Entrevista a Glòria Macià, ingeniera biomédica
Glòria Macià Muñoz es una ingeniera biomédica titulada por la Universitat Pompeu Fabra, UPF, que ha obtenido una de las doce becas Toptal STEM Scholarship for Women por un proyecto de prótesis impresas en 3D. Se trata de una beca que, desde el 2015, otorga la red Toptal a mujeres científicas informáticas, ingenieras de software y desarrolladoras.
Ante todo, felicidades por la beca... ¿Me puede explicar cuál ha sido el trabajo hecho hasta ahora y qué le depara próximamente?
Como Toptal es una compañía de desarrolladores de software, mi proyecto estaba en la misma línea del objetivo que persiguen con su beca, que es promover la programación entre mujeres jóvenes. Concretamente el jurado valoró el trabajo que realizamos de manera voluntaria haciendo prótesis impresas en 3D para niños, además de un aplicativo que desarrollamos para gestionar mejor el análisis de datos.
Yo ahora mismo estoy estudiando mi máster en la ETH de Zúrich, después de terminar la carrera en la Universidad de Texas, en Austin. Ciertamente a un ingeniero biomédico no le es difícil encontrar trabajo en España pero sí que le resulta muy difícil encontrar uno en consonancia a sus estudios, ya que la profesión en España todavía no tiene el (re)conocimiento que se merece. Sin embargo, también estoy convencida de que la situación va a cambiar en un futuro próximo. Así, por ejemplo, un compañero de carrera, Joan Puig, y yo hemos ofrecido cursos de impresión 3D pensados especialmente para profesionales médicos (convertimos imágenes de CT o MRI de órganos en impresiones 3D), tema que han despertado mucho interés. Y próximamente daremos más en un centro hospitalario en Catalunya. O sea, que se observa una tendencia muy clara hacia la colaboración entre médicos e ingenieros, lo que nos da muchísimas fuerzas y esperanzas. Porque éste es el futuro que deseamos para todos.
Hand Challenge, un proyecto mundial de prótesis impresas en 3D para personas en riesgo o desfavorecidas
La Universitat Pompeu Fabra fue aceptada en el proyecto The Hand Challenge, una iniciativa que inició Chris Craft, profesor de un centro educativo de primaria y secundaria de Carolina del Sud, EE UU, que proponía un desafío a jóvenes de todo el mundo: imprimir una prótesis de mano en 3D, construirla y enviarla a los EE UU para exponerla y posteriormente enviarla a un niño o niña que, por culpa de una malformación congénita, guerra o una mina antipersona, le faltara una mano. La idea era que los niños y adolescentes puedan ayudar a otros de todo el mundo donde lo necesiten.
Así, en julio de 2016 la Escuela Superior Politécnica de la UPF puso en marcha un curso de ingeniería conducido por estudiantes, y dirigido exclusivamente a estudiantes de secundaria, que participarían en el proyecto. En este contexto, llamado Campus Júnior, Glòria Macià y Joan Puig, en esos momentos estudiantes de 4º y 3º curso respectivamente del grado de Ingeniería Biomédica de la Escuela (ESUP), se encargaron del curso 'Summer Camp Girls in Lab - Impresión 3D y Medicina'. En tres días las alumnas lograron obtener una prótesis de mano impresa en 3D para niños y adolescentes.
¿Puede explicarnos en qué consiste el proyecto?
Este proyecto es mi colaboración a una iniciativa mundial que se llama E-nabling The Future y conecta personas, normalmente niños, que necesitan un brazo o mano con otras que se lo pueden fabricar.
¿Qué recorrido puede tener su propuesta? ¿Qué evolución prevé para las prótesis médicas gracias a las tecnologías aditivas?
Creo que la medicina avanza sobre todo en dos direcciones de futuro: 1) Innovación (nuevas técnicas, fármacos, etc.); y 2) Accesibilidad. Nuestra iniciativa se engloba en la segunda. Y es que una prótesis convencional puede costar hasta 10.000 euros; pero impresa en 3D cuesta menos de 10 euros. No es sofisticada pero sí funcional y puede llegar a cualquier rincón del mundo sin problemas de presupuesto, y no cabe duda de que con ella se mejora muchísimo la calidad de vida de quien antes no tenía mano o brazo. Además, en muchos casos el paciente es un niño, lo cual supone un doble problema porque no necesita una única prótesis sino que, debido a su crecimiento, precisa una nueva cada año.
Finalmente, la impresión 3D también permite personalizar, lo que es muy, pero que muy, interesante en medicina, pues hasta ahora siempre iba asociado a un alto coste. Así, en el caso de las prótesis no solo se personaliza el tamaño sino también el aspecto externo. El niño podrá tener una mano de príncipe o superheroína, exactamente cómo había imaginado.
¿En el ámbito universitario se plantean otras aplicaciones de la impresión 3D más innovadoras?
La lista de aplicaciones es casi interminable. Personalmente me ha llamado muchísimo la atención un experimento del cirujano Anthony Atala que podría resolver, algún día, el problema del donante de órganos: una impresora 3D que utiliza células vivas para producir un riñón trasplantado.
Aunque todavía no está listo tendría en el futuro un gran impacto pues resolvería el problema del rechazo de órganos.
Han desarrollado también un aplicativo para el análisis de datos. Explíquenos un poco más sobre su trabajo...
He trabajado en varios proyectos que hacen uso de herramientas computacionales para resolver problemas de la medicina. Además, los códigos son open source, es decir que los cuelgo online (en un repositorio llamado github) para que cualquier persona interesada pueda acceder a ellos y aprovecharlos para su trabajo. Tengo, además, un blog donde escribo siempre sobre los líos en que estoy metida... Por ejemplo, escribí sobre dos proyectos recientes: uno en el campo de la patología y otro en el campo de la cardiología.
Los proyectos, el blog y el impacto social es lo que Toptal valora para seleccionar sus ganadores.
¿Hay interés en el mercado por este proyecto?
La finalidad de todos estos proyectos es totalmente sin ánimo de lucro. Fabricamos las prótesis 3D como parte de esta asociación de voluntarios para dar una mano a personas que la necesitan. Por otra parte, mis otros dos proyectos son open source para que quien considere la idea interesante pueda colaborar en ellos. Mi principal prioridad es que llegue a la sociedad.
A nivel de crecimiento personal creo que me aporta muchísimo más que ningún tipo de compensación económica y que, en el día de mañana cuando termine mi máster en Suiza, me servirá para demostrar mi valía y conseguir un buen trabajo.
Toptal puso en marcha estas becas para reconocer el trabajo hecho por mujeres y estudiantes femeninas. ¿Existe todavía un ‘gap’ respecto a sus colegas masculinos?
Creo que todavía hay la idea infundida en nuestra sociedad que una mujer no puede ser igual o más brillante que un hombre en determinados sectores, especialmente los técnicos, pero lo cierto es que esto depende de la persona y no su género. Gracias a iniciativas como estas esta idea errónea se va difundiendo poco a poco y también ayuda a crear referentes para que niñas y chicas se animen a estudiar ingeniería en el futuro.