El cambio climático está provocando un nuevo tipo de incendio más extremo y virulento
Comité Defensa contra Incendios Forestales. Tecnifuego, Asociación Española de Sociedades de Protección contra Incendios
02/07/2019Hace una semana –y sin que se haya dado por extinguido completamente- se produjeron los incendios más graves de los últimos 20 años en Tarragona (Torre de l'Espanyol y Ribera d'Ebre) con 6.000 hectáreas quemadas en dos días. La virulencia y rapidez con que se están produciendo estos incendios -en solo 6 horas habían arrasado cerca de 2.000 ha.- nos sitúan en un nuevo panorama en el que el cambio climático juega un papel muy relevante. Estos incendios extremos, entran dentro de lo que se denomina 6ª generación, que se diagnosticaron a raíz del estudio de los grandes incendios de 2017 (Portugal y Chile). Son incendios que liberan grandes cantidades de energía generando nubes convectivas a capas altas de la atmósfera (los pyrocumulonimbus) que a través de procesos de downdraft o colapso de la columna convectiva van a alimentar el crecimiento sorpresivo de estos incendios. Este fenómeno hace que el incendio llegue a consumir más de 4.000 ha/hora. Por ejemplo, en Chile lo hicieron a 8.000ha/hora y en Portugal llegaron a consumir 10.000 ha/ hora.
La forma en que arden los bosques ha cambiado. El cambio climático, la sequía intensa, el abandono rural y el propio desarrollo de los incendios obligan a realizar cambios en las políticas y estrategias de defensa contra los incendios forestales y la interfaz con la población.
Se deben adoptar nuevas políticas en la gestión de los montes (prevención), y en la protección civil, haciendo un seguimiento sobre la implementación de los planes de autoprotección y una gran campaña de concienciación a la sociedad sobre esta necesidad de autoprotección, como limpieza de las áreas de interfaz urbano-forestal, instalación de hidrantes que aporten un buen caudal de agua en caso de necesidad, ignifugar áreas perimetrales y las propias viviendas; y por supuesto extremar las precauciones en situaciones de riesgo, como quema de rastrojos, barbacoas, etc.. Igualmente, los expertos alertan de la necesidad de reglamentar la interfaz urbano forestal, exigiendo en poblaciones y urbanizaciones cercanas a bosques protección activa contra incendios (hidrantes, BIE, extintores, detección…) y protección pasiva en las viviendas y parcelas, actuando ante la reacción de los materiales (que no ardan o tarden en arder) y su resistencia para que no colapsen, y pueda haber evacuación; zonas confinadas y protegidas durante las horas que puedan tardar los equipos de rescate, etc. Es momento de cambios en la mentalidad y políticas forestales, y de agilidad en su implementación ante lo que está siendo un verano de riesgo extremo.