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Materias primas tradicionales, productos alternativos y subproductos para la alimentación del porcino ecológico

Vicente Rodríguez Estévez, Carolina Reyes Palomo, Santos Sanz Fernández, Pablo Rodríguez Hernández, Javier López Tirado, Manuel Sánchez Rodríguez y Cipriano Díaz Gaona. Universidad de Córdoba, Campus Universitario de Rabanales, Departamento de Producción Animal, Facultad de Veterinaria, ES-14071 Córdoba, España. http://www.uco.es/catedrasyaulas/ganaderiaecologica/

26/12/2023
El proyecto OK-Net EcoFeed tiene por objetivo ayudar a los ganaderos de porcino a conseguir una alimentación 100% ecológica y de origen local para sus monogástricos. Para ello se busca sintetizar el conocimiento científico y práctico disponible sobre las alternativas.
Cerdo Ibérico en la dehesa
Cerdo Ibérico en la dehesa

Para lograr esta alimentación animal 100% ecológica hay que ampliar las posibilidades más allá de los actuales piensos compuestos basados en un reducido número de materias primas (maíz, trigo, cebada, soja, etc), algunas de las cuales entran en competencia directa con la alimentación humana; por lo que hay que ser innovadores haciendo uso de ingredientes alternativos basados en recursos locales, como subproductos, forrajes y frutos forestales, aprovechando la omnivoría y oportunismo de esta especie (Schley & Roper, 2003; Sweeney et al., 2003) y la rusticidad y adaptabilidad de las razas autóctonas.

Las revisiones etnobotánicas pueden inspirar el uso de cultivos minoritarios, hierbas y forrajes de distinta procedencia para la alimentación de los cerdos. Así, en la Península Ibérica, más de 140 especies se utilizaron a la vez como forraje o pienso para cerdos. Por ello, los sistemas ganaderos tradicionales y los recursos que utilizaban merecen una atención por su potencial como fuentes de inspiración e innovación, adaptándolos a las actuales circunstancias sociales y de mercado, y teniendo en cuenta que la cría de los cerdos para una explotación familiar de autoconsumo siempre será más versátil y adaptable que la de los de una explotación profesional, que requerirá una programación y una adecuada formulación de las dietas.

Alimentación tradicional en explotaciones familiares

La ganadería española se caracteriza por una excesiva dependencia de insumos importados, que ya hace tiempo que viene siendo advertida (de Blas et al., 1984). En el pasado los cerdos llegaban a tener una alimentación muy pobre, basada en desechos como indicaba el asturiano Xuglar d’Entrepenes refiriéndose a los de la raza Gochu asturcelta (Gómez, 1975); lo que puede considerarse como un ejemplo de lo que no debería hacerse hoy en día.

Para conocer la alimentación tradicional de los cerdos pueden consultarse distintas fuentes (Salazar, 1928; López Palazón, 1960, 1961; Acosta Naranjo, 2002; Mata Moreno et al., 2004; Rodríguez-Estévez & Mata-Moreno, 2006). Por ejemplo, Mata Moreno et al. (2004) muestran un calendario de los principales recursos aprovechados tradicionalmente por el cerdo en la Comarca de la Sierra de Cádiz, prácticamente sin empleo de granos o piensos.

Obviamente los sistemas tradicionales pueden y deben innovar, adaptándolos a las actuales condiciones económicas y laborales. Además, para las explotaciones de pequeño y mediano tamaño cabe la posibilidad de utilizar estos sistemas tradicionales como estrategia de marketing; tanto en lo relativo a las razas como en lo referente a los sistemas de producción y los recursos empleados en la alimentación (por ejemplo, cerdo Gochu asturcelta engordado con castañas o cerdo negro mallorquín engordado con higos).

Reflejo del carácter omnívoro del cerdo es este refrán español: “No escojas que, basto o fino, todo lo engulle el cochino”.

