La tasa ha provocado la destrucción de 260 empleos
Siete estaciones cántabras echan el cierre por culpa del céntimo sanitario
Revista Estaciones de servicio13/09/2013
Centimo ruinoso 2077
Cuando, hace más de un año, el Gobierno de Cantabria anunció que a partir del 1 de junio de 2012 gravaría a los carburantes vendidos en la región con el denominado céntimo sanitario, los empresarios cántabros ya anunciaron que la tasa autonómica provocaría un descenso en picado del consumo que se saldaría con el cierre de estaciones y la destrucción de empleo.
Hoy, apenas 14 meses después de la entrada en vigor del polémico impuesto, el tiempo ha dado la razón a los gasolineros cántabros, que asisten impotentes a la fuga de litros que se produce hacia la isla fiscal en la que se ha convertido el País Vasco, donde no se cobra el céntimo sanitario.
Esta huida de los conductores, especialmente profesionales, hacia las estaciones de servicio vascas -con precios antes de impuestos superiores a los de las gasolineras de regiones limítrofes- ha supuesto la puntilla para algunas instalaciones cántabras, que se han visto obligadas a echar el cierre ante el desplome de sus ventas.
Así ha sucedido con al menos seis estaciones de servicio ubicadas en Cantabria, que, acosadas por el batacazo de ventas de carburantes y de otros productos complementarios y asfixiadas por la falta de financiación, han cerrado sus puertas.
Entre quienes se han visto obligados a clausurar sus negocios se encuentran tanto “empresarios de toda la vida” -alguna de las instalaciones cerradas llevaba más de treinta años prestando servicio a los conductores cántabros- como inversores aterrizados hace poco en el sector -una de las gasolineras abrió sus puertas hace apenas dos años, tras recibir una inversión de casi tres millones de euros.
Destrucción de empleo
Como es lógico, estos cierres llevan aparejada la destrucción de un importante número de puestos de trabajo. Y a ello hay que sumarle el hecho de que al menos 17 estaciones de servicio se han visto obligadas a recortar sus horarios de atención al público para reducir gastos de personal. En total, el céntimo sanitario ha dejado en la cola del Inem a 260 trabajadores, el 25% de los que empleaba el sector antes de la entrada en vigor del gravamen autonómico.
Pero quizá lo peor de todo es que, tal y como ha denunciado la revista Estaciones de Servicio en reiteradas ocasiones, el céntimo sanitario es una formidable trampa, que en lugar de generar más ingresos para las regiones que lo implantan, actúa como un mecanismo de fuga de consumo hacia otras autonomías.
Y no sólo se fuga el consumo de carburantes, sino que la huida de transportistas al País Vasco tiene un efecto negativo en muchos otros sectores de la actividad económica cántabra, que ha visto cómo negocios tales como hoteles, restaurantes, talleres mecánicos, de cambio de ruedas, etc., se han visto afectados por el descenso del tráfico de camiones en la región.
Pero es que además el descenso de la venta de carburante propicia que el Gobierno regional deje de ingresar la mitad del IVA y el 58% del impuesto de hidrocarburos que sí recibiría si el consumo se produjera en su territorio en lugar de en Euskadi, con lo que, tal y como venimos avisando desde hace ya demasiado tiempo, el céntimo sanitario es una ruina para las comunidades autónomas que se dejan seducir por esta fuente de ingresos tan fácil como peligrosa.
Hoy, apenas 14 meses después de la entrada en vigor del polémico impuesto, el tiempo ha dado la razón a los gasolineros cántabros, que asisten impotentes a la fuga de litros que se produce hacia la isla fiscal en la que se ha convertido el País Vasco, donde no se cobra el céntimo sanitario.
Esta huida de los conductores, especialmente profesionales, hacia las estaciones de servicio vascas -con precios antes de impuestos superiores a los de las gasolineras de regiones limítrofes- ha supuesto la puntilla para algunas instalaciones cántabras, que se han visto obligadas a echar el cierre ante el desplome de sus ventas.
Así ha sucedido con al menos seis estaciones de servicio ubicadas en Cantabria, que, acosadas por el batacazo de ventas de carburantes y de otros productos complementarios y asfixiadas por la falta de financiación, han cerrado sus puertas.
Entre quienes se han visto obligados a clausurar sus negocios se encuentran tanto “empresarios de toda la vida” -alguna de las instalaciones cerradas llevaba más de treinta años prestando servicio a los conductores cántabros- como inversores aterrizados hace poco en el sector -una de las gasolineras abrió sus puertas hace apenas dos años, tras recibir una inversión de casi tres millones de euros.
Destrucción de empleo
Como es lógico, estos cierres llevan aparejada la destrucción de un importante número de puestos de trabajo. Y a ello hay que sumarle el hecho de que al menos 17 estaciones de servicio se han visto obligadas a recortar sus horarios de atención al público para reducir gastos de personal. En total, el céntimo sanitario ha dejado en la cola del Inem a 260 trabajadores, el 25% de los que empleaba el sector antes de la entrada en vigor del gravamen autonómico.
Pero quizá lo peor de todo es que, tal y como ha denunciado la revista Estaciones de Servicio en reiteradas ocasiones, el céntimo sanitario es una formidable trampa, que en lugar de generar más ingresos para las regiones que lo implantan, actúa como un mecanismo de fuga de consumo hacia otras autonomías.
Y no sólo se fuga el consumo de carburantes, sino que la huida de transportistas al País Vasco tiene un efecto negativo en muchos otros sectores de la actividad económica cántabra, que ha visto cómo negocios tales como hoteles, restaurantes, talleres mecánicos, de cambio de ruedas, etc., se han visto afectados por el descenso del tráfico de camiones en la región.
Pero es que además el descenso de la venta de carburante propicia que el Gobierno regional deje de ingresar la mitad del IVA y el 58% del impuesto de hidrocarburos que sí recibiría si el consumo se produjera en su territorio en lugar de en Euskadi, con lo que, tal y como venimos avisando desde hace ya demasiado tiempo, el céntimo sanitario es una ruina para las comunidades autónomas que se dejan seducir por esta fuente de ingresos tan fácil como peligrosa.