Entrevista a Manuel Cerviño, asesor técnico de rumiantes de Boehringer Ingelheim Animal Health
“La vacunación es la mejor herramienta ante un brote de clostridiosis”
La aparición de la clostridiosis puede tener importantes efectos productivos y económicos en una explotación de ganado ovino. La vacunación se perfila como el mejor método para afrontar el problema en una granja, no sólo como eficaz método de prevención, sino para evitar la diseminación del patógeno cuando la enfermedad ya está presente en el rebaño. Manuel Cerviño, asesor técnico de rumiantes de Boehringer Ingelheim Animal Health, analiza todas las claves del control de esta patología.
Manuel Cerviño.
¿Cuál es la relevancia de los clostridios en la situación sanitaria de una explotación ganadera, en concreto de rumiantes?
La importancia de las clostridiosis en las explotaciones de rumiantes puede variar mucho en función de diferentes factores, tales como el tipo de producción, el régimen de alimentación, el manejo o la higiene. Por otro lado, es importante ser conscientes de que las enfermedades clostridiales incluyen un elevado número de bacterias que, aun perteneciendo al mismo grupo taxonómico, difieren entre sí enormemente en virtud de su capacidad de sintetizar diferentes tipos de toxinas. Esto hace que su importancia sea diferente en función del os diferentes modelos productivos. Así, por ejemplo, el tétanos, la hemoglobinuria bacilar o el carbunco sintomático son todas ellas enfermedades clostridiales, con síntomas y desarrollos patogénicos diferentes, pero con diferente relevancia en función del tipo productivo. No obstante, y teniendo esto en cuenta, puede considerarse que este grupo de bacterias suponen siempre una amenaza para la producción animal, y muy en especial para los rumiantes, debido fundamentalmente a su carácter ubicuo, su enorme capacidad de generar potentes toxinas y a su increíble capacidad para generar esporos, y con ello para resistir aún en las condiciones más extremas.
¿Qué efectos productivos y económicos tienen en una explotación?
Las pérdidas generadas por los clostridios suelen estar asociadas con la pérdida del animal, ya sea como consecuencia de su muerte, o bien por la necesidad de eliminarlo, aun cuando haya sobrevivido a la enfermedad. A estas pérdidas directas, hay que añadir las generadas por tratamientos, comúnmente infructuosos, los gastos veterinarios y el incremento de mano de obra. El coste asociado a este grupo de enfermedades no es fácil de cuantificar. Para muchas de las clostridiosis, como es el caso de C. perfringens, a pesar de no tratarse de agentes contagiosos, el hecho de que los cambios de manejo que desencadenan el proceso se apliquen normalmente a la colectividad, hace que la enfermedad aparezca como un brote repentino y rápido, de tipo epidémico, que deja a su caso numerosas bajas. En estos casos, las pérdidas son normalmente cuantiosas. Sin embargo, para otros, como puede ser el tétanos, normalmente afecta a animales aislados generando menores pérdidas.
¿Qué factores de riesgo son predisponentes para que aparezcan problemas de este tipo en una explotación ovina?
Como ya he dicho, los factores de riesgo están muy relacionados, por un lado, con el clostridio de que se trate y, por otro, con el tipo de producción. Sin embargo, por su frecuencia, en pequeños rumiantes las trasgresiones dietéticas suelen ser el motivo más relevante relacionado con el desencadenamiento de la enfermedad. Por regla general, la alimentación del rumiante debe ser monótona, de modo que su aparato digestivo, y en especial el rumen, esté perfectamente adaptado al tipo de dieta. Cuando varía de modo brusco, ya sea por un cambio en la composición o por un incremento repentino de la cantidad, se modifican las condiciones del tubo digestivo, favoreciendo la proliferación explosiva de los clostridios y, con ello, la génesis de toxinas. Por supuesto, otros factores como las heridas o la ingestión de agua helada también pueden ser factores desencadenantes, pero en comparaciones con los errores de alimentación a los que he hecho referencia, tienen mucha menos importancia.
