El consumo de carbón cayó y la energía hidráulica aumentó su aportación al 'mix'
España mejoró su intensidad energética en 2016
Estas son las principales conclusiones de la 66ª edición del BP Statistical Review of World Energy 2017, prestado el 13 de julio en Madrid. Este informe, elaborado anualmente por la compañía británica, analiza la evolución de los mercados energéticos. La presentación, que tuvo lugar en el Museo del Traje de Madrid, corrió a cargo del presidente de BP España, Luis Aires Dupré, y contó con la intervención del secretario de Estado de Energía, Daniel Navia.
En el caso español, el informe revela que el consumo de energía durante 2016 se mantuvo estable. Atendiendo al consumo por fuentes de energía, destaca el descenso del 23,9% sufrido por el carbón, en línea con la tendencia a nivel europeo y global y que contrasta fuertemente con el comportamiento de esta fuente de energía en 2015, un ejercicio en el que su demanda creció un 23,9%.
Desde BP se llama la atención la relación casi inversamente proporcional entre el carbón y la energía hidráulica. Así, si en la anterior edición del Statistical Review, el carbón reemplazó gran parte de la aportación de la energía hidráulica (que registró un descenso del 28,8% en 2015), en 2016 la situación se invirtió y, mientras que el consumo de carbón bajó, el de la energía hidráulica subió un 27,3%. Como es habitual, durante el pasado año la estructura de generación eléctrica estuvo condicionada por la climatología, siendo un mejor año en cuanto a producción hidroeléctrica, una tendencia que (a no ser que cambie de forma radical el régimen pluviométrico de 2017) no se repetirá en el año en curso.
Cambios en el ‘mix’ nacional
Estos cambios en el consumo produjeron en 2016 una nueva configuración del ‘mix’ energético español. Así, cabe destacar que el petróleo, el gas natural, la energía nuclear y la hidráulica ganaron cuota en su aportación a la demanda, acabando con una participación en el ‘mix’ de 46,3%, 18,6%, 9,8% y 6%, respectivamente. Mientras tanto, el carbón redujo su porcentaje hasta el 7,7% y las renovables se mantuvieron estables en el 11,5%. Como consecuencia, las emisiones de CO2 disminuyeron un 2,7%, en contraste con el crecimiento de más del 6% experimentado en 2015.
A nivel mundial, el BP Statistical Review revela un 2016 en el que los mercados de petróleo y de gas absorbieron el exceso de oferta de los últimos años. También pone de manifiesto cómo año tras año se van consolidando ciertas señales que hacen evidente la transición a un modelo energético con menores emisiones de carbono. Tendencias como el crecimiento más lento de la demanda mundial de energía, así como el traslado del centro de gravedad de esta demanda a las economías en desarrollo con altos índices de crecimiento, liderados por China e India.
Asimismo, se evidencian mejoras de la eficiencia energética y un cambio en el ‘mix’ hacia combustibles con menor contenido en carbono. Además, las energías renovables continuaron creciendo con fuerza, mientras que el consumo de carbón cayó, lo que tuvo una positiva incidencia en las emisiones contaminantes.
Por tercer año consecutivo, en 2016 la demanda mundial de energía volvió a protagonizar un débil crecimiento, aumentando sólo un 1%, casi la mitad de la tasa de crecimiento promedio de la pasada década.
Según el informe, el consumo energético durante 2016 se mantuvo estable en España con un alza del 0,2%, mientras que las emisiones de CO2 disminuyeron un 2,7%
La íntima relación entre crecimiento económico y consumo energético
Este bajo nivel de crecimiento de la demanda reflejó la debilidad general de la economía con un PIB que creció un 3% -uno de los niveles más bajos desde 2002-, el menor peso del sector industrial en el crecimiento económico, así como una tendencia a largo plazo que apunta a una mayor eficiencia y a una mejora de la intensidad energética.
Si se analiza el crecimiento de esta demanda por países, la mayor parte del mismo provino, una vez más, de economías en desarrollo de rápido crecimiento con China (1,3%) e India (5,4%) representando la mitad de dicho aumento, mientras que la demanda de los países desarrollados de la OCDE apenas varió (0,2%).
