). A veces cuando no queda más remedio, les pedimos que se metan en el coche de nuevo y salimos a pista a atenderles. No se les permite salir del coche hasta que el expendedor regresa a la tienda, para mantener distancias de seguridad”.

Respecto al uso de equipos de protección individual, Catuxo señala que “otro problema que vemos es el uso de guantes. Hay que estar muy atentos para que usen los guantes desechables y no toquen el surtidor sin protección para así reducir contagios. Y una vez que conseguimos que se acerquen al dispensador de guantes para cogerlos, hay que estar muy atentos y avisarles de nuevo, ya que una gran mayoría se chupa el dedo para poder abrirlos”.

Alberto Agudo, gerente de Gasóleos Agudo, empresa familiar propietaria de dos estaciones de servicio en la provincia de Toledo, explica que “nosotros hemos implantado de urgencia una caja nocturna, activa desde el pasado 20 de marzo, en la gasolinera que carecía de ella para limitar la exposición de expendedores, y se continua con la disponibilidad de EPI (guantes, mascarillas y gel hidroalcohólico hasta el momento) a toda la plantilla. Entendemos que esa infra exposición al público limita en gran medida las posibilidades de contagio”.