Los ingredientes alternativos

Los ingredientes alternativos suelen ser subproductos agrícolas o industriales. Entre éstos hay que distinguir dos grupos (Aguila, 2009):

  • Ingredientes alternativos estandarizados. Son los que proceden de procesos industrializados bien definidos que controlan su calidad, homogenizan sus valores nutricionales y, por tanto, su empleo no es complicado, pues se han venido usando durante años con seguridad y de forma estandarizada en la alimentación animal; aunque, en ocasiones, su disponibilidad sea geográfica y estacional. Por otra parte, es frecuente que estos subproductos sean demandados por la industria de alimentación animal; por ejemplo, la pulpa y la melaza de remolacha.
  • Ingredientes alternativos casi ‘artesanales’ o rústicos. Éstos se caracterizan por disponer de poca información nutricional. Pocas muestras analizadas y/o poca bibliografía científica sobre su composición. Información incompleta (sin análisis de FDA y FDN, almidón, aminoácidos digestibles). Carecen de ecuaciones de predicción de aminoácidos para hacer ajustes nutricionales según el nivel de proteína cruda del ingrediente. Se desconocen los posibles niveles de restricción por: efectos tóxicos, mal sabor, baja digestibilidad, etc. Insuficiente experiencia en su uso y conservación por parte de los técnicos y ganaderos actuales. Carecer de controles de calidad: no existen estándares de calidad. De hecho, un problema práctico es el nombre popular del ingrediente, pues, cambia de una región a otra o es tan exclusivo de una región que es desconocido fuera. Hay una gran variación nutricional entre, y dentro de los lotes. Frecuentemente son muy estacionales y están limitados a un territorio, por lo que la oferta comercial es baja y/ o muy local; pero, localmente, pueden cubrir las necesidades de los productores, pudiendo haber más disponibilidad de éstos que de los ingredientes alternativos estandarizados, que siempre tendrán más demanda. Sus propiedades físicas y contenido en humedad suelen complicar el manejo y encarecer el transporte.

Todo lo anterior implica riesgos en su uso. Los principales problemas de estos ingredientes son abordados por Piat (1989). Un ejemplo de estos son los factores antinutricionales presentes en muchos de ellos y para reducir estos niveles de factores antinutricionales se pueden necesitar tratamientos previos.

Entre estos ingredientes están el suero de quesería, el orujo de aceituna, los subproductos de la industria conservera, etc.

Composición de los alimentos

Con independencia de la omnivoría y de la voracidad del cerdo, su dieta no se puede confiar al instinto, aunque se trabaje con bajas cargas ganaderas (menos de un cerdo por hectárea) especialmente, cuando se trate de producirlos fuera de pequeñas explotaciones de autoconsumo. Así, para trabajar con dietas equilibradas es necesario tener información sobre lo que aportan los pastos y la composición de los alimentos, su variabilidad y la posibilidad de que existan principios antinutritivos, micotoxinas u otros inconvenientes.

En Rea et al. (2009) se presenta una breve síntesis de las características de algunos subproductos y fuentes no tradicionales de alimentos para cerdos. Además, la serie de ‘Nuevas fuentes de alimentos para la producción animal’ (Gómez-Cabrera & García-de Siles, 1978; Gómez-Cabrera et al., 1984; Gómez-Cabrera et al., 1989; Gómez Cabrera & de Pedro Sanz, 1993) contiene importantes referencias al respecto.

Cerdos bebiendo suero de quesería
Cerdos bebiendo suero de quesería.

Entre las bases de datos de composición de alimentos para el ganado disponibles en este momento en internet, cabe destacar las siguientes:

  • Feedipedia para alimentos en general, disponible en https://www.feedipedia.org/ realizada en colaboración por INRA, CIRAD, AFZ y FAO (en varios idiomas).
  • Tablas de composición FEDNA (http://www.fundacionfedna.org/tablas-fedna-composicion-alimentos-valor-nutritivo) realizada por FEDNA con datos procedentes de España, donde se dan valores medios de composición, características, recomendaciones y límites de inclusión recomendados (en español).
  • INRAE-CIRAD-AFZ, para todo tipo de materias primas, disponible en https://www.feedtables.com/ (en inglés o francés).
  • United States-Canadian Tables of Feed Composition: Nutritional Data for United States and Canadian Feeds, Third Revision (en inglés).
  • PFAF, para todo tipo de plantas y sus diferentes partes, disponible en https://pfaf. org/user/Default.aspx de Plants for a Future, donde se indica el uso o valor forrajero de muchas plantas (especialmente silvestres) en distintos países del mundo (en inglés).

Además, puede consultarse la base de datos de la FEN (Fundación Española de la Nutrición), especialmente para todos aquellos excedentes y restos de cosecha que no se utilizan para consumo humano y las tablas de composición de alimentos, como las del Instituto de Nutrición y Tecnología de Alimentos de la Universidad de Granada (Mataix J et al., 2003).

En la web de la Sociedad Española de Nutrición (2020) hay numerosas referencias de “tablas nacionales de composición” y Lupiañez-Barbero (2018) hacen una completísima revisión de las tablas y bases de datos existentes.