Este frenazo del consumo en China reflejó en parte la desaceleración general de su crecimiento económico y también, en gran medida, la debilidad especialmente marcada de los sectores con mayor intensidad energética en este país, como son el del hierro, el acero y el cemento.
2016 fue un año de ajustes para el mercado del petróleo, que absorbió el exceso de oferta que había dominado el mercado en los últimos años. Los precios bajos del crudo -el ‘dated’ Brent alcanzó en 2016 un precio medio de 44 dólares por barril, el más bajo desde 2004- impulsaron el crecimiento de la demanda en un 1,6%. Los precios también influyeron en la producción, que creció a nivel mundial tan solo un 0,5%. En este sentido, la extracción de petróleo no convencional por parte de Estados Unidos cayó de manera muy importante, pues muchos pozos dejaron de ser rentables con unas cotizaciones tan bajas, aunque con el paso de tiempo han mostrado una resistencia inesperada a los bajos precios del oro negro.
La OPEP incrementó el bombeo
Dentro de estas cifras totales, la producción de la OPEP se incrementó en 1,2 millones de barriles por día, mientas que la producción de petróleo en los países no miembros cayó en 800.000 barriles por día, registrando su mayor caída anual en los últimos 25 años.
La combinación de una fuerte demanda con una débil oferta permitió que el mercado del petróleo absorbiera de manera gradual el exceso de oferta, que había persistido desde 2014, y se desplazara durante la segunda mitad del año 2016 hacia un punto de equilibrio. Aun así, las reservas continuaron en niveles altos y este exceso de existencias acumuladas en años anteriores hizo que los precios se mantuvieran bajos.
A finales del año pasado, la OPEP y 10 países productores no miembros del cártel anunciaron un acuerdo para recortar la producción con el objetivo de acelerar el ritmo de ajuste de las existencias de petróleo y que pudiesen volver a unos niveles más normales.
Estos niveles todavía altos de inventario, unidos a la alta elasticidad de la oferta –por la gran flexibilidad de la tecnología del fracking para adaptarse rápidamente a cambios en el precio– hacen poco probable un aumento considerable en el precio del petróleo en el corto y medio plazo.
La producción de gas natural, plana
El entorno de precios bajos de 2016 también se dejó sentir en el mercado del gas natural, continúa el BP Statistical Review of World Energy 2017, en el cual la producción mundial se mantuvo esencialmente sin variaciones, un 0,3%, su crecimiento más débil de los últimos 34 años, exceptuando el momento posterior a la crisis financiera. De manera más concreta, mientras la producción de gas estadounidense cayó por primera vez desde que se inició la revolución del gas no convencional; la producción australiana, sin embargo, aumentó de manera significativa con la puesta en marcha de nuevas instalaciones de gas natural licuado (GNL).
Por su parte, el consumo mundial de gas natural aumentó un 1,5% en 2016, un porcentaje pequeño en comparación con su tasa media de la última década -con grandes aumentos de su consumo en Europa (6%), Oriente Medio (3,5%) y China (7,7%)-, para acabar representando un 24,1% del ‘mix’ de energía primaria en 2016
Lo más destacable durante 2016 en el mercado mundial del gas natural fue el incremento de las exportaciones e importaciones mundiales de GNL, que crecieron un 6,2% debido a la producción de Australia. Este alza en el comercio de GNL refleja el cambio fundamental y continuo que se está produciendo en los mercados mundiales de gas hacia una mayor integración y una mayor competitividad y flexibilidad.
A nivel mundial, en 2016 creció ligeramente la demanda, cambió el ‘mix’ energético hacia fuentes más limpias y las emisiones de CO2 aumentaron solo un 0,1%, el promedio más bajo desde 1981-83
Las renovables, en alza
El análisis de la multinacional energética británica llama la atención sobre la firmeza de la transición energética que se está produciendo, un movimiento global que se concreta de forma más evidente en el opuesto comportamiento del carbón y las energías renovables.
