La arquitectura catalana se rinde a la versatilidad y eficacia del ladrillo
El XVII Premio bienal de Arquitectura de Ladrillo, promovido por la Sección de Ladrillos Cara Vista de Hispalyt (Asociación Española de Fabricantes de Ladrillos y Tejas de Arcilla Cocida), ha reconocido el preponderante lugar que la arquitectura catalana otorga a este material utilizado desde hace siglos en la construcción de fachadas.
Este premio, que se organiza desde 1991, tiene el objetivo de difundir las obras más significativas construidas con ladrillo cara vista durante el período correspondiente. En cada edición se conceden un primer premio y cinco premios a las categorías: Vivienda unifamiliar, Vivienda colectiva, No residencial, Sostenibilidad e Industrialización. En esta edición, cinco de los seis galardones han sido otorgados a cuatro proyectos ubicados en Cataluña.
El primer premio fue concedido a Peris Toral Arquitectes (Marta Peris y José Toral) por su proyecto Social Atrium de 54 viviendas sociales en El Besòs (Barcelona), reconocido por el jurado “por su excelencia en diseño, funcionalidad y compromiso con el medio ambiente”.
José Toral, miembro del equipo de arquitectos, afirma que eligieron el ladrillo macizo manual como protagonista de la fachada “debido a su inercia térmica, que favorece el funcionamiento termodinámico del edificio. En invierno, almacena el calor captado por el atrio durante las horas de sol y lo libera el resto del día, garantizando confort térmico. En verano, con la protección solar activa, ayuda a disipar el exceso de calor cuando el atrio funciona como chimenea solar”.
El equipo de arquitectos destaca que la sostenibilidad es protagonista en este proyecto. De hecho, además del primer premio, este proyecto también fue el ganador en la categoría de Vivienda Colectiva y finalista en la de Sostenibilidad. “El ladrillo nos permite trabajar con celosías que garantizan la privacidad y, al mismo tiempo, permiten la circulación del aire. Finalmente, la resistencia de este material lo hace ideal en un edificio de bajo mantenimiento, como es una vivienda social”, explica Toral.
El ladrillo también es el protagonista del proyecto ganador en la Categoría de Sostenibilidad. Se trata de ‘Casa 1721’, un proyecto residencial del estudio Harquitectes, compuesto por David Lorente, Josep Ricart, Xavier Ros y Roger Tudó.
Además de una altísima sala vertical que capta la luz del sol, los arquitectos apostaron por una envolvente con estructura cerámica que proporcionase confort térmico, eficiencia energética y la ventilación necesaria para conseguir una buena calidad del aire interior. El uso del ladrillo en
medianeras, fachadas y espacio captador se completa con una estructura de madera. “El ladrillo nos aporta la inercia y ventilación necesaria para el buen funcionamiento climático del edificio comportándose como espacio adiabático, la estructura de madera genera un confort basado en el aislamiento y la gestión del aire. Esta dualidad material se percibe tanto desde el espacio polivalente como desde el doméstico gracias a unas aberturas que permiten el paso y las vistas entre ellos”, detallan desde el estudio.
Pero además de en estos dos proyectos catalanes, el ladrillo, un material renovable, natural, completamente reciclable y con una elevada inercia térmica que contribuye al aislamiento térmico de la envolvente del edificio está presente en otros tres proyectos que han sido distinguidos en estos premios.
El premio a la Vivienda Unifamiliar, también un proyecto del estudio Harquitectes, es la Casa 1616, una vivienda entre medianeras en un contexto urbano y denso de Barcelona. El jurado ha reconocido “la distribución en sección y el uso inteligente de la estructura de ladrillo y pilares que han permitido crear un hogar adaptado a las necesidades de sus usuarios, maximizando la luz natural y minimizando las molestias del entorno urbano”.
Por último, el premio No Residencial recayó en Centro de salud Can Llong, un centro de atención primaria (CAP) proyectado en Sabadell (Barcelona) por Comas-Pont Arquitectes. Este galardonado proyecto ha sido uno de los últimos frutos de la colaboración entre Jordi Comas y la recientemente fallecida Anna Pont.
Can Llong destaca por su eficiencia energética y su integración armónica en el entorno urbano. Utilizando cerámica vista en su fachada y materiales naturales como la madera en su interior, el edificio crea una atmósfera de relajación y bienestar imprescindible para sus usuarios. “La cerámica vista, utilizada como piel de fachada, permite la integración del CAP con los edificios circundantes, diferenciándose suficientemente por su escala y geometría singular. Este material de proximidad y bajo mantenimiento también se encuentra en los muros interiores, proporcionando continuidad visual entre el interior y el exterior y reforzando la idea de cajas de geometría regular”, afirman en la memoria del proyecto del centro sanitario.
La pieza cerámica manual refuerza la escala doméstica del edificio, creando un ambiente más amigable para los usuarios. Además, se ha propuesto un cerramiento exterior autoportante anclado a la estructura para dar continuidad al aislamiento térmico y evitar puentes térmicos. La combinación de cerámica con muros de hormigón visto permite los voladizos que soportan los grandes lucernarios.
La nutrida presencia de obras catalanas entre los ganadores de los Premios Hispalyt 2021-2023 pone de manifiesto el alto nivel de la arquitectura que se realiza en el territorio. Estos galardones son un merecido reconocimiento al talento y la creatividad de los arquitectos catalanes, que están a la vanguardia del diseño y la construcción sostenibles.
Y además suponen un importante impulso para seguir apostando por la innovación y la excelencia en el diseño y la construcción, tanto a nivel nacional como internacional.