Soñar es gratis
Por: Juan Díaz Cano, presidente de la Real Liga Naval Española
Anoche tuve un extraño sueño. Con motivo de las próximas elecciones generales, había un partido que en su programa electoral incluía un capítulo dedicado al sector marítimo español en el que detallaba una serie de propuestas encaminadas a revitalizar el mismo. Creo recordar que el documento decía algo así como:
Parece mentira que un país con unas industrias de la mar que representan el 7% del PIB nacional y el 6% del empleo total del país carezca de los apoyos públicos precisos para asegurarle un futuro sólido. Por ello, desde nuestro partido nos comprometemos, en caso de llegar al gobierno, a:
1.- Crear un Ministerio de la Mar que englobe, en el sentido más amplio, a todas aquellas industrias que directa o indirectamente guarden relación con el mundo de la mar. No nos parece razonable la actual transversalidad administrativa por la que atraviesa el sector. Evidentemente, quedaría fuera de este Ministerio la Armada, que seguiría integrada en el Ministerio de Defensa.
2.- Instaurar un nuevo registro en Canarias similar al que opera en Malta con el fin de atraer al mismo a la mitad de la flota mercante española que, en la actualidad, navega bajo terceros pabellones. Para ello, nos comprometemos a abordar las desregulaciones laborales a que dé lugar esta medida. Nos comprometemos también a poner en funcionamiento un buque escuela de la Marina mercante, administrativamente dependiente de la Dirección General de la Marina Mercante, con la finalidad de favorecer las prácticas de nuestros futuros oficiales.
3.- Suprimir el impuesto de matriculación en las embarcaciones deportivas de más de ocho metros de eslora, flexibilizando además los aspectos administrativos y económicos que están provocando la huida de nuestra flota deportiva a banderas como la de Bélgica, país por el que, por cierto, no sentimos especial aprecio (ver capítulo sobre medidas de política exterior).
4.- Apoyar a la industria de la construcción naval vía incentivos fiscales a imagen y semejanza de lo que se viene haciendo en países de nuestro entorno como Francia o Alemania.
5.- Remodelar el actual sistema portuario español adaptándolo a la lógica de los mercados, dejando atrás un modelo obsoleto e inoperante que convierte a los puertos españoles en caros e ineficientes. Por considerarlo un subsector estratégico nacional, apoyaremos la españolidad de las empresas que operan las terminales de nuestros puertos. Igualmente adaptaremos, contra viento y marea, el modelo de estiba a las directrices comunitarias.
6.- Liberalizaremos los servicios portuarios como el practicaje o el servicio de remolque, de modo que los precios de estos servicios se vean sustancialmente reducidos para los armadores que transitan nuestros puertos.
7. Bajo el nuevo modelo portuario que proponemos, reduciremos notablemente las actuales tasas portuarias por considerarlas excesivas y contrarias a la competitividad de los puertos.
8.- Obligaremos a las empresas concesionarias del servicio portuario de combustible a disponer de las infraestructuras necesarias para asegurar el suministro generalizado de GNL y de combustibles limpios en todos nuestros puertos. De igual modo, las concesionarias de servicios eléctricos serán responsables de asegurar las instalaciones de cold ironing.
9.- Favoreceremos acuerdos de colaboración con universidades públicas y privadas enfocados a proyectos de I+D+I en el sector marítimo. Mares limpios y energías marinas alternativas gozarán de prioridad en la firma de estos acuerdos.
10.- Se creará un servicio de guardacostas único encargado de controlar la seguridad costera de nuestro país. No nos parece razonable el modelo actual en el que transversalmente tres instituciones armadas son precisas para controlar nuestras costas.
11.- En los próximos tres años reivindicaremos, allá donde haga falta, la españolidad del V Centenario de la primera vuelta al mundo.
A partir de aquí mi plácido sueño comenzó a evaporarse coincidiendo con el sonido del maldito despertador que, frío e inexpresivo, marcaba las 7 de la mañana. Qué pena, me quedé sin saber el nombre del partido político.