Recientemente la Comisión Europea (2018) ha publicado unas ’Orientaciones sobre el uso como piensos de alimentos que ya no están destinados al consumo’, lo que abre nuevas perspectivas en el uso de subproductos y residuos alimentarios acordes con la filosofía de economía circular.

Ermgassen et al. (2015) estiman que, si en Europa se aplicaran las tecnologías existentes para el aprovechamiento en la cría y engorde de cerdos de los desperdicios de comida no destinada a la población, se podría reducir el uso de tierra destinado a la producción de alimentos para el cerdo en una quinta parte, lo que podría ahorrar 1,8 millones de hectáreas de tierras agrícolas.

Frutos forestales

El engorde de cerdos pastoreando frutos forestales en el bosque durante el otoño-invierno fue una práctica habitual en toda Europa (Grigson, 1982); y así lo atestiguan numerosos calendarios medievales que representan octubre o noviembre con cerdos comiendo frutos en el bosque (Jørgensen, 2013).

Los calendarios de cubriciones, manejo y aprovechamientos se organizaban de forma que se hiciera coincidir la etapa final de la vida de los cerdos, el engorde, con la plétora de frutos otoñales, normalmente procedentes de árboles de la familia de las fagáceas (bellotas, hayucos y castañas). Esta práctica sigue siendo la habitual para el cerdo ibérico en la dehesa durante la montanera y empieza a recuperarse con el gochu asturcelta, que también ha pastoreado las avellanas del bosque. El objetivo era llegar a los meses de septiembre-octubre (inicio de la caída de los frutos) con la edad y el peso adecuado para el engorde. En los bosques de alta montaña la caída de bellotas y hayucos es más tardía y puede ocurrir que las nevadas impidan su aprovechamiento y obliguen a estabular a los cerdos, dejando los frutos caídos bajo la nieve para aprovecharlos cuando esta se funda en primavera (Argamentería-Gutiérrez et al., 2012).

Donde no se disponía de estos frutos forestales se adaptaba el sistema al aprovechamiento de otros recursos alimenticios que garantizaran el aporte energético a los cerdos. Por ejemplo, Cobo-López y Tijera-Jiménez (2011) señalan una especie de montanera que se realizaba en la marisma de Doñana aprovechando las castañuelas (Cyperus rotundus L.) que los cerdos hozaban.

El Refranero Agrícola Español de Nieves de Hoyos Sancho (1954) recoge diferentes refranes refiriéndose al último día de noviembre (festividad de San Andrés) como la fecha en que los cerdos deberían estar cebados gracias al aprovechamiento de los frutos forestales.

Cerdos comiendo bellota en la dehesa
Cerdos comiendo bellota en la dehesa

Pastos

El cerdo es un gran consumidor de pastos y/o forrajes y es capaz de comer hierbas de muy poco porte. Son muchas las herbáceas que se han empleado en la alimentación de los cerdos de forma tradicional, tanto pastoreados como recolectados.

Los estudios existentes indican que los cerdos aumentan su ingesta de forraje si tienen una dieta con restricción energética, con niveles de ingestión de forraje fresco en pastoreo que oscilan entre 0,8 y 2,7 kg por cerdo al día y entre 201 y 550 g de materia seca por cerdo cerdo y día, dependiendo del nivel de restricción, peso del cerdo y estación (Jakobsen, 2014). Por ejemplo, en la recría el consumo oscila entre 370 y 385 g de materia seca al día, con una reducción del consumo de pienso del 10-30% y la consiguiente disminución del crecimiento (Bauza et al., 2005).

La composición nutritiva de los pastos es muy variable, dependiendo de las especies que los componen y de la fecha. Por ejemplo, García-Valverde et al. (2007) y Rodríguez-Estévez et al. (2009) dan una composición media para la hierba de otoño-invierno de los pastizales de la dehesa durante la montanera, época en la que, además de unos elevados consumos de bellota, Rodríguez-Estévez et al. (2009) dan consumos medios de 2 a 2,7 kg de hierba fresca/día.

Cultivos forrajeros

El cerdo es un gran consumidor de forrajes; Jakobsen (2014) hace una revisión al respecto. Además, Kephart et al. (2010) y Kambashi et al. (2014) hacen unas completas revisiones sobre los cultivos forrajeros para los cerdos, la primera referida a Estados Unidos y la segunda al trópico. Por ejemplo, Kephart et al. (2010) indican una larga lista de forrajes usados para alimentar cerdos, tales como alfalfa, cebada, trébol, maíz, lespedeza cuneata, etc.

