Cómo rehabilitar de forma eficiente el hogar
Con estos datos, no es extraño que el sector de la edificación genere en la actualidad en España el 25,1% de las emisiones y el 30,1% del consumo de energía final. En este contexto, es necesario aplicar rehabilitaciones integrales prácticamente en todos los edificios antes de 2050, para reducir por completo las emisiones de gases de efecto invernadero. De hecho, 7,1 millones de edificios en España que cuentan con los niveles más altos de energía tienen necesidades de rehabilitación, según la Estrategia a largo plazo para la rehabilitación energética en el sector de la edificación en España (ERESSE).
Asimismo, es necesario mejorar el aislamiento de muros y tejados, cambiar ventanas y, si hiciese falta, instalar lamas o toldos que protejan todo lo posible del frío y del calor del exterior, para poder mantener una temperatura de confort con un consumo mínimo de calefacción o aire acondicionado.
Si bien esta rehabilitación integral del edificio completo debe ser el objetivo, este proceso se puede alargar porque exige poner de acuerdo a todos los vecinos, contratar un técnico que elabore un proyecto, encontrar financiación, etc. Mientras esta alternativa ideal llega, es importante adoptar pequeñas actuaciones en el hogar.
Evitar las infiltraciones
El objetivo es mejorar el grado de confort, tanto en verano como en invierno. Para ello, las ventanas se convierten en uno de los aspectos clave, ya que son uno de los puntos por donde más se pierde calor en invierno y que más protección requiere —mediante persianas, muy extendidas en España— frente a las altas temperaturas del verano.
De este modo, lo primero que hay que evitar son las infiltraciones o pequeñas grietas. Existen burletes, muy fáciles de colocar, que permiten cerrar las ventanas herméticamente. En este sentido, se hace necesario colocarlos también en la parte inferior de la puerta de entrada, que suele ser una zona por la que se cuela el frío.
Cambio de ventanas
Si la vivienda tiene ventanas antiguas, una buena solución es poner doble ventana. Esta alternativa no exige que la ventana nueva sea muy cara, de tal forma que con una ventana tipo se consigue mejora el confort del hogar, tanto en materia de temperatura como de ruido. “Esta intervención tiene cierta complejidad, por lo que, si no nos vemos capaces de colocarlas nosotros mismos, es mejor contar con un profesional”, afirma Paula Rivas, directora técnica de Green Building Council España (GBCe).
Sombreamiento
Además del frío, las ventanas son un elemento clave frente al calor. Así, el sombreamiento es fundamental, pero siempre desde el exterior. Lo contrario significaría tener ya el calor dentro de las viviendas. De este modo, si no se disponen de persianas, colocar unas del tipo alicantinas es muy sencillo y económico. También hay láminas adhesivas de control solar que, instaladas en el propio vidrio, reducen el calor que entra en la vivienda.
Fachadas
Una vez se han mejorado las condiciones de las ventanas, es necesario identificar otros lugares por los que se cuela el frío. Por ejemplo, las fachadas orientadas al norte suelen ser más frías. También, las paredes que dan a patios interiores que, en algunos casos, tienen un espesor menor en detrimento del aislamiento.
Una vez identificada la pared se puede plantear un aislamiento. Para ello, es recomendable utilizar algún tipo de aislamiento rígido, como el corcho, que además es un material natural que soporta muy bien la humedad. En tiendas especializadas se ofrecen gran variedad, aunque también se puede optar por paneles de madera. “Mejorar el aislamiento reducirá nuestras facturas y mejorará nuestras condiciones de vida, ya que nos podremos despertar por la mañana en invierno sin pasar frío y podremos llegar a casa en verano por las tardes sin superar los 30 grados de temperatura en el interior de la casa”, prosigue Rivas.
Techo
Si nos encontramos en la vivienda más alta de la casa, y el propio techo es la cubierta del edificio, este es un punto crítico tanto en invierno como en verano. Pero aislar el techo permite restar altura a la vivienda. Para elegir el aislamiento hay que tener en cuenta si se pueden sufrir humedades. Si es así, se debería optar por aislamientos tipo corcho o XPS. Si no hay humedades, la lana de roca o el aislamiento de fibra de algodón son una alternativa.
Por debajo de este aislamiento, se puede colocar un falso techo que, al igual que con las paredes, puede ser de cartón yeso, panel de madera u otra solución adaptada a los intereses de la vivienda.
Suelo
Por el contrario, si la vivienda es la más baja y el suelo está en contacto con el terreno o con el aire, se notará más el frío. De nuevo, aislar el suelo supone una pérdida de altura. Un buen sistema serían 4 cm de aislamiento rígido y, encima, unos paneles de OSB. Esta intervención es mucho más sencilla que la necesaria en el techo y, si no se dispone de altura, se pueden colocar alfombras —mejor si son de tejidos naturales como la lana o el algodón—.
“Un buen consejo es que, si colocas cartones debajo de las alfombras, obtendrás un plus de aislamiento sin gastarte dinero”, afirma la directora técnica de GBCe.