La ganadería extensiva y el lobo.
La ganadería extensiva tiene que hacer frente a un gran número de dificultades para subsistir. Los daños provocados por los lobos pueden dar la puntilla a muchas explotaciones.
Las consecuencias de los ataques del lobo pueden llevar al cierre definitivo de una explotación ganadera y poner fin al modo de ganarse honradamente la vida y el sustento de una familia; y de otras muchas personas que viven de este sector. Además, están los daños morales y psicológicos que acarrea para el ganadero que los sufre.
En Aragón, la ganadería extensiva está en grave peligro de extinción. Solo los pocos ganaderos jóvenes que hemos apostado por la vida en los pueblos, que hemos invertido en nuestras explotaciones y que nos hemos modernizado estamos sobreviviendo, adaptándonos, como en todos los negocios, a los nuevos tiempos para intentar ser más competitivos y tener un mínimo de calidad de vida.
La presencia del lobo en Aragón nos llevará a la extinción masiva de los ganaderos en régimen extensivo, porque se sumará a los ya conocidos problemas, que son:
1.- Falta de relevo generacional por ser un oficio vocacional pero poco rentable, que requiere de mucha dedicación y sacrificio y que, además, está mal incentivado por parte de las administraciones
2.- Sacrificio que conlleva el cuidado del ganado extensivo ovino y caprino, en cuanto a horarios, climatología, incompatibilidad con la vida familiar, etc.
3.- Márgenes económicos muy justos en los que un pequeño desequilibrio o incidencia en el quehacer diario puede provocar el cierre de una explotación
4.- Trato discriminatorio de la política agraria europea.
No se puede sumar a estos obstáculos, en pleno siglo XXI, el decir al sector ganadero que debe volver a vivir con su ganado y a cuidar de él como se hacía en el siglo XIX, porque los ganaderos somos profesionales que vivimos de nuestro negocio, que es la ganadería, y que, como cualquier otra persona que tiene un negocio, luchamos por salir adelante aplicando en nuestras explotación los criterios que creemos oportunos.
Por eso, no tiene sentido que por la presencia del lobo se nos imponga que volvamos a cuidar del ganado conviviendo con él, como se hacía hace un siglo, porque por desgracia ese oficio se ha dejado desaparecer, como otros muchos, por falta de viabilidad. Ahora se aplican técnicas de manejo más adaptadas a las circunstancias actuales, porque la vida en general ha cambiado mucho de un siglo a esta parte. Y los ganaderos también hemos tenido que adaptarnos, invirtiendo y modernizando nuestras explotaciones para tratar de ser más competitivos y sobrevivir, porque la opción ha sido renovarse o morir y en el camino han muerto dos mil explotaciones y han desaparecido un millón de cabezas de ganado ovino, solo en la última década, en Aragón.
La ganadería forma parte de un patrimonio cultural que hay que preservar, y no solo constituye un medio de vida para la población rural, sino que desempeña un papel fundamental en la conservación del medio natural. La desaparición de la ganadería extensiva implica que todo se convierta en matorral y bosque; y eso no es conservación, porque acaba siendo pasto fácil de las llamas.
El lobo tiene derecho a existir y compatibilizarlo con la ganadería extensiva es imposible. Por todo ello, hay que aceptar que deben existir zonas en las que, por los importantes conflictos que genera con la ganadería extensiva, el lobo no tenga que estar presente.
«No tiene sentido que se nos imponga volverá cuidar del ganado como se hacía hace un siglo»
Artículo escrito por Salvador Vela Muñoz, ganadero de ovino y socio de UPRA-Grupo Pastores.