Son muchas las especies que pueden consumir los cerdos. Estos forrajes se pueden ofrecer mediante pastoreo o segados, tanto en fresco como conservados (henificados o ensilados).

Sin embargo, conviene hacer unas consideraciones con respecto a los niveles de fibra de las dietas con forrajes: un alto contenido en fibra reduce la concentración nutritiva de la ración y, por tanto, disminuye la velocidad de crecimiento o engorde; algunos alimentos fibrosos reducen la capacidad de ingesta; la digestibilidad de la dieta se reduce con el nivel de fibra; y a mayor ingesta de fibra menor rendimiento a la canal por el aumento del sistema intestinal.

Cultivos hortícolas

Algunas variedades de productos hortícolas han sido cultivadas de forma tradicional para los cerdos. Así Acosta-Naranjo y Díaz-Diego (2008) mencionan los tomates cagalones (Solanum lycopersicum) y la col (Brassica oleracea L. var. Acephala D.C.), y García O’Neill (1998) señala la calabaza (Cucurbita maxima) y el calabacín (Cucurbita pepo). Algunas variedades de calabaza, como la totanera o murciana, han sido especialmente aprovechadas por los cerdos.

También los excedentes y los destríos son bien aprovechados por los cerdos y el ensilaje es una buena forma de conservarlos.

Un par de refranes españoles hacen referencia al buen aprovechamiento que hacen los cerdos de los restos hortofrutícolas: “Quien tiene buen huerto, cría buen puerco”; y “El puerco, un año en el huerto y dos en el cuerpo”.

Cerdos alimentándose de subproductos de la industria hortofrutícola
Cerdos alimentándose de subproductos de la industria hortofrutícola.

Frutos

Algunos estudios etnobotánicos mencionan variedades de peras (Pyrus communis) (Granzow de la Cerda, 1993; Alonso Verde et al., 1998) y de manzanas (Malus pumila) cultivadas sólo para los cerdos (Alonso Verde et al., 1998), pero al igual que con los productos hortícolas los cerdos pueden aprovechar cualquier fruto y su contenido en azúcares favorece su conservación en mezclas de ensilaje. Algunos de esos frutos son los higos de higuera y los higos chumbos.

Forrajes arbóreos

Forrajeramente los árboles se pueden clasificar en reservas permanentes de forraje (árboles de hoja perenne) y en reservas estacionales (árboles de hoja caduca), que suelen ser los más utilizados con los cerdos.

Rodríguez-Estévez y Mata-Moreno (2007b) indican que en España los cerdos se han alimentado con las hojas de olmo (Ulmus minor), majuelo (Crataegus monogyna), álamo (Populus alba), lameira (Ulmus glabra) y cerezo (Prunus avium), entre otros árboles y arbustos. En Asturias se han utilizado incluso para alimento humano las hojas tiernas del majuelo y del fresno (Fraxinus excelsior) en ensaladas, por lo que también las podría aprovechar el cerdo. Hay especies de otras latitudes que pueden ser de interés para monogástricos como el naceder (Trichanthera gigantea) o el género Urera (Sarría, 2003).

Desde el punto de vista de su valor nutritivo el valor suplementario del ramón es muy interesante por ser más rico en oligoelementos que la hierba, ya que las raíces de los árboles pueden extraer nutrientes de capas más profundas del suelo.

Para su uso como forrajes, se pueden plantar diversas especies en lindes, setos vivos etc. como desde tiempo inmemorial se ha hecho plantando fresnos, chopos, olmos y moreras en las proximidades y caminos de entrada a muchos pueblos, aldeas o fincas. En el aprovechamiento forrajero de los árboles hay que considerar: la densidad o distancia de plantación; el cambio de las épocas de corta, poda u oliva de las especies de hoja caduca, que deben pasar a hacerse en primavera o verano; la frecuencia y la forma de las podas; si el consumo es en fresco o con las hojas más o menos desecadas (por ejemplo las hojas del abedul en verde son amargas y el ganado las come mejor desecadas), o la mayor apetecibilidad de determinadas hojas cuando están más o menos trituradas); si la conservación será in situ (en pilas o sobre las horquillas de los mismos árboles, con las hojas orientadas al sur), en pajares o establos o ensiladas. En el aspecto legal hay que tener en cuenta la protección de determinadas especies, las fechas y diámetros autorizados de poda. Rodrigáñez (1949) realizó una interesante revisión al respecto de los árboles forrajeros de interés para España; aunque no está centrado en el cerdo.

