La formación profesional en España
23 de enero de 2009
El autor, Oriol Homs, examina el proceso de transición hacia un sistema de formación profesional moderno, concebido como vía de especialización profesional, tanto de los jóvenes antes de incorporarse al mercado laboral (formación profesional inicial) como de los trabajadores activos o desempleados que necesiten actualizar sus conocimientos y habilidades (formación profesional para el empleo).
Este análisis es especialmente oportuno en un momento como el actual, en el que la aparición de la denominada 'sociedad del conocimiento', la integración en mercados globales y la transformación de los modelos productivos suponen nuevos desafíos. En este sentido, el sistema de formación profesional tendrá que abordar aspectos como la adaptación a un aprendizaje de competencias o la integración de una formación a lo largo de la vida.
El estudio ofrece un análisis del proceso de transición hacia un sistema de formación profesional moderno, concebido como vía de especialización, tanto de los jóvenes antes de incorporarse al mercado laboral (formación profesional inicial) como de los trabajadores activos o desempleados que necesiten actualizar sus conocimientos y habilidades (formación profesional para el empleo).
Se pueden identificar en el sistema de formación profesional una serie de características positivas, pero también algunas debilidades y aspectos que es preciso mejorar.
Según el propio estudio, entre los puntos débiles destacan los siguientes:
· España tiene uno de los peores indicadores de abandono prematuro del sistema educativo. En 2007, el 31 por ciento de los jóvenes entre 18 y 24 años no había conseguido obtener el graduado de la ESO ni continuaba estudiando, cuando en el conjunto de la Unión Europea ese porcentaje sólo llegaba al 14,8 por ciento.
· El mercado de trabajo en España se caracteriza por unas altas tasas históricas de desempleo, cambios bruscos de ciclo económico y ciertas carencias en cuanto a la cualificación de los trabajadores. En concreto, mientras que en Europa, como promedio, el 49 por ciento de la población ocupada tiene una cualificación profesional intermedia, en España este porcentaje sólo alcanza el 23,1 por ciento.
· Muchos trabajadores altamente cualificados trabajan en puestos por debajo de su cualificación, o incluso están inactivos o desempleados. El escaso número de personas cualificadas en el mercado de trabajo corresponde también a una débil demanda de cualificación por parte de las empresas.
· La doble dependencia de la formación profesional: mientras que la formación inicial depende del Ministerio de Educación, Política Social y Deporte, la formación para el empleo lo hace del Ministerio de Trabajo e Inmigración. Esta dicotomía se reproduce en las comunidades autónomas, en las que las consejerías de educación y de trabajo se dividen el sistema de formación profesional.
· La dificultad de articular un sistema central compatible con la descentralización que supone la transferencia de competencias en esta materia a las autonomías y la falta de consenso entre ambos terrenos administrativos (central y autonómico).
· Cierta tendencia a que la formación se oriente a la transmisión de conocimientos (muchas veces teóricos) y no tanto al entrenamiento de destrezas, habilidades y actitudes profesionales.
· Presencia de las mujeres en familias profesionales concretas. Tres de estas familias (sanidad, administración e imagen) agrupan el 74 por ciento de las alumnas que cursan ciclos formativos de grado medio. Esta diferenciación por sexos en la formación es mayor que la que se observa en el mercado de trabajo.
· Los programas formativos para trabajadores empleados, aunque llegan a muchas empresas, lo hacen de manera desequilibrada en función de su tamaño.
De igual modo, el estudio propone una serie de iniciativas que se agrupan en cuatro grandes bloques: las dirigidas a mejorar el nivel de cualificación en el mercado de trabajo, las tendentes a potenciar la formación en la sociedad del conocimiento, las relacionadas con la mejora de la gobernanza del sistema y, por último, las que se derivan de la consecución de un nuevo acuerdo global para la formación y la cualificación.