"Solo en casa", pero buscando el riesgo cero
Todos los años, en las fiestas navideñas, las cadenas de televisión suelen programar alguna de las producciones de una historia cinematográfica que fue muy popular: “Solo en casa”. Un film que ponía en valor, con un indudable tono de humor, la importancia de tomar medidas protectoras en aquellas situaciones en las que una persona puede quedarse en soledad. Más allá de que la referencia anecdótica sirva para esbozar una sonrisa, lo cierto es que el asunto de la soledad, y de una forma muy relevante en el terreno profesional, constituye una cuestión que no puede tomarse a la ligera. Y, sobre todo, de la que se reflexiona muy profundamente en el escenario laboral. Termina el año, y las autoridades se esmeran en evitar, al máximo, que se incrementen las cifras de los accidentes laborales, con el fin de conseguir avanzar de cara a ese objetivo tan deseado del riesgo cero en cuanto a la siniestralidad laboral.
Según los últimos del Observatorio Estatal de Condiciones de Trabajo, de septiembre de 2016 a octubre de 2017 se produjeron en nuestro país más de 480.000 accidentes laborales, que ocasionaron bajas profesionales, de los que cerca del 25% fueron graves, y el 3,2% con mortalidad. Por sectores, el de mayor incidencia fue el de servicios, seguido de la industria, la construcción y el sector agrario. La buena noticia es que en todos los casos el porcentaje de incidentes ha bajado respecto al año anterior, sobre todo en el escenario de los accidentes mortales. En comparación con Europa, nuestras cifras son peores que la media, si bien es cierto que la tendencia se ha corregido levemente en los últimos años, según Eurostat. Una razón más para seguir insistiendo en la necesidad de seguir trabajando en esta dirección.
El trabajo en solitario
Especialmente delicada es, en este escenario, la situación de los profesionales que desarrollan su tarea en solitario, ya que los accidentes pueden agravarse por su especial situación de vulnerabilidad, ante la potencial ausencia de respaldo rápido. Según advierte el Instituto Nacional de Seguridad, Salud y Bienestar en el Trabajo, desempeñarse profesionalmente en solitario significa hacerlo en situaciones en las que, por razones horarias (trabajo nocturno, trabajo de fines de semana) u organizacionales (manejo de datos industriales confidenciales, vigilancia de procesos o de centros de trabajo) etc., la persona se encuentra en aislamiento y sin posibilidad de apoyo inmediato. Como ejemplos de trabajadores solitarios cabe citar muchos de los desempeños de profesionales autónomos (por ejemplo, en sus desplazamientos), personal de seguridad o de limpieza nocturno, personas que trabajan desde su casa, o los que trabajan fuera de sus centros de trabajo ante la demanda puntual de un cliente, personal de la construcción o del campo, etc.
Los riesgos a los que se enfrentan estos trabajadores son de seguridad y –también muy importante- psicosociales, derivados del propio aislamiento. A punto de concluir el año 2017, desde Asepal, la Asociación de Empresas de Equipos de Protección Individual, se desea subrayar la importancia de seguir las recomendaciones fundamentales para reducir en lo posible todos los riesgos de ejercer profesionalmente en solitario, y de esta manera seguir mejorando la seguridad de los trabajadores.
No es muy conocido por la mayoría de las ciudadanos que la normativa ya establece que existen trabajos que no pueden ser desempeñados en aislamiento, como los subterráneos que desprendan gases; los de instalación, mantenimiento o limpieza en máquinas o espacios peligrosos; en zonas de riesgos habitualmente inaccesibles y, por ello, no protegidas; con productos que pueden producir la pérdida de conocimiento; en instalaciones eléctricas; en el interior de depósitos, máquinas o silos; o en trabajos de demolición, por ejemplo. “Fuera de estos contextos, y si resulta estrictamente necesario trabajar en solitario, la exigencia es que las empresas minimicen al extremo los riesgos de seguridad y generen las garantías necesarias para un rápido auxilio en caso de incidencia. Y todo ello, por supuesto, a partir del uso inexcusable de los equipos de protección individual exigidos para cada coyuntura profesional”, explica Luis Gil, portavoz y secretario general de Asepal.
El uso de nuevas tecnologías de comunicación contribuye a minimizar los riesgos de estos profesionales, si bien se sigue apelando a la buena gestión empresarial y al empleo de los equipamiento de protección individual adecuados para prevenir situaciones no deseadas. En este contexto, Asepal quiere asumir un papel sensibilizador que considera capital en beneficio de empresas y trabajadores.