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"Al consumidor europeo no le gusta ver sistemas activos consistentes en sacos o bolsitas"

Entrevista a Consuelo Fernández, responsable de la Línea Tecnológica de Interacción Producto-Envase-Entorno, de Itene

Mónica Daluz10/07/2008

10 de julio de 2008

El Instituto Tecnológico del Embalaje, Transporte y Logística (Itene) trabaja desde Godella (Valencia) en proyectos de investigación, desarrollo e innovación para empresas y clientes en el ámbito del envase y embalaje, transporte y logística, tecnología de la información y comunicaciones y en calidad, medio ambiente y seguridad. Consuelo Fernández, responsable de la Línea Tecnológica de Interacción Producto-Envase-Entorno, habla para Interempresas a propósito del envasado en el sector alimentario.
Consuelo Fernández, responsable de la Línea Tecnológica de Interacción Producto-Envase-Entorno, de Itene
Consuelo Fernández, responsable de la Línea Tecnológica de Interacción Producto-Envase-Entorno, de Itene.

¿Cuáles son las innovaciones más importantes que vamos a ver en el mercado en materia de envasado de productos alimentarios?

Por un lado, la utilización de sistemas de envase activo con los agentes activos incorporados en el material de envase. En este campo está habiendo una clara tendencia a utilizar sustancias naturales, en el caso de sistemas activos que liberan sustancias beneficiosas para el alimento: agentes antioxidantes y/o antimicrobianos... Por otro lado, la utilización de "envases inteligentes". La integración de la tecnología de identificación por radio frecuencia (RFID) en los envases y embalajes para, de esta manera, garantizar en cada momento la trazabilidad del producto envasado. Si además estos tags de RFID se dotan de sensores de temperatura y humedad, podrán monitorizarse en todo momento las condiciones de humedad, temperatura, etc.

Los envases con indicadores tiempo-temperatura, de frescura, de crecimiento microbiano, de maduración, de fugas, etc., son también envases que se comunican con el consumidor mediante un cambio visual fácilmente detectable por el ojo humano, comunicando si se ha sobrepasado alguna temperatura umbral, si ha disminuido el grado de frescura del producto envasado, si hay fugas, entre otras incidencias.

Por último, y debido al incremento de los precios del petróleo, al futuro agotamiento del mismo y a los problemas medioambientales que producen los residuos de envase, se está investigando en la generación de materiales plásticos convencionales a partir de fuentes renovables en lugar del petróleo, y en la obtención de materiales biodegradables y/o compostables.

¿Qué beneficios aportan a la industria alimentaria estas innovaciones? ¿Y al consumidor?

Los sistemas de envasado activo permiten alargar la vida útil de los alimentos y/o mejorar su calidad y seguridad. En ocasiones pueden suponer una sustitución a los sistemas de conservación utilizados por la empresa, como por ejemplo: evitando la adición de grandes cantidades de conservantes y aditivos al alimento.

Esta es la tendencia actual: alimentos libres de aditivos, que beneficia tanto a la industria alimentaria porque vende más y al consumidor porque no ingiere los aditivos o, si lo hace, no será en concentraciones tal elevadas. Cuando los aditivos se adicionan directamente al alimento, puede producirse una pérdida de actividad y consumos rápidos de los mismos, y también puede darse el caso de que los antioxidantes adicionados actúen como pro-oxidantes a esas concentraciones elevadas. Todo esto puede evitarse con la utilización de los sistemas de envase activo.

Por otro lado, cuando los sistemas activos liberan sustancias beneficiosas al alimento, pueden encontrarse otras ventajas como una migración controlada del aditivo, de forma que se vaya consumiendo a medida que se va liberando y sólo suministre la cantidad que se requiere, evitando excesos.

Otro interesante aporte para la empresa es que pueden sustituir otros sistemas como el envasado en atmósfera modificada (aunque hay quienes clasifican el MAP como un tipo de envasado activo) o a vacío. O bien pueden combinarse con estos sistemas para mejorar la calidad, seguridad y vida útil.