¿Con qué herramientas cuentan ganaderos y veterinarios para hacer frente a un brote en una granja? En este sentido, ¿qué influencia tiene la nueva legislación sobre medicamentos veterinarios?
Aunque parezca contradictorio, la vacunación es, en mi opinión, el ‘tratamiento’ de elección ante un brote de clostridiosis. Y digo que puede parecer contradictorio porque la vacuna es, por definición, un sistema de prevención, y no de tratamiento. Sin embargo, ante un brote en el rebaño se torna enormemente eficaz. Y lo es, no porque cure a animales ya afectados, que por supuesto no lo hace, sino porque eleva la tasa de protección de aquellos que aún no han sido afectados, aumentando su capacidad para resistir los efectos de las toxinas y, por tanto, deteniendo la aparición de nuevos casos. Realmente lo que hacemos al vacunar en un brote no es cortar la infección ni modificar los factores desencadenantes, sino incrementar la protección individual de los animales, lo que resulta enormemente útil para una enfermedad que se desarrolla por competición pura y dura entre la concentración de toxinas y la tasa de anticuerpos neutralizantes. Por supuesto, esta medida debe ir acompañada con la corrección de los errores de manejo causantes del problema. Respecto a la nueva legislación de medicamentos veterinarios, mi opinión personal es que en ganado ovino va a tener una cosa muy buena, y es que esta vez el veterinario tendrá que hacer un diagnóstico antes de prescribir la vacuna, ya que el borrador de la ley no contempla que el ganadero pueda almacenar medicamentos en su explotación. Y digo que es bueno, porque en no pocas ocasiones, el ganadero confunde estos procesos con otros diferentes, por supuesto no susceptibles de ser corregidos mediante la vacunación. Esto hace que se pierda confianza en las vacunas, cuando en realidad son una herramienta estupenda. Pero hay otros muchos aspectos en esta ley sobre los que existen muchas y muy discrepantes opiniones.
¿Qué papel juega la vacunación para prevenir la llegada de un problema de este tipo a una granja ovina?
Sin el menor género de dudas, la vacunación frente a las enfermedades clostridiales es la herramienta más eficaz que existe para la prevención de la enfermedad. Incluso en explotaciones con un manejo aceptable, puede aparecer un brote clostridial. Y esto es así porque la propia producción animal lleva en muchas ocasiones al límite la fisiología animal y, en esta situación, el incremento de la concentración de anticuerpos neutralizantes en el animal es el único elemento capaz de evitar la enfermedad. Es importante anotar que la vacunación debe aplicarse de modo adecuado, siguiendo siempre las indicaciones de fabricante, tanto en su posología, como en cuanto a la dosis, vía de administración… El veterinario, además, debe adaptar el programa de vacunación al tipo de clostridio predominante y al riesgo existente. En este punto, debe indicarse, que incrementar la frecuencia de vacunación puede ser en muchas ocasiones una práctica muy recomendable.
¿Cómo debe aplicarse de forma correcta un programa vacunal frente a este patógeno?
Deben seguirse las recomendaciones del fabricante en cada caso. Esto incluye la edad mínima de aplicación, la diferenciación de animales procedentes de madres vacunadas y no vacunadas, la dosis y vía de administración. La vacuna frente a los clostridios son toxoides en su mayor parte y algún anacultivo, normalmente para el caso de C. chauvoei. Esto hace que en primo-vacunación deba aplicarse una dosis con efecto booster de 25 a 30 días tras la primera aplicación. A partir de este momento, la recomendación más adecuada es la de aplicar, como mínimo, una dosis semestral, aunque existen vacunas, como es el caso de Miloxan (Boehringer-ingelheim A.H.) con registro para su aplicación anual. En cualquier caso, como ya indiqué, es decisión del veterinario.