Un estudio descubre más microplásticos en el agua embotellada que en la del grifo
Investigadores de la Universidad de Alcalá (UAH) y de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) han publicado un estudio en el que han demostrado que el agua embotellada contiene más microplásticos que el agua del grifo.
Según el texto hecho público en The Conversation, en los últimos años se han generado aproximadamente 400 millones de toneladas de plásticos al año a nivel mundial: “Esta cifra tan elevada y su gran durabilidad son la causa de grandes impactos negativos en el medio ambiente y en los seres vivos, ya que no se recicla el 100% de los residuos plásticos producidos”, añaden.
Además, una vez que estos plásticos ingresan al entorno natural, sufren un proceso de degradación, convirtiéndose en partículas cada vez más diminutas, lo que da origen a lo que conocemos como microplásticos, tal y como explican los investigadores.
Estos microplásticos se caracterizan por tener un tamaño que varía entre 1 micrómetro y 5 milímtetros. Ya se han encontrado en todos los entornos analizados, como la atmósfera, el suelo y los océanos, e incluso en los alimentos y en el agua que bebemos.
En este sentido, miembros de la red de investigación sobre plásticos Enviroplanet analizaron botellas procedentes de cinco de las principales marcas de agua embotellada, que en conjunto representan el 40% del mercado de agua embotellada sin gas en España. Por cada marca de agua se procesaron un total de 45 litros contenidos en botellas de plástico (PET) de 1,5 litros.
Los resultados finales han permitido comparar la concentración de microplásticos y materiales artificiales no plásticos en el agua embotellada con la encontrada en el agua del grifo.
El estudio ha identificado principalmente fragmentos de poliésteres de tonalidades transparentes y blancas, lo cual coincide con la composición típica de las botellas de agua, además de fibras de celulosa de diversos colores.
En el agua del grifo, sin embargo, han detectado una mayor diversidad de polímeros, incluyendo poliésteres, poliamidas, polímeros acrílicos y poliolefinas. Estos materiales de uso común tienen una procedencia variada, desde textiles sintéticos a envases de alimentos, pinturas o electrodomésticos.
La concentración media de partículas microplásticas (MP) en el agua embotellada fue de unas 0,7 MP/L, mientras que la concentración de partículas no plásticas de origen artificial (PANP) fue de unas 1,70 PANP/L.
“Aunque la concentración de microplásticos en el agua embotellada es significativamente mayor que en el agua del grifo, es muy poco probable que el plástico ingerido por esta vía cause efectos adversos en los humanos debido a que la cantidad ingerida en peso total es ínfima”, apuntan los investigadores.
Así, reivindican que “es fundamental que los gobiernos y organismos reguladores apoyen estudios para desarrollar políticas informadas sobre los contaminantes en los alimentos y el agua, además de fomentar el uso de las fuentes más limpias posibles, en este caso el agua del grifo, rentable y respetuosa con el medio ambiente”.
Los autores del artículo son la doctoranda en Hidrología y Gestión de los Recursos Hídricos de la UAH Virginia Gálvez, el investigador postdoctoral de la UAH Carlos Edo, la catedrática de Biología en la UAM Francisca Fernández, el investigador en ecotoxicología de la UAM Miguel González-Pleiter y el catedrático de Ingeniería Química de la UAH Roberto Rosal.