No obstante, a pesar de todos los beneficios que pueda suponer la utilización de estas tecnologías es necesario respetar la legislación, tanto de materiales en contacto con alimentos como de aditivos alimentarios en el caso de sistemas que liberen sustancias activas al alimento. Porque se puede evitando el deterioro de un alimento y sin embargo introducir sustancias que resulten nocivas para el consumidor. Todo lo que salga al mercado debe estar completamente estudiado y haberse verificado su seguridad alimentaria, aunque en este sentido no es muy diferente al de otros muchos productos o tecnologías.

En relación a los dispositivos comunicativos integrados en el envase, las ventajas son que se puede seguir la trazabilidad del producto a lo largo de la cadena de suministro y controlar la calidad y ciertos parámetros críticos tales como temperatura, humedad, existencia de fugas, etc. Esto puede evitar pérdidas y reclamaciones importantes por productos en mal estado, lo cual es útil para ambas partes: industria alimentaria y consumidor.

Se incrementa así la información que se le da al consumidor acerca del producto. Vamos a llegar a tener etiquetas que con un lector podamos conocer la fecha de envasado y caducidad, los ingredientes y alérgenos, beneficios que aporta el alimento....

Por lo que se refiere a los materiales biodegradables una clara ventaja para todos, es la reducción de residuos, la adopción de una mayor conciencia medio-ambiental. El marketing de "lo verde" ahora es muy importante.

¿Es el consumidor escéptico a la aplicación de tecnología en los envases alimentarios? ¿Cómo se conjuga dicha “tecnificación” con la tendencia hacia la proliferación de la cultura “bio”?

Es probable que haya escepticismo, pero por desconocimiento de la tecnología y quizás por precio.

Desde luego al consumidor europeo no le gusta ver sistemas activos consistentes en sacos o bolsitas que vayan dentro del producto cuyo contenido pueda ingerirse por error, a pesar de las advertencias del etiquetado. Por este motivo está habiendo una tendencia a la utilización de sistemas activos que vayan incorporados en el material de envase y que no sean visibles.

No obstante, lo que está claro es que al consumidor le gusta tener un alimento seguro y de calidad y en determinados casos va a valorar mucho que tenga una vida útil más larga. En el caso de alimentos frescos o mínimamente procesados hay ocasiones en que se tiran sin haber abierto ni siquiera el envase.

Puede que el consumidor sea más receptivo a los envases activos que retienen sustancias perjudiciales (como por ejemplo, los que eliminan oxígeno) y no a los que liberan sustancias beneficiosas al alimento, por la tendencia de evitar aditivos en el producto. Sin embargo, si se trata de sustancias naturales que incluso pueden aportar beneficios y evitan la adición directa elevada de aditivos en el alimento, está mejor visto por parte del consumidor. En este sentido se conjuga bien con la cultura "bio".

Centrémonos en los envases activos.

Las distintas interacciones alimento-envase-entorno (migración, permeación, sorción) pueden llegar a utilizarse de forma beneficiosa en los productos, mediante los denominados “envases activos”. Se trata de materiales y objetos destinados a ampliar el tiempo de conservación, o a mantener o mejorar el estado de los alimentos envasados.

Son sistemas diseñados para incorporar deliberadamente componentes que transmitan sustancias a los alimentos o a su entorno (migración positiva), o que absorban sustancias de los alimentos o de su entorno (sorción y permeación positivas). Los envases activos tradicionales son aquellos separados del alimento y del envase en forma de bolsitas o saquitos. Actualmente, se presentan con gran número de diseños: integrados en el envase (en las paredes de un film, bandeja, botella, en la capa intermedia de estructuras multicapa) o en su tapa, en forma de etiquetas, hot-melt, cintas adhesivas, juntas, tapones, etc.

Las tecnologías de envase activo son muy diversas y llevan comercializándose desde los años ochenta en Japón y Australia. En Europa, algunas de estas tecnologías en su versión más simple también llevan utilizándose desde hace años, incluso sin saberlo, como es el caso de los sistemas que retiran el etileno producido por ciertas frutas y hortalizas como el plátano, el brócoli, el kivi o el aguacate, cuya senescencia se ve acelerada por la presencia de esta sustancia. La pulverización de etanol también se utiliza ampliamente en productos de bollería y panadería ya que reduce el crecimiento de mohos.

