Proyecto 'Cultivando el suelo': hacia una agricultura neutra en carbono

El objetivo de 'Cultivando el suelo' (Soil Farming Project), un proyecto internacional promovido por Syngenta, es demostrar que es posible lograr una agricultura productiva y rentable que además preste atención a los recursos naturales, particularmente el suelo y el agua. En la actualidad, el proyecto está inmerso en su segunda fase que consiste en el establecimiento de parcelas piloto en todas las comunidades autónomas donde los cultivos extensivos tienen importancia. En las fincas estudiadas se han observado aumentos de la rentabilidad que oscilan entre el 20 y el 90%.

La iniciativa 'Cultivando el suelo' (Soil Farming Project) es un proyecto internacional promovido por Syngenta Europa que se está llevando a cabo en España, Reino Unido y Francia. Este proyecto está englobado en el segundo objetivo del nuevo programa por una agricultura sostenible “Good Growth Plan” para 2025 que la compañía presentó el pasado mes de diciembre.

Dados los buenos resultados obtenidos desde que se puso en marcha el plan en el año 2013, el programa continúa la senda ambiental marcada entonces, pero adaptando sus objetivos a la nueva realidad que va a imponer el cambio climático. Es por esta razón por la que el segundo de los objetivos marcados se enfoca en fomentar una agricultura neutra en carbono.

En palabras de Germán Canomanuel, Responsable de Relaciones Corporativas en Syngenta: "El objetivo de la iniciativa 'Cultivando el suelo' es demostrar que es posible lograr una agricultura productiva y rentable que además preste atención a los recursos naturales, particularmente el suelo y el agua. Como beneficios derivados de la aplicación de este nuevo enfoque figuran el secuestro de carbono (con el impacto positivo que tiene sobre el cambio climático) y el aumento de la biodiversidad en los entornos cultivados. Se trata por tanto de un proyecto muy enfocado en lograr la sostenibilidad, tanto económica como ambiental de la agricultura. Desde el punto de vista práctico, la idea es exportar la tecnología desarrollada en el ámbito del proyecto a otros lugares y agricultores".

Para lograrlo, Syngenta en España ha contado con la colaboración de la Asociación Española de Agricultura de Conservación, que se ha hecho cargo de la gestión agraria de las fincas.

El proyecto consta de tres fases. En una primera fase, ya completada, se llevó a cabo una serie de trabajos de investigación en dos fincas en Osuna y Lebrija (Sevilla). Se realizó un estudio comparativo en una rotación de tres cultivos (trigo duro, garbanzo y girasol) entre las labores que realizan normalmente los agricultores y las que propone Syngenta en base a un protocolo específico que incluye la siembra directa, no realización de labores culturales y uso de productos de abonado y fitosanitarios prescritos por los técnicos de la casa. El protocolo también incluye la recomendación de variedades de semilla.

En la actualidad, el proyecto está inmerso en su segunda fase. Esta consiste en el establecimiento de parcelas piloto en todas las comunidades autónomas donde los cultivos extensivos tienen importancia. Este año se realizarán las pruebas en dos fincas de Toledo y para 2022 se prevé ampliar el proyecto a fincas situadas en Castilla y León, Extremadura, Aragón, Cataluña, La Rioja y Navarra. El objetivo es tener al menos una parcela piloto por comunidad.

Para la tercera fase el objetivo es extender la experiencia directamente entre los agricultores, y que sean ellos mismos los que contribuyan a su expansión. En esta etapa juegan un papel decisivo las organizaciones agrarias, en particular hasta el momento el impulso de Asaja Sevilla está siendo clave a la hora de implicar a sus socios en el proyecto.

En los años que lleva funcionando 'Cultivando el suelo' se han obtenido resultados muy prometedores que apuntan a que es perfectamente posible conseguir esta doble ganancia: rentabilidad y sostenibilidad. En concreto, en las fincas estudiadas se han observado aumentos de la rentabilidad que oscilan entre el 20 y el 90%. A corto plazo los resultados más notables están en el ahorro en las labores culturales y los costes asociados, y por extensión una fuerte reducción de las emisiones desprendidas a la atmósfera propias de las actividades de laboreo.

“A largo plazo, la ausencia de alteraciones fuertes en el suelo mejora su calidad y refuerza su papel como sumidero de carbono. Se observa además que estas prácticas reducen la presencia de malas hierbas y la presencia de fuertes presiones de plagas. Por otra parte, se constatan beneficios también en la calidad del agua recogida por los efluentes al producirse una reducción drástica de la erosión y la escorrentía y la pérdida del suelo”, concluye German Canomanuel, responsable de Relaciones Corporativas en Syngenta.