Raíces y tubérculos

Diversos autores proponen el empleo de zanahorias (Daucus carota L.), patatas (Solanum tuberosum L.) y nabos (Brassica rapa L.) para el engorde de los cerdos (por ejemplo, López Palazón, 1960), la procedencia puede ser de cultivos ex profeso o de excedentes y destríos.

Estos tubérculos y raíces se pueden utilizar crudos o procesados; por ejemplo, Bocian et al. (2017) trabajan con patatas hervidas y ensiladas.

Existen variedades de zanahorias forrajeras, aunque su cultivo está muy poco difundido en España. Estas variedades tienen mayor desarrollo foliar que las zanahorias de mesa, con hojas que alcanzan los 40-50 cm. Además, todas tienen mayor diámetro y dureza de corazón, su color es diferente y tienen más producción.

Los nabos forrajeros tienen una zona de cultivo restringida dadas sus necesidades, pero en regiones lluviosas y húmedas dan buenas cosechas.

Rastrojeras

Las rastrojeras o espigaderos han sido utilizadas tradicionalmente por los cerdos, tanto para su engorde como para su preengorde; en algunas zonas a este aprovechamiento se le ha llamado espigueo. Vera y Vega y Fernández de Mesa (1987) encontraron una media de 154 kg de grano por hectárea en un muestreo de 33 rastrojeras de cereales, lo que supone una importante cantidad de grano. Además, en las rastrojeras se encuentran interesantes hierbas adventicias que resultan muy apetecibles al cerdo, como por ejemplo la correhuela (Convolvulus arvensis) (Pardo De Santayana, 2008), la grama (Cynodon dactylon), Cerastium sps., Heliotropium europaeum, Chenopodium sps. y Echinops sps. que, en mayor o menor medida, también aprovechan los cerdos (Rodríguez-Estévez & Mata-Moreno, 2006).

El refrán “Las manadas de camperos hacen buenos rastrojeros” recoge las posibilidades del aprovechamiento de las rastrojeras por parte de los cerdos que tengan costumbre de pastorear.

La cantidad de grano de una rastrojera es mayor cuando la cosecha es excepcionalmente buena, o tan mala que no se recoge; la cosecha se debe realizar cuando el cereal está bien crecido, y ha encamado por el efecto conjunto del viento y la lluvia; se trata de un terreno pedregoso e irregular (Vera y Vega & Fernández de Mesa, 1987). En cualquier caso, el aprovechamiento de las rastrojeras no suele durar más de un mes. En España el Ministerio de Agricultura (1969) regula el aprovechamiento de las rastrojeras, pero para el traslado de los cerdos a las mismas es necesaria la existencia de un código de explotación porcina con todas las exigencias que conllevan las normativas de sanidad animal y la de explotaciones porcinas extensivas, como son el cercado perimetral y la superficie de secuestro (MARM, 2009); si las rastrojeras se encuentran en la misma finca este problema estaría resuelto. Además, es necesario proporcionarles agua y sombra en las parcelas de rastrojera.

Cerdo alimentándose de hierbas adventicias
Cerdo alimentándose de hierbas adventicias

Subproductos

En las explotaciones tradicionales el cerdo ha sido utilizado como un reciclador del sistema agropecuario. Los modernos sistemas de preparación y distribución de alimentación líquida facilitan el empleo de subproductos húmedos, por lo que su aprovechamiento se está implantando en muchas explotaciones intensivas (Sol Llop, 2016). El primer paso para el aprovechamiento de los potenciales subproductos es un estudio de mercado o producción, considerando disponibilidad, homogeneidad, estacionalidad, requisitos de almacenamiento y costes con relación a su composición y características nutritivas; esta sería una tarea que abordar antes de diseñar y programar cualquier explotación de porcino ecológico.

Por ese motivo, sería de alto interés realizar un estudio sobre los subproductos y la cantidad que generan las distintas empresas de producción y transformación de alimentos, especialmente en el caso de la agricultura ecológica que, por el momento, tiene más limitaciones para abastecer a la

ganadería. A partir de esos estudios se podrían realizar catálogos, calendarios de potenciales subproductos a escala comarcal y manuales de uso. Ejemplos son los llevados a cabo por Dupuis (2015) o el de Rodríguez Lozano (1976) y, aunque centrado en ovino, las sencillas instrucciones de aprovechamiento de Romagoza Vilá (1965). En su momento, Boza y Ferrando (1989) realizaron una completa revisión sobre la situación del estudio y aprovechamiento de los subproductos en España.