Fuera de este tipo de ejemplos, la utilización de envases activos en Europa ha estado muy limitada, debido a una serie de factores. En primer lugar señalar que la legislación europea de listas positivas supone que sólo están autorizados aquellos materiales y sustancias incluidos en las listas, lo cual implica que los sistemas activos no estaban autorizados hasta la entrada en vigor del Reglamento Europeo (CE) Nº 1935/2004, que los define y autoriza junto con los sistemas inteligentes. Actualmente existe un borrador de Directiva de materiales y objetos activos e inteligentes que tiene como objetivo su regulación específica. A esto cabe añadir que existe un cierto desconocimiento sobre la respuesta del consumidor europeo y por tanto sobre la repercusión económica en las empresas, aunque ya que muchas ya han incorporado estas tecnologías.

Los sistemas de atmósfera modificada han tenido un gran éxito, quizás porque sólo utiliza “gases inocuos”. Y, por último, el consumidor europeo no parece aceptar la presentación tradicional de la bolsita separada del envase, con un etiquetado que dice “No ingerir”. No obstante tiene mayor aceptación de aquellos sistemas activos que “no se ven”.

Póngame un ejemplo de uno de estos envases activos y cuénteme cómo funciona

Los sistemas absorbedores o secuestradores de oxígeno, por ejemplo. Estos sistemas tienen como objetivo el secuestro del oxígeno que entra desde el exterior o que se encuentra presente en el espacio de cabeza del producto, consiguiendo una reducción de los niveles de oxígeno, hasta diez veces más que con el envasado a vacío. Su utilización permite por ejemplo: reducir la oxidación de componentes del producto, como grasas o aceites; limitar el crecimiento de microorganismos aerobios; limitar la respiración de productos frescos; evitar la degradación de nutrientes como la vitamina C; preservar el sabor y características propias del producto; evitar la decoloración, y alargar la vida útil.

La activación de estos sistemas suele hacerse en el momento de envasado, por la presencia de agua o por radiación infrarroja o ultravioleta.

Muchos absorbedores de oxígeno consisten en metales y óxidos metálicos en polvo, ditionito sódico, ascorbatos o hidrocarburos insaturados, y actúan mediante una reacción redox. En ocasiones, pueden combinarse varias tecnologías de sistemas activos para obtener un producto de mejor calidad y más seguro. Por ejemplo, una bolsita puede contener un secuestrador de oxigeno y un emisor de etanol (polvo de hierro y zeolita con etanol), si se quiere potenciar la inhibición del crecimiento de mohos.

Actualmente pueden encontrarse numerosas empresas suministradores de sistemas activos entre las que podemos citar a Mitsubishi Gas Chemical Co. (Japón), Grace Performance Chemicals (U.S.A.), Advanced Oxygen Techologies Inc. (U.S.A), BP Amoco Chemical (U.S.A.), Crown Cork and Seal (U.S.A), Multisorb Techologies Inc. (U.S.A), Pillsbury Co. (U.S.A) nipón Soda Co. (Japón)…

¿Es factible la generalización de estas innovaciones tecnológicas en términos de rentabilidad o su repercusión en el precio del producto va a retrasar que la industria alimentaria las adopte?

Evidentemente la utilización de envases activos encarece el producto, y este coste podrá asumirse por la empresa y el consumidor en función del valor añadido que tenga el producto y cómo sea de valioso. En cada caso concreto será necesario estudiar la relación costes/beneficio.

Ya hay numerosas empresas que utilizan la tecnología de envasado activo porque les compensa, lo que ocurre es que quizás no es algo conocido; para ello tienes que estar metido en este mundillo. En la línea de Interacción producto-envase-entorno dentro del área de Envase y Embalaje de ITENE tenemos numerosos contactos con empresas que utilizan esta tecnología. Nuestro trabajo es desarrollar sistemas de envase activo a medida de la empresa y/o verificar la seguridad alimentaria de los nuevos materiales y envases.

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Instituto Tecnológico del Embalaje, Transporte y Logística - Itene

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