En cuanto al carbón, “el más contaminante de todos los combustibles fósiles”, el estudio destaca que el consumo cayó con fuerza por segundo año consecutivo, experimentando un descenso del 1,7% debido principalmente a la disminución de la demanda tanto en EE.UU. como en China.
Esta disminución supuso que la participación del carbón en la demanda de energía primaria fuera del 28,1%, su menor cuota desde 2004. En cuanto a la producción, cayó un 6,2%. Esta contracción, tanto en la oferta como en la demanda de carbón, apunta a un cambio estructural en el mercado. El gas natural y las energías renovables son cada vez más competitivas frente al carbón para la producción de electricidad. Otro factor que influye en esta transición es la presión social y gubernamental, creciente, para sustituir el carbón por fuentes energéticas más limpias.
Por otro lado, las energías renovables, encabezadas por la eólica y la solar, fueron de nuevo las energías de más rápido crecimiento en 2016, aumentando un 12% gracias a los continuos avances tecnológicos. A pesar de que el suministro de energías renovables representa poco más del 3% de la energía primaria total, el crecimiento de éstas supuso casi un tercio del crecimiento total de la demanda de energía en 2016, un dato de gran relevancia. Como lo es el hecho de que China se convirtiese en el mayor productor mundial de energías renovables en 2016, desplazando a Estados Unidos.
Por último, la producción mundial de energía nuclear creció un 1,3% en 2016. Un aumento anual del 24,5% de la producción nuclear china (el más grande vivido desde 2004) representó todo el crecimiento neto de este tipo de energía a nivel mundial. Por su parte, la generación de energía hidráulica aumentó un 2,8% en 2016.
Con ello el ‘mix’ energético a nivel mundial quedo configurado en el 2016 como sigue, con el petróleo y el gas como combustibles dominantes en cuanto a su participación en el consumo de energía primaria con un 33,3% y un 24,1% respectivamente, seguidos del carbón (28,1%), la generación de energía hidráulica (6,9%), nuclear (4,5%), y las renovables (3,2%).
En cuanto a la generación de electricidad, aumentó un 2,2%. Un crecimiento que provino de los países en desarrollo mientras que en los países de la OCDE se mantuvo sin variaciones. Esta debilidad de la demanda eléctrica dentro de la OCDE reflejó, una vez más, las menores tasas de crecimiento económico de estos países pero, fundamentalmente, un desacoplamiento cada vez mayor entre el crecimiento del PIB y la electricidad, cuya explicación arranca en las mejoras de eficiencia energética implementadas.
Por último, el BP Statistical Review of World Energy 2017 destaca que el sector eléctrico se colocó a la cabeza de la transición energética, tanto en términos de mejora de la eficiencia energética como en el cambio hacia un ‘mix’ de combustibles con menores emisiones de carbono.
Menor demanda y energías más limpias
El débil crecimiento de la demanda (1%), unido al ya citado cambio hacia combustibles más limpios, dio como resultado que, por tercer año consecutivo, las emisiones de carbono por consumo de energía apenas variaran en 2016: tan solo un 0,1%. Este promedio, el más bajo para las emisiones de carbono desde 1981-83, implica una mejora sustancial con respecto a la tendencia de años anteriores.
Estos cambios reflejan un punto de inflexión y ponen de manifiesto que los mercados mundiales de la energía están en transición. En este sentido, BP asegura estar preparada para desempeñar también un papel central “haciendo frente al doble desafío de suministrar la energía que el mundo necesita para crecer y prosperar, al tiempo que reduce sus emisiones de carbono”.
Para lograr ese objetivo, la multinacional está ampliando sus proyectos en energías renovables, invirtiendo en desarrollar nuevos modelos de negocio bajos en emisiones de carbono y estableciendo alianzas que permitan acelerar el desarrollo tecnológico.
Además, BP se está enfocando en la producción de gas y en la reducción de las emisiones de metano, así como en el desarrollo de lubricantes, combustibles y biocombustibles más eficientes.