Un proyecto busca recuperar la transterminancia de cumbre a costa en La Palma
El prestigioso investigador canario Juan Capote señala la relevancia de la desaparición de la transterminancia de cumbre a costa y de la venta de leche a domicilio, con los animales, la cual estaba generalizada en toda Canarias y en parte de la Península Ibérica, y que tuvo especial incidencia en la isla de La Palma. Otro aspecto importante es una cierta reconversión del pastoreo con manejo directo con pastor y perro, a otro que consiste en llevar a los animales a un determinado lugar, por la mañana después del ordeño, e ir a última hora de la tarde a recogerlos. También se ha incrementado de manera notable la dimensión del rebaño y el uso de alimento importado. Capote realiza estas declaraciones a la Asociación de Criadores de Cabra de Raza Palmera, para recordar los treinta años de un vídeo realizado en el que se hablaba de estas prácticas ganaderas, entonces en vigor.
“Las cabras en invierno y el final del otoño estaban en la costa, donde el pasto crece tempranamente. Se llevaban justo antes de parir y allí desarrollaban casi toda su lactación, que entonces era algo más corta que la actual. El queso se elaboraba cerca del corral, pudiendo ser en la misma casa del ganadero. Al final de la lactación, después de haber soltado en el rebaño a los ‘chivatos’, los animales subían a las cumbres porque los pastos de costa se habían agostado y allí había vegetación arbustiva con gran cantidad de nutrientes, principalmente codesos, pero también con un alcaloide que producía una mortalidad perinatal de casi del 100%. Ellos sabían que ese año perderían a la recría y por eso se dejaban parte de las cabras en la costa o medianía otro año, para mantener la dimensión del rebaño”, señala.
“Se perdían los cabritos, pero las cabras entraban en lactación con muy buena condición corporal. Aquellas manadas saludables tenían un bajo índice de reposición. En la cumbre cada cabrero tenía una ‘morada’, que se transmitía de generación en generación, a pesar de que el monte era público. Generalmente era una cueva, junto a un rústico corral, donde pastor y cabras descansaban y donde se elaboraban los últimos y escasos quesos del año”, apunta Capote.
Además, el investigador señaló que recientemente se ha realizado una experiencia en la que se soltaron las cabras de un ganadero en espacios protegidos durante dos meses. Se constató que no hubo impacto ambiental y los beneficios económicos para el cabrero fueron importantes. “Hace poco se ha elaborado un proyecto europeo para intentar generalizar esta práctica, por supuesto bajo un control de carga. Estaríamos así de acuerdo con las nuevas tendencias por las que se trata de disminuir combustible en espacios protegidos, usando el pastoreo para prevenir incendios forestales”, comenta.