¿Cómo reconocer y tratar la toxoplasmosis ovina? Claves para evitar una catástrofe
La toxoplasmosis es la segunda causa de aborto infeccioso en el ganado ovino español. Esa enfermedad «presente en multitud de lugares» y que en países como Estados Unidos representa la segunda causa de muerte por contagio alimenticio solamente superada por la listeriosis, representa una gran amenaza.
Precisamente por ello continúa sorprendiendo que haya ganaderos remisos a invertir en vacunas “que en el caso del toxoplasma protege para toda la vida por lo que esa inversión se amortiza rápidamente”. Lo explicó este domingo en Salamaq el científico leonés, Julio Benavides, del Instituto de Ganadería de Montaña, quien a través de una ilustrativa charla detalló el recorrido completo de este parásito hasta terminar con la simiente de los animales y analizó las catastróficas consecuencias que puede suponer para una granja no detectar a tiempo un brote de la enfermedad. En el plano económico, hay estudios que calculan una pérdida de 300-400 euros por animal infectado.
Los gatos son una de las principales fuentes de contagio. A través de sus heces contaminan con este protozoo el pasto que posteriormente ingieren las ovejas. Si estas contraen la enfermedad pasarán dos o tres días malos y podrán ser madres sin problema, pero las dificultades graves vienen cuando ese parásito se aloja en el animal gestante.
Si la enfermedad llega a una explotación, es necesario que estar atento cuando se produzcan los primeros abortos. Esta enfermedad propicia dos tipos de muerte animal prematura. La más temprana, a los 10-15 días de gestación, es la que daría la alerta de que algo está pasando. En ese caso, el ganadero debe advertirlo rápidamente y vigilar de cerca al resto de gestantes que, de haber contraído la enfermedad, perderán a sus crías aproximadamente a los 30 o 40 días.
Analizar rápidamente
Ante las primeras evidencias los especialistas recomiendan limpiar con cuidado las placentas infectadas, protegiendo la piel y la boca del contacto con ese órgano -pues la toxoplasmosis también se transmite a humanos hasta el punto de llegar a provocarles serios daños cerebrales que derivan en la muerte- para enviarlo a continuación al laboratorio. Lo mismo recomiendan en el caso de los fetos. Si no fuera posible enviar a analizar el animal entero, pide que al menos sí se haga llegar al patólogo la cabeza “que nos da datos valiosísimos”.
Una vez seguidas estas pautas, es momento de actuar. Benavides es partidario de la administración de la vacuna viva y de no abusar de recursos como el decoquinato que, administrado de forma masiva, “genera resistencias”. Pese a todo, el toxoplasma jamás se eliminará por completo del animal “aunque eso no es malo porque ya lo protege de futuros contagios”.
¿Hay métodos para evitar estos contagios que, en menor medida también afectan a las cabras? “Solo uno, controlar todo lo que comen, y eso es imposible pues sabes lo que hay en tu terreno pero no lo que trae el alimento que llega de fuera”, aclara el experto para quien vigilar el comportamiento de los gatos de las explotaciones evitando que ingieran placentas -pues a pesar de su fama, su curiosidad les hace probar otras cosas- es también un método de combatir una de las mayores amenazas a las que se enfrentan los ganaderos de ovino.