Gran salto en el desarrollo de la certificación forestal
El uso de madera local y el importante impulso en la certificación forestal, son algunos de los aspectos más destacados del comportamiento ambiental del sector papelero español en el ámbito forestal, recogidos en la IV Memoria de Sostenibilidad de la Industria del Papel editada por la Asociación Española de Fabricantes de Pasta, Papel y Cartón (Aspapel).
Gran salto en el desarrollo de la certificación forestal
La mitad de la celulosa y el papel que la industria papelera española puso en el mercado en 2014 contaba ya con certificación forestal y casi el 80% de la madera utilizada como materia prima para fabricarlo procedía de plantaciones locales de pino y eucalipto.
Los productos del bosque son cada vez más demandados por la sociedad. Y lo serán aún más en el futuro, sustituyendo en mayor medida a materiales no renovables e intensivos en carbono. Por eso es esencial la certificación forestal, que garantiza al consumidor que esos productos forestales proceden de bosques gestionados de manera sostenible.
Según la IV Memoria de Sostenibilidad de la Industria del Papel, editada por Aspapel, actualmente, tienen certificada su cadena de custodia el 72% de las fábricas de papel y el 100% de las fábricas de celulosa, así como el 85% de los proveedores de madera. En muy pocos años se ha conseguido un gran avance y hoy está certificada el 51% de la producción de celulosa de mercado y el 46% de la producción de papel vendido.
El cuello de botella sigue estando en el déficit de madera nacional certificada, que lastra la competitividad de la industria forestal española. La ausencia de instrumentos de gestión ágiles y eficaces ha sido tradicionalmente el gran escollo. Aunque en los últimos años se ha avanzado considerablemente, nuestros bosques requieren un impulso decidido para situarlos en los niveles de las masas forestales europeas.
El papel es un producto forestal, un producto del bosque. La madera para papel se planta y se cultiva en 420.580 hectáreas de plantaciones de pino y eucalipto que se están continuamente replantando y regenerando y suponen el 2,3% de la superficie forestal española. Estas plantaciones son motor de la economía rural: generan 4.660 empleos directos en trabajos de repoblación y selvicultura y 15.378 indirectos en maquinaria, transporte, talleres…
Además, son grandes sumideros de CO2: almacenan 27,9 millones de toneladas de CO2 equivalente. Y el carbono fijado en las plantaciones no se libera con la corta del árbol, sino que permanece almacenado en los productos papeleros y el plazo de almacenamiento se va prolongando con los sucesivos reciclados. No en vano la celulosa, la fibra de la madera de que está hecho el papel, es un hidrato de carbono. Los productos papeleros son, de este modo, eficientes almacenes de CO2 y más papel significa menos CO2 en la atmósfera.
Los 5,7 millones de metros cúbicos de madera que la industria de la celulosa y el papel utilizó en 2014 como materia prima, proceden en un 78% de esas plantaciones locales. El resto de la madera es importado y procede asimismo de plantaciones de estas mismas especies.