Entrevista a Joan-Lluís Zamora, Dr. Arquitecto. ETSAV (UPC)
Desde el mundo de la arquitectura hace tiempo que se proponen estrategias para una construcción más sostenible. Sin embargo, el concepto energético de un edificio no solo debe medirse en cuanto a su balance y al ahorro o gasto que genera, sino también al coste energético generado en su construcción y los materiales empleados, entre otros aspectos. De ello nos habla Joan-Lluís Zamora, Dr. Arquitecto, coordinador del Grupo de Investigación LiTA (Laboratorio de Innovación y Tecnología en la Arquitectura) de la UPC en la ETSAV, Escola Tècnica Superior d’Arquitectura del Vallès, y director de AFL.
¿Qué es un ECCN y qué requisitos debe cumplir una edificación para ser considerada como tal?
Supongo que nos referimos a aquellos edificios que se hallan en un equilibrio energético con su ambiente, es decir, que su balance entre pérdidas y ganancias a lo largo del día y a lo largo del año está compensado. Este concepto se extiende además en cuanto a que el edifico incorpora una energía embebida en su construcción que debemos recompensar en su origen. En realidad es un ejercicio intelectual que nos obliga a comprender mejor cómo son los flujos de energía en la edificación. Empezamos a tener claros los de conocimiento y material, pero nos faltaba la consciencia de la energía.
¿Como se enfrenta el sector de la construcción en España a la realidad de los Edificios de Consumo Casi Nulo?
Yo no creo que sea una realidad sino un reto: el de hacer aflorar una realidad, medirla y comprenderla para gestionarla mejor. El acicate es reducir la factura que nos evidencia el contador de nuestra compañía pero el tema, como casi siempre, es conseguir más por menos, alcanzar cotas más elevadas de eficiencia mediante una adecuada gestión del uso, un empleo adecuado de las tecnologías energéticas y una incorporación paulatina de las nuevas tecnologías.
¿Cómo se adapta el marco regulador español a las directrices que marca la directiva sobre ECCN?
El marco regulador del Estado Español se adapta muy lentamente porque es consciente de las deficiencias previas que lo lastran. La capacidad de inversión es actualmente muy limitada y el coste inmobiliario es elevado para nuestra renta disponible y aún retribuye en exceso al suelo. Son pocas las tecnologías que realizan auditorías energéticas de sus procesos y limitadas las capacidades urbanísticas para ubicar adecuadamente los edificios con respecto a su entorno energético. Las energías autóctonas aun están poco desarrolladas y tenemos una marcada dependencia exterior con una distribución muy rígida. A todo ello se le superpone una sociedad de costumbres muy liberalizadas que demandan energía en cualquier momento y en cualquier lugar y en cantidades ilimitadas.
¿Qué peso tiene el sector de ventanas y cerramientos en el desarrollo de los ECCN?
El sector tienen un elevado ‘peso’, porque es el más ligero, es decir, el que menor barrera opone a la libre circulación de la energía térmica, sea por radiación, conducción o convección. Vamos avanzando pero venimos de muy atrás. A lo largo del siglo XX, en aras de la luminosidad, las ventanas se han despojado de visillos, estores, contraventanas, etc., adiciones que permitían regular con sabiduría esta circulación. Además, nuestras ventanas y cerramientos contienen cada vez más energía incorporada en su sofisticada fabricación. Sospecho que deberemos abrir nuevos frentes de investigación porque la ventana se está convirtiendo en un cuello de botella que no para de encarecerse en su desarrollo.
¿Cuál será la evolución lógica de los ECCN, hacia dónde se deberán dirigir las estrategias en proyectos de construcción para conseguir edificios más eficientes energéticamente?
Las grandes cifras energéticas de un edificio normalmente se deciden en las primeras decisiones del proyecto: su compacidad, su sombra arrojada propia, su orientación, etc. y después la tecnología viene a precisarlo según el presupuesto disponible. Pero ahora el reto es conseguir que ser un ECCN sea alcanzable para la mayoría de bolsillos y que sepamos hacer un uso más responsable del patrimonio construido que tenemos. Para ello considero indispensable disponer de un fondo de acceso público de buenas prácticas contrastadas ‘low cost’. A título de ejemplo, en la ETSAV hemos monitorizado la reducción de temperatura que supone en un ático bajo azotea substituir el acabado de grava convencional por un triturado de vidrio procedente de residuos de envases de cerveza: más económico, genera menor impacto ambiental, una imagen arquitectónica renovada y menor consumo en refrigeración.