Algunos de esos subproductos son los siguientes: suero de quesería, orujo de aceituna, huesos de aceituna u orujo de uva.

Ensilaje

El ensilaje es una técnica de conservación de forrajes por fermentación anaeróbica parcial, aumentando la acidez y manteniendo un alto grado de humedad, resultando un producto suculento y de buena calidad, que se mantiene conservado durante mucho tiempo.

El ensilaje tiene las siguientes ventajas:

  • Se puede ensilar en cualquier época del año siempre que haya disponibilidad de forrajes.
  • Permite mezclar y almacenar forrajes y subproductos producidos en períodos de abundancia y cuando éstos alcanzan su mayor valor nutritivo.
  • Se aprovechan todas las partes de la planta (tallos, hojas, frutos y residuos o subproductos).
  • Permite el aprovechamiento de subproductos hortofrutícolas ricos en humedad y perecederos.
  • Asegura la disponibilidad de forrajes de calidad durante épocas de escasez.
  • Durante el proceso de fermentación, los pastos maduros y otros alimentos fibrosos mejoran su digestibilidad y apetecibilidad.
  • Evita la cosecha diaria de forraje en sistemas de corte, recolección y transporte.
  • Facilita el transporte y almacenamiento de grandes cantidades de forrajes.

El ensilaje está considerado una alternativa para la alimentación sostenible del cerdo; Kambashi et al. (2014) realizaron una revisión al respecto.

Los cerdos lo consumen bien. Presto et al. (2013) indican que los cerdos se encuentran más atareados con su ingesta y se muestran menos agresivos que cuando comen concentrados.

Leguminosas grano

Las leguminosas grano son las principales alternativas a la soja. En 1961, Puerta Romero, en su libro ‘Variedades de judía cultivadas en España’ hablaba de unas 1.000 variedades de haba y de otras 600 de garbanzo, empleadas en alimentación humana o animal, o en ambas.

Entre éstas se encuentran diferentes especies como: algarroba (Vicia monanthos), alverjones (Vicia narbonensis), alholva (Trigonella foenum-graecum), almorta (Lathyrus sativus), altramuces (Lupinus angustifolius, L. luteus y L. albus), garbanzo (Cicer arietinum), guisante (Pisum sativum), haba (Vicia faba), titarros (Lathyrus cicera), yeros (Vicia ervilia), lentejas (Lens esculenta). Por ejemplo, Acosta Naranjo (2002) menciona que antiguamente cuando en la dehesa no había comida (normalmente en la época seca del verano) el ofrecimiento de chícharros, trigo, cebada, garbanzos o habas a las cerdas en dehesa durante épocas de escasez a las cerdas se les daban chícharros, trigo, cebada, garbanzos o habas.

Mateos et al. (1993) dan información sobre composición nutricional y factores antinutricionales de altramuces, habas, guisantes y lentejas. Boza López (1991) también da información sobre su valor nutritivo, mientras que Rubio & Molina (2016) dan una información más general. Una característica común de las leguminosas grano es que todas tienen más de un 20% de proteína (del 20 al 40%) en relación con su materia seca; por lo que son claves a la hora de equilibrar raciones que de otra forma serían pobres en proteína. Contienen una baja cantidad de aminoácidos azufrados (metionina y cisteina) y de triptófano, lo que limita su uso en monogástricos, pero son ricas en lisina (un importante aminoácido esencial). Por tanto, son el complemento idóneo para dietas ricas en cereales (especialmente cuando se incluye harina de girasol como fuente proteica adicional) ya que los cereales son ricos en aminoácidos azufrados y pobres en lisina (Rodríguez-Estévez, 2013).

Lamentablemente, hoy día no es que las leguminosas grano sean secundarias o terciarias, sino que según las estadísticas algunas son inexistentes; este es el caso de los titarros, almortas, alholvas y algarrobas (V. monanthos) que o no se encuentran en nuestros campos o su cultivo no llega a parcelas de media hectárea. En este problema han influido mucho las subvenciones de la PAC (Política Agraria Común) que, a partir de 1994, provocaron una recuperación de la superficie de cultivo de determinadas leguminosas como guisantes, habas y altramuces dulces (calificadas como grupo ‘proteaginosas’) y garbanzos, lentejas, vezas y yeros (como grupo de ‘leguminosas con ayuda específica’); pero se perjudicó a otras leguminosas de grano excluidas de las medidas subvencionables.

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