La importancia de una estricta bioseguridad en granjas porcinas para evitar la pérdida de animales
Fernando Laguna Arán, veterinario y director general de Calidad y Seguridad Alimentaria del departamento de Agricultura, Ganadería y Alimentación del Gobierno de Aragón
28/11/2023Este año nos estamos enfrentado a una situación que nos está condicionando en muchos aspectos de nuestro trabajo. Se trata de la falta de cerdos en la línea de producción. Escuchando a los expertos, se puede asociar a varias causas, casi todas relacionadas con patologías que merman los índices productivos de las granjas. En este artículo pretendo destacar que la bioseguridad en las granjas porcinas es de suma importancia por varias razones y desempeña un papel fundamental en la salud y el bienestar de los cerdos, la productividad de la granja y la prevención de enfermedades.
Causas como la entrada de alguna cepa nueva muy patógena de PRRS (como Rosalía), las reducciones en el uso de antibióticos o de óxido de zinc, nos han dejado una situación en la que los animales se encuentran con menos armas para poder defenderse de agentes patógenos. Y el resultado ya se está notando en los beneficios finales, ya que lógicamente está afectando a una pérdida de ingresos de 4 céntimos de €/Kg, según datos de Pep Font, veterinario y socio fundador de SIP Consultors. Ante esta situación conviene recordar, que hay situaciones que nosotros, como veterinarios, no podemos controlar totalmente, pero hay otras en las que tenemos mucho poder de actuación, como es estudiar cómo es la bioseguridad de nuestra granja y tomar medidas correctoras dentro de nuestras posibilidades.
Nuestro plan se basa en considerar nuestra granja como un castillo, con sus barreras que quieren impedir que entren esos gérmenes nuevos. Y lo que en la edad media eran muros, foso y puentes levadizos, en nuestra granja son vallas, puertas cerradas, vados de desinfección y, sobre todo, limitación al máximo de entrada de personas y animales. En el caso de personas, en las que su entrada a la granja sea imprescindible, garantizar que se les da el equipo de protección individual (EPIs) de granja, y que se lavan y se ponen guantes (las duchas en según qué sistemas productivos puede resultar excesivo, pero en otros no).
Por otro lado, las entradas de animales deben de programarse para espaciarlas lo más posible. Las entradas que se hagan siempre deben de ir a cuarentenas en condiciones adecuadas y con los controles correspondientes. Los vehículos que entran en nuestra granja deben de estar lo más alejados posible de los animales, ya vengan a llevarse residuos (purín, cadáveres o animales) o a traernos mercancías (pienso, etc.). Además, siempre hay que registrarlo en el libro de visitas, para tener una trazabilidad. Los movimientos dentro de la granja, de animales y personas, deben de obedecer a la lógica sanitaria de respetar las zonas con menos afección o animales más sensibles, e ir a ellas antes que a las zonas de mayor riesgo sanitario.
Últimamente, se está comenzando a hablar de otro tipo de bioseguridad que es la de empresa, ya que se está viendo que en numerosas ocasiones hay una gran similitud entre gérmenes de explotaciones, muy alejadas geográficamente, pero pertenecientes a la misma empresa. Lo cual nos hace pensar que hay puntos en ese sistema productivo que deberían de revisarse, ya que todos conocemos en teoría cuales son los puntos que garantizan la bioseguridad, somos conscientes de que cada granja es diferente y las circunstancias de su ubicación, su construcción y sus trabajadores, la hacen diferente a cualquier otra.
Esto nos hace estar seguros de que lo más recomendable es hacer un estudio de cada caso concreto, y si puede ser por personal ajeno a la granja para tener un resultado más objetivo, pues mejor. Así conoceremos cuáles son los puntos débiles de esa granja. Seguidamente, habrá que sentarse a analizar cuáles son los dos o tres factores de mayor riesgo y plantear una estrategia, frente a esos puntos débiles; pero una estrategia que se pueda cumplir. Porque el problema de un plan de bioseguridad, no es establecerlo, ya que de entrada siempre hay muy buena voluntad; si no el mantenerlo ya que los resultados no se ven a corto plazo. De esta forma, es fácil que la propia gente que trabaja allí, piense que algún incumplimiento no supone un riesgo y en cuanto esto ocurre, nuestra defensa ya no sirve para nada. Por eso es tan importante la formación y la motivación del equipo que lo tiene que llevar a cabo.
Nuestras medidas deben de ser como una carrera de obstáculos para que un agente patógeno no pueda entrar a una granja. En la actualidad existe una tendencia a compararlo con el modelo del queso suizo, propuesto originalmente por James T. Reason, de la Universidad de Mánchester, que utiliza la imagen del queso de lonchas con agujeros para demostrar que cada capa tiene sus imperfecciones, pero la combinación de todas las capas actúa como una barrera eficaz para proteger la granja. Así que debemos de elegir un modelo de encuesta, entre las muchas existentes, para establecer nuestras actuaciones. Estas encuestas deben de servirnos también para supervisar el efecto y el mantenimiento de las actuaciones. Según Carlos Piñeiro, veterinario y CEO de Animal Data Analytics (ADA), ha explicado alguna vez que estas encuestas debemos de hacerlas, cada vez que introduzcamos alguna novedad en el sistema, y un tiempo después para comprobar el funcionamiento o no de la misma. Pero, sobre todo, lo importante es hacer cada paso correctamente, hasta que quede introducido y asentado entre los operarios; para que cuando este sea ya una rutina positiva, se pueda comenzar a plantear una nueva acción.
Es muy recomendable, antes de proponer cambios, hacer un estudio económico de la rentabilidad de cada acción, para el desembolso que nos puede suponer. Por ejemplo, entre prohibir la entrada de personal de fuera o poner los medios para que vengan visitas en garantías a nuestra granja (esos suponen vestuarios correctos, ropa disponible, registro de visitas, agua caliente, etc.) ver que va a ser más sencillo de mantener y asumir las consecuencias. En resumen, que la bioseguridad es un proceso dinámico, continuo y que siempre da resultados positivos si se hace bien, pero debe de ser personalizada para nuestra granja y para nuestro equipo de granja.